Amanecer en Trántor. Episodio I.
Efectivamente, este artículo con el que debuto de pleno derecho en Naukas va sobre la industria farmacéutica, como podrán deducir de su título (el subtítulo lo explico luego).
Hace unos años me pararon en la plaza de Santa Ana, en el centro neurálgico del Barrio de las Letras de Madrid. Una señorita me pedía que le firmara un panfleto en contra de la investigación que realizan las farmacéuticas. Las malvadas farmacéuticas. La farmafia. Sus pretensiones era migrar la investigación y desarrollo de medicamentos desde el Imperio del Mal hasta el Gobierno de nuestro país. Algo así como “cubanizar” o “patarroyizar” la investigación de fármacos. Sigamos.
Gemma del Caño tiene un blog que se titula “Cartas desde el Imperio”, en el que de fondo de imagen aparece un stormtrooper. Esta boticaria subtitula su blog “Una visión de la industria alimentaria desde dentro”. Gemma, permíteme la licencia de profundizar en tu propuesta ¿Hay mayor imperio que el de la industria farmacéutica? ¿Y hay mejor Imperio entre todas las sagas de ciencia ficción que el Imperio Galáctico de Isaac Asimov? Así que me permito, espero que no te moleste, subtitular a esta serie de artículos a futuro “Amanecer en Trántor”, un oxímoron en sí mismo.
Pero vayamos a lo que nos ocupa ¿Qué cuesta fabricar un Airbus A380? Este tetrarreactor con capacidad para más de 500 personas es el avión comercial más grande del mundo. Mide 73 metros y tiene una altura de 24. Es decir, la altura aproximada de un edificio de 8 pisos. O la altura del dinosaurio Dreadnoughtus schrani, para los geeks que leen Naukas. Y un área de 478 metros cuadrados, un poco menos de la décima parte de la unidad por excelencia, esto es, el área mínima de un campo de fútbol para un encuentro internacional, según la FIFA.
El proyecto del Airbus A380 empezó a gestarse en el año 1988. El primer vuelo comercial se realizó el 25 de octubre de 2007. Sí, casi veinte años más tarde de que empezarán los primeros diseños. Aunque el presupuesto original del proyecto era de unos 8.000 millones, finalmente la cifra alcanzó casi el triple de las previsiones. Hoy en día cientos de A380 sobrevuelan los cielos de todo el mundo. Según el catálogo de Airbus en 2015, el precio de un A380 es de unos 428 millones de dólares por unidad. En unidades internacionales, un A380 equivale a 1,92 Neymares junior.
Y… ¿Cuánto vale una caja de 28 comprimidos de simvastatina de 20 mg? Pues exactamente 1’58€, esto es 5’6 céntimos por pastilla. Sorprende lo barata que es ¿Verdad? ¿Pero cuánto cuesta poner un nuevo medicamento en el mercado? Vayamos a las fuentes. Según Farmaindustria, investigar y desarrollar un nuevo medicamento nos cuesta de media (les cuesta a ellos, luego hablaremos de esto), 2.425 millones de euros, es decir, dos presupuestos y medio de investigación y desarrollo en España para el año 2017, o lo que es lo mismo (sí, sé que lo estabais esperando), unos 11 neymaresjunior.
Ahora recordemos a la señorita de la plaza Santa Ana. Tal vez ella desconozca que necesitaríamos como un tercio del presupuesto anual español de I+D de un año para desarrollar un medicamento. Si tuviéramos suerte claro está. Por su parte el gasto total de la investigación farmacéutica anual de todo el planeta superó en 2015 los 140.000 millones de euros, esto es, más que la fabricación de 300 Airbus A380, o 630 neymaresjunior. Os recuerdo, 1 neymarjunior es aproximadamente medio Airbus A380, para los que estéis siguiendo la explicación en neymaresjunior.
Al dinero se debe sumar otra variable a la ecuación; el tiempo. La investigación y desarrollo de un fármaco requiere una media de 13 años y unos 7 millones de horas de trabajo. Si calculamos que un trabajador (tiremos por lo bajo), trabaja unas 1.500 horas al año, eso supone unos 360 trabajadores a tiempo completo durante 13 años consecutivos. O unos 100 autónomos. Ya me dirán pues.
Pero no pasa nada. Tiramos para adelante. Si decidimos invertir esos casi 2.500 millones de euros, con un poco de suerte dentro de unos 14 ó 15 años empezaremos a rentabilizar nuestra inversión ¿o no? Pues no necesariamente. Primero el fármaco tiene que llegar al mercado. Y eso ocurre en un número discreto de veces. En 2015, de las más de 7.000 moléculas que estaban en desarrollo sólo fueron autorizadas 44 nuevas medicinas. Es decir, tenemos aproximadamente un 0,6% de posibilidades de recuperar la inversión (ganar dinero es el siguiente nivel cuántico) ¿Cierto? Pues tampoco. De cada 5 medicamentos que llegan a nuestra farmacia, tan sólo uno de ellos generará más ingresos que los costes medios. Que me corrijan los matemáticos, la probabilidad de tener beneficio económico en el desarrollo de fármacos es de 0,6% entre 5, es decir, 0,12%. O lo que es lo mismo, en el 99,88% de los casos fracasaremos.
Pero entonces, ¿Porqué se siguen desarrollando fármacos? Volvamos a la simvastatina, por seguir con el ejemplo. Es lo que en el argot se conoce como un blockbuster. Es decir, un fármaco que ha sobrepasado todas las expectativas de venta. Un medicamento que ha sido usado por cientos de millones de pacientes durante décadas. La piedra filosofal de la farmacia. La simvastatina es un fármaco desarrollado por Merck y que fue aprobado por la Food & Drug Administration americana en el año 1998. Sólo en el año 2005, el año previo a expirar la patente, Merck facturó 4.400 millones de dólares por este medicamento. Otra estatina, la atorvastatina de Pfizer (cuyo nombre comercial es Lipitor), superó en 2013 los 140.000 millones en ventas acumuladas (fue aprobado para su uso en 1996). Así que si triunfas, triunfas. Y es por eso por lo que las farmacéuticas se dedican a este negocio. O sea, que de repente descubrimos que las farmacéuticas trabajan para ganar dinero. Algo sorprendente, la verdad. Aunque con un poquitito de riesgo, como hemos visto.
Pero el negocio farmacéutico tiene otro efecto colateral que, seguramente, nos interesa a todos. La industria farmacéutica, junto con otros actores del mundo civilizado, ha conseguido aumentar espectacularmente la esperanza de vida. Por poner un par de ejemplos (y según el Banco Mundial) entre 1960 y 2015 en la Unión Europea la esperanza de vida pasó de 69 a 81 años, y en países pobres muy endeudados de 40 a 62. No está mal, la verdad. Pero es que ahora mismo cada 4 segundos la esperanza de vida global aumenta la friolera de 1 segundo. Otro dato; gracias a los fármacos contra el cáncer desarrollados entre 1975 y 1995, hemos conseguido aumentar la esperanza de vida de estos pacientes más de un 10%. Bien ¿no? Y otro indicador si me permiten, el Imperio del Mal genera 200.000 empleos (directos, indirectos e inducidos) sólo en España.
Y todo esto es lo que se me pasó de repente por la cabeza cuando aquella señorita me dijo que firmara el panfleto antifarmacéutico. En ese preciso momento en mi cabeza empezaron a caer números y más números al estilo Matrix. Pensé en explicarle todo esto en neymaresjunior, o en presupuestos de I+D, o en campos de fútbol. Pero no pude, permanecí callado, la miré y le hice un amago de despedida que ella interpretó como la más vil carencia de solidaridad y de humanidad frente al Imperio del Mal, cuya capital todos sabemos que se encuentra en el planeta Trántor. Qué le vamos a hacer.
P.D.: Quiero pedir disculpas desde aquí a todos los naukers asistentes al evento del 2017; aunque lo he intentado no he sabido meter a Donald Trump en todo este post.
Referencias:
[1] Farmaindustria. “El valor del medicamento”. www.farmaindustria.es/web/el-valor-del-medicamento/
[2] Banco Mundial. “Esperanza de vida al nacer”. https://datos.bancomundial.org/indicador/SP.DYN.LE00.IN
[3] Forbes. “The best selling drugs since 1996 – Why AbbVie’s Humira is set to eclipse Pfizer’s Lipitor”.
Científico de formación y espíritu. He trabajado como docente, investigador y gestor de proyectos y equipos en centros públicos y en la empresa privada desde el año 1994. Me interesa todo lo que tiene que ver con la ciencia y la tecnología, y de cómo se pueden potenciar estas disciplinas para generar una mejor calidad de vida para los ciudadanos. He dedicado gran parte de mi carrera científica a la investigación sobre alzhéimer y al desarrollo de fármacos. Actualmente dirijo una fundación de investigación biomédica.