Parte de guerra: los semáforos que te llevas a la boca

Por Colaborador Invitado, el 23 marzo, 2017. Categoría(s): Actualidad • Divulgación

semáforo

Aunque quizá no lo adviertas, en este momento se libra una batalla ya nada soterrada sobre qué te cuentan los productos alimentarios que habitan los anaqueles de un supermercado. La espita para el gran público la abrió Reino Unido en 2007, cuando adoptó el Semáforo Nutricional, un sencillo código de colores que, ¡desde el frontal del envase!, te cuenta si tal o cual producto tiene sus grasas, grasas saturadas, azúcares y sal en rojo, en ámbar o en verde, erigiéndose en un ariete que desbroza el camino de los consumidores hacia mejores elecciones alimentarias y, al cabo, hacia un mejor estado de salud1. No es broma la cosa.

En 2011 se debatió en el Parlamento Europeo la implantación de este sistema para toda la UE, pero no prosperó. Obviamente, la gran industria alimentaria mostró un fuerte rechazo a esta posibilidad: tan fuerte que, según informes2 y referencias publicadas3 en la literatura científica, gastó nada menos que entre 1.000 y 1.400 millones de euros para evitarlo, siendo considerado uno de los mayores movimientos lobistas de la historia. Ya dijimos que no era broma.

Se adoptó, en su lugar, lo que hoy tenemos en España: un cuadro de información meramente cuantitativo (que recoge el valor energético y las cantidades presentes en los alimentos de grasas, grasos saturadas, hidratos de carbono, azúcares, proteínas y sal por 100 g/100 ml de producto)4. Si bien más tarde, en un alarde de condescendencia hacia nosotros, los consumidores, la propia industria adoptó una forma alternativa ‘adicional’ para expresar el valor nutricional de sus productos: porcentajes de los diferentes nutrientes según las ingestas de referencia establecidas para cada uno de ellos5. Es decir, que tenemos números (obligatorios) y porcentajes (si quiere el fabricante) en la parte trasera (y, si conviene al fabricante, también delantera) de los envases, en lugar de colores y símbolos siempre en la parte frontal.

Pero esta batalla no ha acabado, en absoluto: Reino Unido ya va por su tercera versión6 del Semáforo (de implantación voluntaria pero hoy presente en 2/3 de toda su oferta alimentaria), y otros países (los más recientes Ecuador y Bolivia) siguen adoptando símbolos cualitativos que iluminen las decisiones de los consumidores7. Al fondo, contempla la escena el logotipo Key Hole (‘ojo de cerradura’) que, ¡desde 1989!, identifica las opciones alimentarias más saludables para los consumidores suecos (luego emulado por Dinamarca y Noruega)8.

Ahora, en una nueva vuelta de tuerca, Francia acaba de anunciar su propio modelo: el 5C NutriScore, etiquetado cualitativo que, aunque también voluntario y aún sin plazos de aprobación y entrada en vigor, ha sido calificado como «una gran victoria para la salud pública y para la información del consumidor» por la ministra francesa de Salud. No comparten su entusiasmo ni, lógicamente, la patronal francesa de alimentación y bebidas (que no le ve la utilidad a la cosa para la salud pública) ni, paradójicamente, el ministro galo de Agricultura (que lo considera un estigma para ciertos alimentos)9. Quizá te suene rara esta disonancia entre compañeros de gabinete; insistimos, esto no es broma.

El giro inesperado

Pero las cosas han dado un giro inesperado. Seis gigantes de la industria alimentaria han sorprendido estos días con el anuncio de que promoverán motu proprio un sistema de etiquetado nutricional cualitativo en sus productos, «inspirado» (sic) en el Semáforo Nutricional británico, sí, el mismo, que tan costosamente la Big Food y la Big Soda combatieron hace menos de una década; y dice que lo harán para «ayudar a los consumidores a tomar decisiones equilibradas y conscientes». Bien, ¿no? Pues, aun reconociendo este paso, algunas voces del ámbito científico, de la salud y de defensa de los consumidores no lo ven tan claro10, porque lo poco que se sabe es que:

  • asignarían los colores en función de la porción de consumo (en lugar de por cada 100g/100 ml de producto, como hace mayoritariamente el modelo británico)
  • el criterio de la porción de consumo no está regulado, quedando a criterio del propio fabricante, a quien obviamente, en el caso de productos cuyo consumo no esté diferenciado en porciones, le interesaría fijar en el etiquetado tamaños pequeños
  • en base a lo anterior, la aplicación de este modelo, en la práctica, permitiría ‘suavizar’ la calificación de color que le correspondería a un producto si considerásemos las cantidades reales medias consumidas en cada ingesta
  • los colores que se usarán “podrían” (según han reconocido) variar con respecto al modelo semafórico original: ¿alguna apuesta respecto a que el rojo no formará parte de este particular semáforo?

En todo caso, y a expensas de saber más detalles, sería deseable retomar la antigua batalla para la implantación obligatoria de un sistema de etiquetado cualitativo a escala europea (el semáforo u otro semejante), evitando dispares iniciativas individuales de cada país comunitario u otras menos clarificadoras de la propia industria en una suerte de autorregulación. Y esto último es peligroso, que no lo digo yo, lo dice la saliente directora general de la Organización Mundial de la Salud, Margaret Chan (a quien en algún momento habrá que erigirle bustos por doquier):

«Estoy profundamente preocupada por (…) el esfuerzo de la industria para dar forma a las políticas y estrategias de salud pública que afectan a sus productos. Cuando la industria está involucrada en la formulación de políticas, tengan la seguridad de que las medidas de control más eficaces serán menospreciadas o excluidas por completo. Esto también está bien documentado y es peligroso (…). La formulación de políticas de salud debe ser protegida de la distorsión de intereses comerciales o creados»11.

Por estos lares

A nivel gubernamental nuestros sucesivos gobiernos nunca han manifestado interés alguno en adoptar o promover etiquetados alternativos en España. Sin embargo, curiosamente, nuestra estrategia nacional de lucha contra la obesidad infantil sí que utiliza el Semáforo Nutricional británico para determinar la calidad de los productos alimentarios que se publicitan ante los niños españoles12.

Como no conocemos ningún resultado público al respecto, el firmante de estas líneas y  algunos compañeros de una titulación de postgrado sobre la materia nos lanzamos modestamente a ello: desvelar el perfil del semáforo de la publicidad alimentaria que día tras día impacta contra los teleespañolitos. El trabajo y sus resultados se hallan en proceso de revisión por parte de una revista científica para su posible publicación; entretanto, si te pica la curiosidad, aquí te cuento algunos —no por intuidos menos espeluznantes— hallazgos colaterales13. Sí, esta batalla, no es ninguna broma.

Este artículo nos lo envía Félix A. Morales, sanitario y periodista científico. Responsable del blog Concísate | Divulgación sobre Consumo, Ciencia y Salud. Dedicado, desde Canarias, a la promoción comunitaria de la salud y la comunicación científica, ha investigado sobre el binomio alimentación-publicidad y su incidencia especialmente entre los niños. Puedes encontrarlo en la red en: www.concisate.es, www.facebook.com/Concisate y www.twitter.com/concisate (@concisate)

 

Referencias:

  1. Food Standards Agency (FSA). Food, Using Traffic Lights to Make Healthier Choices. United Kingdom, 2007. (último acceso 20 marzo de 2017).
  2. A red light for consumer information. The food industry’s €1-billion campaign to block health warnings on food. Corporate Europe Observatory, June 2010. (último acceso 20 de marzo de 2017).
  3. Mindell, JS; Reynolds, L; Cohen, DL; McKee, M (2012) All in this together: the corporate capture of public health. BMJ (Clinical researched), 345. ISSN 0959-8138 DOI: 10.1136/bmj.e8082. Disponible en: http://researchonline.lshtm.ac.uk/612239/1/bmj.e8082.full.pdf (último acceso 20 de marzo de 2017).
  4. Reglamento (UE) No 1169/2011 del Parlamento Europeo y del Consejo de 25 de octubre de 2011 sobre la información alimentaria facilitada al consumidor. Disponible en: https://www.boe.es/doue/2011/304/L00018-00063.pdf (último acceso 20 de marzo de 2017).
  5. Federación Española de Industria de Alimentación y Bebidas, Guía sobre la información alimentaria facilitada al consumidor. Reglamento (UE) Nº 1169/2011, marzo 2014. Disponible en:  (último acceso 20 de marzo de 2017).
  6. Department of Health. Food Standards Agency (FSA). Guide to creating a front of pack (FoP) nutrition label for pre-packed products sold through retail outlets. United Kingdom, junio de 2013. (último acceso 20 de marzo de 2017).
  7. Federación Iberoamericana de Nutrición. Perfiles nutricionales: intencionalidad científica versus impacto real en salud pública. Informe Científico-Técnico FINUT 01, 2016.  (último acceso 20 de marzo de 2017).
  8. VSF. Justicia Alimentaria Global. Planeta Azúcar. Barcelona, 2014. (último acceso 20 de marzo de 2017).
  9. FoodNavigator.com. (2017). 5-C NutriScore to be France’s official nutrition label. [online]   (ultimo acceso 20 de marzo de 2017).
  10. FoodNavigator.com. (2017). Six industry giants to launch UK-style traffic light labels in Europe. [online]  (ultimo acceso 20 de marzo de 2017).
  11. World Health Organization. WHO Director-General addresses health promotion conference, 2013 [online] (último acceso 21 de marzo de 2017).
  12. Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad. Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, Evaluación y seguimiento de la Estrategia NAOS: conjunto mínimo de indicadores. 2011. (último acceso 20 de marzo de 2017).
  13. Morales F A, Concísate. (2017). 13 horas y media: tribulaciones de un adulto ante la publicidad que seduce a nuestros hijos. [online]  (último acceso 20 de marzo de 2017).


Por Colaborador Invitado, publicado el 23 marzo, 2017
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