Zoco de Astronomía: En los confines de Orión

Por Ángel R. López Sánchez, el 12 enero, 2017. Categoría(s): Astronomía • Ciencia

Versión íntegra del artículo originariamente publicado el domingo 11 de diciembre de 2016 en el Suplemento «El Zoco» de Diario Córdoba.

Entre las 88 constelaciones en las que arbitrariamente hemos dividido todo el firmamento hay una que destaca. Se trata de la que representa al gran cazador celeste, el gigante Orión. Sobre él nos llegan varias leyendas de la mitología griega. Algunas historias defienden que Orión perseguía a las Pléyades, las hijas de titán Atlas, que aparecen en el cielo sólo una hora antes que Orión.

Otras versiones mitológicas afirman que Orión tuvo problemas con la diosa Artemisa. Mientras algunas variantes de esta historia dicen que Artemisa mató a Orión con una flecha, otras cuentan que la diosa envió un escorpión a que persiguiera y matara al gigante. En esta versión hay una relación de Orión con la constelación del Escorpión: desde el hemisferio norte ambas no se pueden ver jamás a la vez en el cielo. Orión se oculta sobre el oeste justo antes de que Escorpión se levanta sobre el este, ambos en eterna persecución.

La constelación de Orión es la reina de las noches invernales. En esta época del año se puede ver durante casi toda la noche. No es de extrañar que esta constelación sea tan llamativa. Tres estrellas de brillo muy parecido y casi perfectamente alineadas (el “Cinturón de Orión”: Alnitak, Alnilam y Mintaka, que siempre señalan el Este al salir y el Oeste al ponerse al encontrarse justo sobre el Ecuador Celeste; en la cultura popular también se las conoce como “Las Tres Marías” o “Los Tres Reyes Magos”) aparecen centradas dentro de un rectángulo formado por cuatro estrellas notables: la supergigante roja Betelgeuse y la gigante azul Bellatrix (los “hombros del Cazador”) por la parte superior y Saiph y la supergigante azul luminosa Rigel, la estrella más brillante de la constelación (los “pies del Cazador”) en la parte inferior.

Un grupo de estrellas dirigidas por Meissa constituyen la Cabeza de Orión, mientras que una alineación de astros más débiles hacia el oeste trazan una especie de escudo (con el que Orión se defiende del Toro Celeste) y otro sutil grupo de estrellas al este forman el brazo del Cazador, que suele portar una maza o un garrote. Además, tres débiles astros por debajo del Cinturón conforman la “Espada de Orión”: el objeto central no es una estrella sino una nebulosa, M 42, la Gran Nebulosa de Orión, que podemos distinguir perfectamente a simple vista si la contaminación lumínica de la noche no es muy intensa.

Pero la constelación de Orión esconde muchas más joyas. Imágenes profundas (de larga exposición) revelan que esta zona del cielo es muy rica en nebulosas (que en fotografías convencionales aparecen brillando en color rojo) y cúmulos estelares jóvenes. No habría que sorprenderse por ello: Orión se encuentra dentro del plano de la Vía Láctea, nuestra Galaxia.

Imagen de gran campo de la constelación de Orión y alrededores obtenida combinando 44 tomas de 5 minutos de exposición cada una conseguidas con una cámara digital Astro-A7s y un objetivo de 35 mm. Las imágenes se obtuvieron el 24 de noviembre de 2016 desde Tefía (Fuerteventura). Crédito de la imagen: Iko Margalef.
Imagen de gran campo de la constelación de Orión y alrededores obtenida combinando 44 tomas de 5 minutos de exposición cada una conseguidas con una cámara digital Astro-A7s y un objetivo de 35 mm. Las imágenes se obtuvieron el 24 de noviembre de 2016 desde Tefía (Fuerteventura). Crédito de la imagen: Iko Margalef.

Esta fantástica toma la consiguió el astrónomo aficionado castellonense Iko Margalef desde Tefía (Fuerteventura) el pasado 24 de noviembre. Iko combinó 44 tomas de 5 minutos de exposición cada una obtenidas con una cámara digital Astro-A7s y un objetivo de 35 mm para conseguir detectar las estructuras de gas difuso de la constelación de Orión y alrededores.

En realidad, la Gran Nebulosa de Orión no es más que la punta del iceberg de todo el complejo de nebulosas y cúmulos estelares que posee esta región celeste. Justo al lado de Alnitak se encuentra la Nebulosa Cabeza de Caballo y la Nebulosa de la Llama, que conducen al amasijo brillante de gas que es la propia Nebulosa de Orión. Al este de la constelación se descubre un largo arco de gas difuso: el Bucle de Barnard, que se cree se originó en la explosión de una supernova hace unos 2 millones de años.

La Cabeza de Orión aparece ahora brillando en rojo: en efecto, alrededor de Meissa se encuentra la nebulosa Sh2 264. Meissa y las estrellas a su alrededor se han formado recientemente de esta nube de gas. En la imagen también se aprecian la nebulosa Sh2 261 (en “la maza” de Orión) y la famosa nebulosa Rosetta (a la izquierda de la rojiza Betelgeuse, aunque técnicamente esta nebulosa pertenece a la constelación de Monoceros, el Unicornio Celeste).

Estas imágenes profundas, aparte de transportarnos a los confines de constelaciones emblemáticas como Orión, nos confirman la belleza del Universo del que formamos parte.



Por Ángel R. López Sánchez, publicado el 12 enero, 2017
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