Rockefeller, Alabama y el asesino americano

Por Colaborador Invitado, el 11 octubre, 2017. Categoría(s): Biología • Divulgación • Medicina

parasito

A principios del siglo XX, John D. Rockefeller, ya retirado (oficialmente) de sus negocios petroleros, viajaba como cada año desde Nueva York hasta Florida para pasar sus vacaciones de invierno con amigos. Durante el camino, cuentan los rumores, que señaló a sus acompañantes la aparente holgazanería que veía en los trabajadores del sur. Habían pasado más de cuarenta años desde el final de la Guerra Civil que enfrentó a Yankees y Confederados, pero los trabajos de reconstrucción del país seguían sucediéndose. Mr. Rockefeller tenía varios negocios y muchos intereses en el Sur, especialmente expandiendo sus refinerías por todo el país, por lo que “estos sureños vagos” y su “falta de capacidad para el trabajo” estaban afectando a su bolsillo.

Al mismo tiempo que Mr. Rockefeller creaba (y disfrutaba de) su fortuna, un trabajador del Departamento de Agricultura iba a realizar unos descubrimientos que cambiarían el futuro de la parasitología en EEUU. Charles Wardell Stiles contaba con 35 años cuando presentó sus datos sobre la prevalencia del hookworm (o gusano gancho) y su implicación en lo que él mismo denominó “germen de la holgazanería” en la Conferencia Sanitaria de 1902 celebrada en Washington. De hecho era bien sabido que todas las especies de hookworm se alimentan de la sangre del hospedador, lo que contribuye, especialmente en los casos de elevado parasitismo, a una fuerte anemia (de ahí la teoría de Stiles sobre la “holgazanería” de los sureños). El Dr. Stiles se formó en el campo de la parasitología con el mejor investigador de la época, el alemán Arthur Looss, y, al volver a su tierra en EEUU, comenzó a investigar los parásitos (especialmente el hookworm) presentes en la población estadounidense. Stiles creyó haber encontrado Ancylostoma duodenale, una especie de hookworm que estuvo fuertemente presente en partes del sur de Europa y que ahora está delimitada mayormente al continente asiático. Sin embargo, detectó sutiles diferencias en la morfología del parásito, por lo que lo describió como una nueva especie llamándole Uncinaria americanus. Posteriormente, la especie se redescribió y pasó a llamarse Necator americanus (del latín, el asesino americano). Su trabajo atrajo mucha atención de los medios , e incluso el New York Times publicó una reseña al respecto.

Pero volvamos al campo de los negocios. Mr. Rockefeller pensaba que unos trabajadores sanos producirían más (sus motivos eran puramente económicos, no epidemiológicos, ¡qué sorpresa!), y decidió poner remedio a la infección por estos gusanos. En 1909 Stiles detalló los pormenores de su investigación a Fedrick T. Gates, un consejero de Mr. Rockefeller, y el magnate, convencido por el resto de sus consejeros, decidió poner en marcha la Rockefeller Sanitary Commission for Eradication of Hookworm Disease (RSCEHD- del inglés, la Comisión Sanitaria Rockefeller para la Erradicación del Gusano gancho). De hecho puso 1 millón de dólares (unos 25 millones de los actuales dólares americanos si nos basamos en la inflación del último siglo) para crear la comisión, hacer una serie de estudios epidemiológicos y tratar a la población en estados como North Carolina, Alabama, Georgia, Texas, Virginia y Arkansas entro otros. Nacía así, una de las primeras fundaciones para estudios médicos de EEUU.

La RSCEHD se puso manos a la obra rápidamente realizando estudios epidemiológicos que confirmaron los datos de Stiles (entre un 40-60% de la población se encontraba infectada con N. americanus). Además, realizaron campañas de prevención con ilustraciones y demostraciones (o incluso, más adelante, con vídeos como éste que mostraban en las comunidades), luchaban en la prevención cambiando letrinas o proveyendo de calzado y, lo más importante, trataban a las personas infectadas. El RSCEHD duró cinco años (1909-1914) ya que Gates (el consejero que convenció inicialmente a Rockefeller) presionó al magnate para que terminara el proyecto. Según Gates, se había cumplido el objetivo: en algo menos de la mitad de condados estudiados el hookworm tenía una prevalencia inferior al 20%, bastante menor al 40% o incluso 60% original. Sin embargo, Stiles seguía convencido que había que seguir con el trabajo, puesto que la prevalencia aún era elevada en algunos condados. Rockefeller continuó con su labor filantrópica creando la Rockefeller Foundation International Health Division, que estudiaba otras enfermedades como malaria o la fiebre amarilla además del hookworm y realizó sus análisis en regiones no sólo de EEUU.

Ya en el año 2017, más de 100 años después de los primeros estudios epidemiológicos de Stiles, se acaba de demostrar cómo N. americanus sigue siendo un parásito intestinal autóctono en determinadas regiones de EEUU. En un artículo publicado recientemente en la revista The American Journal of Tropical Medicine and Higyene, diversos autores han realizado un estudio epidemiológico para determinar la prevalencia de parásitos intestinales en zonas del sur de EEUU. Los autores eligieron Lowndes County (Alabama) para su estudio ya que había sido una zona endémica de hookworm además de por su nivel de pobreza y su red de alcantarillado (una red abierta y accesible por personas y animales). Los resultados de este estudio son asombrosos. De las 55 muestras fecales que analizaron, 19 (un 34.5%) fueron positivas frente a N. americanus, aunque también encontraron otros parásitos como Strongyloides stercoralis y Entamoeba hystolytica.

Lo impactante del estudio es que un parásito característico de zonas tropicales que se creía erradicado del país más rico del mundo haya sido encontrado en zonas rurales de Alabama. La brecha de la desigualdad se está haciendo cada vez más grande en países desarrollados, lo que, unido al cambio climático y temperaturas más suaves, está permitiendo que enfermedades infecciosas como algunas parasitosis estén apareciendo de nuevo en lugares donde estaban extinguidas. No se sabe con exactitud la distribución y prevalencia de N. americanus o de otras enfermedades tropicales olvidadas (NTDs – del inglés Neglected Tropical Diseases), en EEUU, pero algunos estudios afirman que puede haber hasta 12 millones de estadounidenses afectados por estas NTDs. El estatus socioeconómico es un factor determinante, y la lucha contra la pobreza y las desigualdades sociales es un aspecto fundamental a la hora de erradicar estas enfermedades.

Este artículo nos lo envía Javier Sotillo (@sotillojavi), licenciado en Farmacia y Doctor en Parasitología por la Universidad de Valencia. Durante mi doctorado estuve en Belfast unos meses aprendiendo microscopía electrónica y desde 2012 soy investigador en la James Cook University de Australia donde me ha tocado aprender a usar espectrómetros de masas. Investigo cómo se relacionan los parásitos con sus hospedadores y cómo podemos desarrollar nuevas dianas terapéuticas y métodos diagnósticos analizando las proteínas y otras moléculas de los parásitos. También soy un reggae-adicto.»

Referencias científicas y más información:

Para todos aquellos que queráis leer más al respecto de la RSCEHD, hookworms y otros parásitos, podéis leer:

Este artículo: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3910046/#bib2

Este libro: People, parasites and plowshares. Dickson D. Despommier. Columbia University Press, New York.

 



Por Colaborador Invitado, publicado el 11 octubre, 2017
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