Soy un inca

Por Colaborador Invitado, el 31 octubre, 2016. Categoría(s): Divulgación • Historia

Déjame contarte una historia… la historia de Tawantinsuyu.

Es la historia de un pueblo cuya cultura dejó profundas huellas en toda América, y aún hoy prevalece, entre mitos y leyendas, en cada poblado andino, en cada campesino, en cada tejedora, en cada canto lugareño.

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Tal vez no lo sepas, pero el origen de mi pueblo se remonta a lo profundo de los tiempos, allí en Tiahuanaco, donde vivieron mis ancestros hace más de dos milenios.

Cuenta la leyenda que el dios Sol, compadecido de las miserias y penurias de los hombres, hizo emerger del lago Titicaca a sus hijos Manco Cápac, y Mama Ocllo y los envió con una vara de oro a fundar un pueblo, allí donde la vara se hundiera totalmente en la tierra.

Ocurrió entonces que  llegando a un valle en las márgenes de un pantano fundaron el pueblo al que llamaron Cos’co (o Cuzco) que significa “El ombligo del mundo”.  Ese pequeño poblado se convertiría con los siglos en la capital de un imperio y la ciudad mas importante de toda América… y allí comienza mi historia.

Los primeros tiempos.

No es fácil nuestra vida… debemos defender el poblado de muchos ataques. Otros pueblos quieren conquistarnos, pero con disciplina y organización podemos prevalecer. Manco Cápac  es nuestro Cápac Inca, líder supremo y conductor junto con su hermana y esposa, Mama Ocllo. Ellos construyeron el primer Inticancha (templo del Sol) en donde residen gobernando con sabiduría.

Después de él llegarán otros Incas, que harán floreciente nuestra cultura y construirán el imperio que será orgullo de toda América.

Pero no es de la historia de nuestros Incas que quiero hablarte… sino de algo más profundo que está dentro de nosotros mismos. Quiero contarte la razón profunda de nuestra grandeza, que no puede medirse en conquistas o posesiones, sino en valores.

Nuestro Idioma.

Nuestra cultura se transmite de generación en generación, mediante cantares que se repetirán durante siglos, en cada ceremonia, en cada festejo, en cada ofrenda, hasta el fin de los tiempos.

No conocemos la escritura alfabética, pero nuestra lengua, el quechua, un conjunto organizado de varios dialectos e idiomas andinos, nos permite comunicarnos de manera efectiva entre millones de personas. Así, nuestros cantares quechuas son un registro histórico de toda nuestra cultura.

El Ayllu:

Tal vez te resulte extraño, pero el Ayllu era la base de nuestra cultura.

El Ayllu es nuestra comunidad y nuestra familia. En él organizamos toda nuestra vida de manera comunitaria. El Ayllu nos une y nos da pertenencia… sin él no somos nada.

Cada integrante del Ayllu tiene derechos, siempre que cumpla con sus obligaciones. Cada Ayllu posee una fracción de tierra para sustento propio y para ayuda comunitaria. Es deber de los miembros de cada Ayllu cuidar, labrar y proteger su tierra, pero también trabajar una parte de las tierras comunitarias, destinadas a alimentar a los gobernantes y a los combatientes que defienden las fronteras, así como a los ancianos y los enfermos que no pueden sustentarse por sí mismos.

Si alguien de un Ayllu vecino te ayuda, tienes la obligación de responderle con reciprocidad y ayuda, o los miembros de tu propio Ayllu te considerarán indigno de pertenecer.

Si alguien en tu Ayllu (sea o no familiar tuyo) está enfermo o desvalido, procurarás todo lo que esté a tu alcance para ayudarlo… porque él hará lo mismo por ti, algún día.

Obtendrás todo lo que necesites para tu sustento y el de tu familia de los campos de tu Ayllu. Los excedentes de la cosecha (maíz, papa, porotos y otros vegetales) se resguardan convenientemente para épocas de emergencia en los depósitos comunitarios.

Cada ayllu facilita los hombres requeridos para construir caminos, puentes y edificios, los que deben ser mantenidos y reparados frecuentemente en un territorio tan agreste como el andino. Cada hombre sabe que de su esfuerzo y cuidado depende la vida de los viajeros que transitan por el imperio.

Cada Ayllu tiene su curaca,  quien organiza el trabajo de todos y vela por que cumplan sus obligaciones y sean respetados en sus derechos. Solo tienen ese título los ancianos o los más sabios, o aquellos que por sus virtudes lo merezcan.

Por lo tanto, nuestro trabajo se reparte en beneficio de nuestra familia, de la comunidad y del imperio… cada quien de acuerdo a sus capacidades y saberes, hará lo mejor para todos, y por ello será respetado.

El poder.

Puedes pensar que el poder de los Incas es supremo como el de un monarca que ordena con arbitrariedad a su antojo por los cuatro confines del imperio, y que el curaca es una especie de capataz, satisfaciendo sus caprichos y deseos… pero te equivocas. Para entender nuestra cultura, debes comprender que “poder” no significa para nosotros “posesión” o “dominio”, sino “ejemplo”.

Por lo tanto, desde el Supremo Inca hasta el mas humilde de los curacas, deben ejercer su liderazgo desde la sabiduría y el ejemplo, o perderían todo su prestigio, y por lo tanto, su poder sobre sus súbditos.

Ningún inca obedece a quien ha sido desprestigiado por sus propias acciones.

Ningún inca respeta al ladrón, al arbitrario o al injusto.

De igual modo, cuando “conquistamos” otros pueblos, no es la fuerza y la opresión nuestro método, sino el ejemplo de nuestra cultura que pacíficamente subyuga, y lentamente elimina cualquier posible rebelión.

No hay batallas épicas ni héroes en nuestra historia… solo escaramuzas y pequeños combates circunstanciales para poner las cosas en orden, y dejar que la sabiduría de nuestros líderes y la firmeza de nuestros ejércitos hagan el trabajo de mostrarles que nuestra cultura es exigente pero generosa, que pueden compartirla, y que someterse a la autoridad del Inca puede favorecerlos.

Los conquistados lo comprenden rápidamente ya que sus derechos son respetados y pueden tener sus propios líderes o venerar sus propios dioses, y descubren que no es tan mala decisión pertenecer a una cultura donde el mérito y la sabiduría son valorados.

Cuando un pueblo se une a nuestra cultura, se comparte con ellos nuestras técnicas de agricultura, nuestros sistemas de riego, nuestra arquitectura, nuestra alfarería, nuestras técnicas y herramientas de labranza para asegurarles abundante sustento.

Nuestras mujeres comparten su experiencia en los telares, y sus secretos para obtener los colores más brillantes de las plantas y piedras de la región y poder teñir sus alegres vestimentas. Nuestros cantares los incluyen, nuestros dioses los aceptan.

Muy pocos son los que se rebelan, y por lo tanto, cada vez somos más a través de territorios mas y más extensos. Por ello el Tawantinsuyu se divide en cuatro regiones,  cada una con sus culturas y dialectos, pero todas bajo el mando de un mismo Inca, todas unidas en el centro a Cuzco, la capital del imperio Inca.

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Nuestra tecnología.

Nuestra infraestructura es gigantesca, y es nuestro mayor orgullo. Tal vez no te des cuenta, pero construimos miles de kilómetros de caminos de cornisa, centenares de puentes y refugios, ciudadelas en las cúspides de los cerros, una inmensa red de canales de riego, depósitos, postas y puntos estratégicos de vigilancia, formando un sistema de comunicación que une todo el imperio.

Un mensajero puede recorrer a pie la distancia de Cuzco a cualquier punto del imperio a centenares de kilómetros en solo unos pocos días, cruzando los Andes, a miles de metros de altura.

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Y sin embargo, no conocemos la rueda, ni tenemos animales de tiro… solo nuestras manos,  nuestros brazos y piernas, nuestras herramientas y nuestras técnicas.

Nuestro calendario nos orienta en todas las actividades agrícolas: Nos indica cuándo sembrar, cuándo espantar los pájaros de los sembradíos, cuándo cosechar, cuándo secar el maíz para poder guardarlo, cuándo roturar la tierra, cuándo regarla y cuándo dejarla descansar. También nos indica cuándo hacer los festejos y las ofrendas.

La ceremonia del “chacraconacuy” marca el momento de la fertilización de la tierra, la limpieza y reparación de canales y acequias  y el tiempo de las ofrendas a la «pachamama».

Sembrar y cosechar en las montañas no es sencillo, así que debimos desarrollar un sistema de terrazas, quitando las rocas, fertilizando la tierra, construyendo canales para regarlas… y así, dominamos a la montaña para que Pachamama nos premiara con sus frutos.

Allí cultivamos el maíz y la papa, fuente principal de nuestro sustento, junto con otros vegetales y hortalizas… además de la “hoja sagrada”, la coca, que cultivamos en las regiones más altas y nos provee de la fortaleza necesaria para soportar las jornadas de trabajo en la extenuante atmósfera de la puna.

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Secar el maíz es sencillo… solo debemos esperar un tiempo en la época correcta para poder guardarlo durante varias lunas.

Con la papa es distinto, debimos inventar un proceso para secarla, deshidratándola durante las frías y secas noches de invierno, y convertirla en chuño para poder almacenarla. Es curioso saber que tu ciencia hoy haya redescubierto aquel saber ancestral, y lo use en tus alimentos…

Así, a lo largo de nuestras rutas y caminos, siempre disponemos de alimento para los viajeros en depósitos de reserva y puestos de vigilancia. Si tuvieras que caminar de una punta a la otra del imperio, siempre tendrías un lugar donde guarecerte y reponer tus fuerzas con los frutos de nuestra tierra. Siempre tendrías cálidos ponchos para protegerte en las frías noches,  un refugio, alimento y agua. Nadie está desamparado en la inmensidad de los imponentes Andes si transita un camino inca.

Para fertilizar nuestros campos de siembra, caminamos hasta la costa y recogemos el guano que las aves marinas depositan en las rocas donde anidan, pero nunca tomamos mucho, sino apenas lo necesario para cada siembra, cuidando de ese modo que tengamos para el próximo año. Luego lo distribuimos entre todos los Ayllu para que cada uno pueda tener una buena cosecha.

Domesticamos a las llamas las vicuñas y las alpacas, que además de su carne nos ofrecen su valiosa lana para nuestra vestimenta. Sin embargo, cuidamos mucho que los animales tengan tiempo de reproducirse, y solo los consumimos si hay abundancia, en algunas épocas del año.

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Nuestra cultura

Nosotros somos una dualidad. Nunca existe una sola palabra para definirnos.

Somos «hanan o urin», «alaasa o massaa», «uma o urco», «allauca o ichoc».

Somos hombre y mujer, somos adentro y afuera,  somos cerca y lejos, somos delante y detrás… somos distintos pero complementarios.

Nadie está solo y nadie es perfecto por sí mismo. Somos duales.

Cada Inca tiene su Colla, cada jefe su complemento, cada curaca su contraparte y ambos toman decisiones juntos.

Nuestra sociedad es jerárquica pero distributiva. Cuanto más poder tienes mas obligaciones debes respetar. Si bien existe la nobleza de sangre para los herederos del Inca, también puedes ser noble de privilegio, por tus méritos y servicios.

Si conquistamos una nueva región, nuestros hijos formarán pareja con las hijas de los conquistados, y mantendremos lazos familiares que nos unan. Respetaremos sus dioses y posesiones, les enseñaremos nuestras técnicas de labranza y conservación, pero les solicitaremos reciprocidad y asistencia en el sostenimiento del imperio.

Nuestros hijos son criados en el Ayllu y a medida que crecen van teniendo pequeñas obligaciones y tareas, asignadas por sus padres. Cuando los hijos toman esposa, se transforma en un hatun runa (hombre mayor) y forma parte de la población del imperio, adquiriendo obligaciones para con el estado, según sus capacidades y saberes.

Toda nuestra economía se basa en dos pilares: Correcta administración de recursos y justa redistribución de los mismos.

Nadie toma lo que no es suyo o no le corresponde. Nadie ejerce un poder ilegítimo sobre otro.  Nadie toma de la tierra más de lo que necesita. Nadie deja desvalido a un necesitado. Si estás enfermo o lisiado, otros te ayudarán… y tendrás obligación de ayudarlos cuando ellos te necesiten. La posesión de la tierra es un derecho y también un privilegio. Debes cuidarla y mantenerla viva, para que todos puedan beneficiarse de ella. Si no eres merecedor de poseerla, el Inca la  cederá a otros que tengan el mérito de poseerla. Se te entregará la cantidad de tierra que necesites para mantener sin problemas a tu familia y tu Ayllu, pero también deberás trabajar las tierras del estado y las del culto a los dioses.

Si necesitas algo que no tienes, siempre puedes intercambiar algo que tengas en exceso. Así conseguirás pescado, ropa de lana, algodón o sal… solo debes ir al mercado.

Cada Ayllu entrega al Inca sus excedentes, y recibe a cambio protección y asistencia en épocas de escases. En época de plagas o catástrofes, otros pueblos te proveerán de sustento y ayuda hasta que puedas retomar tu producción habitual, y el estado te ofrecerá los hombres necesarios para recuperar tus tierras.

Nuestra arquitectura se basa en la piedra. Con ella nuestros talladores levantan paredes haciendo encajar perfectamente una sobre otra sin el menor espacio entre ellas. Así aseguran su fortaleza ante los frecuentes temblores de tierra.

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Nuestros arquitectos planifican las obras haciendo maquetas de barro que luego serán reflejadas en las obras públicas de cada centro administrativo, en cada región del imperio. En las costas, donde no abunda la piedra, el adobe es nuestra materia prima.

Nuestros dioses son quienes nos cuidan y protegen, y a ellos les debemos respeto y tributo, ellos nos reconfortan en la desgracia y premian nuestros méritos con la abundancia.

Nuestro arte es colorido… nos gustan los tonos fuertes y las plumas brillantes.

Nuestras mantas y vestidos reflejan nuestra alegría y contagian nuestra cultura.

Nuestros orfebres conocen las técnicas para trabajar la plata y el oro, y nuestros artesanos dominan la producción del cobre, bronce y hierro para fabricar nuestras herramientas.

Nuestra música tiene cinco notas, y nos acompaña en nuestros cantares con las quenas , las tinyas, y la zampoña.

Para administrar nuestras cosechas, nuestros recursos y posesiones,  para distribuir los excedentes y ser justos en el reparto de alimentos, nos ayudamos de quipus y yupanas para hacer los cálculos.

Mediante nudos y colores, podemos representar toda una variedad de cálculos y conceptos que nos ayudan a transmitir órdenes y conservar registros de todo el imperio.

Tan eficiente son como instrumentos que con su variedad de cuerdas, posiciones, colores y nudos, permiten más de ocho millones de combinaciones.  Un quipu bien anudado es más completo que cualquier escrito que conozcas.  No necesitamos entonces una escritura alfabética como la que usas para poder comunicarnos y mantener al día nuestra economía.

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Solo los quipucamayoc eran responsables de los quipus, y su conocimiento y destreza muy respetados.  Solo los mas ancianos  llegaban al dominio perfecto de la técnica de registro, para conservar la estadística de todo el imperio.

Es curioso que el hombre blanco tuviera temor de éste conocimiento y destruyera nuestros quipus, y con ellos gran parte de nuestra historia.

Hablando de tu raza… creo que no hace falta que te cuente lo que hicieron con mi pueblo.  Seguramente lo sabes, y no es grato recordarlo.

No te preocupes ahora, no te juzgo por lo que hicieron tus ancestros… ellos no comprendían nuestra cultura, o quizá no les interesaba comprenderla. Estaban más ocupados en conseguir nuestro oro y plata, o en imponernos un dios que no nos pertenecía.

Solo permíteme, como cierre de ésta historia, no ser yo el que hable… voy a dejar que lo haga el ultimo descendiente de los conquistadores que conoció nuestra cultura: Don Mancio Serra de Leguisamo, quien en 1589 escribía:

 … que entienda Su Majestad Católica que los Incas los tenían gobernados de tal manera, que en todos ellos no había un ladrón ni hombre vicioso, ni hombre holgazán, ni una mujer adúltera ni mala; ni se permitía entre ellos ni gente de mal vivir en lo moral; que los hombres tenían sus ocupaciones honestas y provechosas; y que los montes y minas, pastos, caza y madera, y todo género de aprovechamientos estaba gobernado y repartido de suerte que cada uno conocía y tenía su hacienda sin que otro ninguno se la ocupase o tomase, ni sobre ello había pleitos…

… y que los Incas eran tenidos y obedecidos y respetados por sus súbditos como gente muy capaz y de mucho gobierno…

…y que en estos hallamos la fuerza y el mando y la resistencia para poderlos sujetar y oprimir al servicio de Dios nuestro Señor y quitarles su tierra y ponerla debajo de la real corona, fue necesario quitarles totalmente el poder y mando y los bienes, como se los quitamos a fuerza…

… y que entienda Su Majestad que el intento que me mueve a hacer esta relación, es por descargo de mi conciencia, y por hallarme culpable en ello, pues hemos destruido con nuestro mal ejemplo gente de tanto gobierno como eran estos naturales, y tan quitados de cometer delitos ni excesos, así hombres como mujeres, tanto por el indio que tenía cien mil pesos de oro y plata en su casa, y otros indios dejaban abierta y puesta una escoba o un palo pequeño atravesado en la puerta para señal de que no estaba allí su dueño, y con esto, según su costumbre, no podía entrar nadie adentro, ni tomar cosa de las que allí había…

…y cuando ellos vieron que nosotros poníamos puertas y llaves en nuestras casas entendieron que era por miedo a ellos, porque no nos matasen, pero no porque creyesen que ninguno tomase ni hurtase a otro su hacienda; y así cuando vieron que había entre nosotros ladrones y hombres que incitaban a pecado a sus mujeres e hijas nos despreciaron.

…y esto toca a Su Majestad, para que descargue su conciencia, y se lo advierte, pues no soy parte para más; y con esto suplico a mi Dios me perdone; y muéveme a decirlo porque soy el postrero que  muere de todos los descubridores y conquistadores, que como es notorio, ya no hay ninguno, sino yo solo en este reino, ni fuera de él, y con esto hago lo que puedo para descargar mi conciencia

Ya no estamos… nos hemos ido.

Quizá tu puedas mantener vivo nuestro recuerdo en tu estirpe.

Si puedes hacerlo, si permites que tus futuras generaciones sepan de nosotros, de algún modo sobreviviremos…

y los incas te estaremos agradecidos.

Nota de autor: «Este NO es un relato histórico sino una hipotética narración subjetiva hecha por un inca, describiendo aquella cultura desde su propio punto de vista.»

Este artículo nos lo envía Daniel Hazeldine. Ingeniero químico de profesión, docente por vocación, divulgador por pasión.Vive y hace docencia en un colegio técnico en una pequeña ciudad del interior de Argentina. Podéis visitar su blog Curioseantes y seguir sus actualizaciones en su twitter @curioseantes.

Puedes leer todos los artículos en Naukas de la serie “Soy…” de Daniel en este enlace.

Fuentes:

https://genderinincaempire.wikispaces.com/

https://es.wikipedia.org/wiki/Imperio_incaico

https://es.wikipedia.org/wiki/Inca

http://organisocial-carlos.blogspot.com.ar/2012/04/los-hatun-runas-hatun-runa-era-el.html

http://martinalanya.blogspot.com.ar/2009/06/hatun-runa-el-individuo-en-la-economia.html



Por Colaborador Invitado, publicado el 31 octubre, 2016
Categoría(s): Divulgación • Historia