Estimada lectora, perdona esta falta de humildad de este cronista. Hay pocas cosas que a estas alturas sorprenda a quien esto escribe en la historia de la ciencia en general, y de la química en particular. Sin embargo, descubrir que M era Mazarredo (sí, el de la avenida en Bilbao), y que James Bond en realidad se llamaba Juan José, realmente ha sido algo que no me esperaba: De cañones, cátedras y espías
Puede que ello venga de la costumbre de que las cosas chulas las hagan suecos, franceses, británicos o alemanes como Libavius y el primer libro de texto químico.
Esta semana hemos tenido tecnologías a la última basadas en ideas muy antiguas, verbigracia: La pantalla de tu móvil solo tiene tres colores, Las ráfagas rápidas de radio y las velas láser alienígenas, ASTERiaS: navegando a vela en los mares de Titán.
También tecnologías y hallazgos asociados que adelantan el futuro: LHCb descubre cinco nuevas resonancias bariónicas encantadas, El duro camino de D-Wave hacia la supremacía.
Hasta adivinanzas ha habido: ¿En qué se parecen El helio superfluido y los agujeros negros?
Las maravillas de la evolución vuelven a sorprender a más de uno: Historia mínima de la complejidad animal, El asombroso pez de cabeza transparente
Y los intríngulis de la historia de la ciencia vuelven a poner de manifiesto un entramado fascinante: Las cartas de Darwin: ¿Dejamos que el chaval se vaya de viaje?, El observatorio de Archenhold.
Para acabar, la educación basada en la evidencia reclama su espacio y una reflexión sobre cómo se está educando: Por qué los niños preguntan “por qué” y qué constituye una buena explicación, La ciencia perdida: los curiosos casos de los protocolos de TDAH y de leer.es
Químico. Trabajo en Euskampus Fundazioa con la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU, para la que edito el Cuaderno de Cultura Científica y Mapping Ignorance. Escribo cosas para el Donostia International Physics Center y el Basque Center for Applied Mathematics.