Esta semana quedará en los registros como aquella en la que se hicieron públicos los planes para uno de los proyectos más soñados por los escritores de ciencia ficción y en la que acabó una de las misiones de exploración espacial más espectaculares que se recuerda. Daniel Marín como notario mayor: El grandioso plan de SpaceX para colonizar Marte y Misión cumplida: adiós, Rosetta (Bitácora de Rosetta 26).

Además el Hubble nos volvió a poner los dientes largos: El telescopio Hubble vuelve a avistar los supuestos géiseres de Europa, también de Dani.

Sin dejar la astronomía, Natalia Ruiz Zemanovitch nos cuenta una serendipia de esas que se convierten en bombazo: La nebulosa del Bicho* y el anillo no único.

Y una comprobación: El universo no rota

En otro orden de cosas, si hacéis un mínimo esfuerzo para entender este artículo (no es especialmente complicado hacerse una idea aunque no se entiendan los detalles) de Francisco R. Villatoro y no alucináis, una de dos o tenéis que leerlo otra vez o ir al psiquiatra. Los experimentos que culminan con este son la releche: Detener la luz en un condensado de Bose-Einstein de átomos de rubidio.

Arturo Quirantes le da un repaso al principio antrópico en Tuneando el Universo: el caso triple alfa.

Los alemanes son únicos haciendo relojes, más cuando hay que dedicarle un ratito a entender como dice la hora y por qué es una forma válida: El Mengenlehreuhr: existencia y unicidad por Marta Macho.

Lo que da de sí un ilustrador incrustado en un centro de investigación lo muestra Ana Molinos en Una colaboración fructífera: The Studio – Jet Propulsion Laboratory.

Ahora bien, si lo que buscáis es una relajada y fascinante lectura de domingo vuestros hombres son Paco Bellido con La meridiana solar de la Catedral de Palermo y Eduardo Angulo con El caso de los cangrejos viajeros (incluye varias recetas de cocina para contribuir a acabar con el problema de estas especies invasoras).

El proyecto discreto ha concluido (próximamente veréis el fruto): Maxwell y el éter