¿Cuál es el hecho más fascinante del Universo?
Desde mi punto de vista uno de los hechos más fascinantes del Universo es la comunicación. Cuando hablo de comunicación me refiero a cualquier forma de transmitir un mensaje entre un mensajero y un receptor que produzca un cambio en este último. Como ven esto no se refiere sólo a comunicación entre una madre y su hijo cuando tiene que limpiar su habitación. Hablo de una definición más abierta. Hablo de comunicación entre humanos, otros animales e incluso objetos artificiales.
Posiblemente el primer acto de comunicación fuese el intercambio de información genética, ADN o ARN, entre quizá dos bacterias, dos virus o posiblemente dos hebras de ácidos nucleicos libres. Para que exista comunicación, y creo que este es el verdadero hecho importante, ha de aparecer un “él” fuera del “yo” en el universo. Y percibir un “él” no necesita de conciencia, podemos remontarnos millones de años para jugar imaginando la primera comunicación, la primera interacción.
Es el hecho de interactuar unos seres vivos con otros lo que nos ha permitido desarrollar cosas tan fascinantes como la competición, la agresión, el lenguaje, o incluso el pensamiento abstracto. Aunque es cierto que podemos pensar en diferentes módulos de desarrollo de la mente, ésta, tal y como la conocemos, necesita de otros para existir. Y de existir una mente que viva en soledad, podemos suponerle un escaso desarrollo dado el tiempo que corregir cada error podría costarle. No sabemos de una mente que haya aprendido a interpretar el universo en soledad.
El desarrollo de la mente nos ha permitido imaginar infinitos mundos y realidades e infinitas posibilidades, de donde emergen todos nuestros temores y placeres. El mundo del que hablamos y en el que pensamos puede ser sólo un tenue reflejo del real o a veces puede describirlo con precisión, pero adopta en cada ser vivo una forma diferente, multiplicando por infinito el universo en el que vivimos, cada ser vivo a su manera. Nada de esto hubiera ocurrido sin la comunicación. Y sin comunicación es posible que aparezca vida, pero sin duda, no podría existir esta pregunta a la que todos estamos respondiendo.
Investigadora predoctoral en el programa de Neurociencias de la Fundación Champalimaud, Lisboa. Completó sus estudios en biología en la Universidad Autónoma de Madrid, donde colaboró en el laboratorio de Etología Humana del dto. de Biología. Comenzó su carrera investigadora en el Instituto Cajal, en el laboratorio de Neuroetología.
Ha participado en proyectos de investigación en el dto. de Neurobiología celular de la Universidad Georg-August de Göttingen, Alemania y en el dto. de Biología Molecular, Weizmann Institute of Science, Israel. Su investigación actualmente se centra en el estudio de varias áreas en el cerebro vertebrado involucradas en la evaluación de los estímulos relevantes para el comportamiento social.