La apasionante historia de Rjukan (II)

Por Dolores Bueno López, el 13 noviembre, 2017. Categoría(s): Ciencia • Historia • Química

Hoy no hablaremos de la ciencia y la tecnología de los heliostatos sino de aventuras de la Segunda Guerra Mundial. Seguro que a alguno le resultará más interesante esta historia de espías y nazis que la primera parte. A mí, sin embargo, me flipó la idea de iluminar Rjukan por medio de la luz reflejada en 3 espejos. Pero vamos al lío… Resulta que en la Noruega ocupada por los nazis, la planta hidroeléctrica de Sam Eyde llamada Vemork, en Rjukan, fue utilizada para fabricar agua pesada. El agua pesada es una forma de agua que contiene más deuterio (uno de los isótopos del hidrógeno) de lo normal. La presencia de deuterio le confiere distintas  propiedades químicas al núcleo, así como el aumento de masa tiene también un impacto en las propiedades físicas y químicas con relación al agua normal. Uno de los usos del agua pesada es como moderador de neutrones en los reactores nucleares. Significa que ralentiza a los neutrones para incrementar la probabilidad de que reaccionen con el uranio-235 en lugar de con el uranio-238 que no se fisiona. Para fabricar agua pesada se separa la que está normalmente contenida (en una proporción bajísima) en el agua normal por medio de destilación o electrolisis. Este último es el método que usaban en Vemork.

Los Aliados descubrieron que la planta Vemork estaba aumentando considerablemente el ritmo de producción lo que significaba que, si tenían los mismos conocimientos que manejaban en Los Álamos, tendrían rápidamente no solo el material fisible sino la bomba atómica antes que ellos. Aunque contaban con un ingeniero en la planta de Rjukan que era miembro de la resistencia noruega y se dedicaba a usar aceite de ricino para provocar averías y así retrasar la producción de agua pesada, los británicos sabían que esto no era una solución y decidieron destruir la planta.

La planta de agua pesada de Rjukan. Vía Wikipedia
La planta de agua pesada de Rjukan. Vía Wikipedia

La operación llevaba el nombre en clave de “Freshman” y consistía en desembarcar 17 comandos británicos en Noruega donde les esperaban otros cuatro comandos (llamados Grouse) pertenecientes a la resistencia noruega pero que habían sido entrenados en Gran Bretaña. Los de Grouse habían llegado un mes antes saltando en paracaídas y esperaban a los bombarderos… que nunca llegaron.  Los bombarderos se estrellaron y no hubo ningún superviviente: los que no murieron en el acto, fueron capturados y torturados por los nazis (esto no se pudo confirmar hasta el fin de la guerra).

Los británicos no sabían que hacer. Por un lado, los alemanes ya conocían sus intereses en la zona de Rjukan y además el coste de vidas había sido enorme.  Por otro lado, seguían preocupado por el agua pesada… Al final decidieron lanzar otra operación bajo el nombre de Gunnerside. Pero esta vez eligieron hombres que conocían el territorio y que se dedicaron a estudiar los planos de la planta de Norsk a través de microfotografías sacadas clandestinamente de Noruega en tubos falsos de pasta de dientes.

Mientras tanto el comando Grouse sobrevivía en las montañas como podía, esperando nuevas órdenes de Londres. Para alimentarse recurrían a lo que pudieran encontrar, por ejemplo, el “musgo para renos”, un musgo que crece bajo la nieve y es tan ácido que los humanos son incapaces de digerirlo. Se dieron cuenta de que el musgo predigerido en el estómago de un reno que cazaron por Nochebuena era más comestible que el que recogían del suelo (se comieron todo lo que no eran huesos de dicho reno).

"Musgo para renos". Vía Wikipedia
«Musgo para renos». Vía Wikipedia

El primer intento de la operación Gunnerside fue abortado porque el piloto se perdió en las montañas. En la segunda tentativa, aunque el avión volvió a perderse, los paracaidistas con el equipo necesario para volar la planta saltaron del planeador. Al día siguiente localizaron al comando Grouse: de soportar las bajas temperaturas de la tundra estaban casi irreconocibles con sus lasrgas barbas, sus harapos y su palidez. Juntos empezaron a planear el ataque a la planta, que era prácticamente inexpugnable. S encontraba justo por encima del desfiladero del río y la única vía de acceso era un puente sometido a estrecha vigilancia. Sin embargo, gracias a la información de la resistencia noruega supieron que las líneas de ferrocarril que llevaban a la planta estaban sin vigilancia. Mediante fotografías aéreas descubrieron un área boscosa por la que buscaron un camino transitable para subir de las vías del tren a Vemork. El plan era que cuatro hombres se introducirían clandestinamente en la planta para destruir las celdas de agua pesada, mientras otro grupo de cinco estaría como apoyo, y por último el radiotelegrafista preparado para informar a Londres del éxito o fracaso de la misión.

Se pusieron en marcha cargados cada uno con fardos de 30 kilos y llevando con ellos la “píldora de la muerte”, cianuro encapsulado que los mataría rápidamente en caso de ser capturados. Todo fue más difícil de lo planeado sobre el papel: bajar hasta el fondo del desfiladero con la carga que llevaban, cruzar el río que había sufrido un leve deshielo, etc. Pero consiguieron llegar y esperaron al cambio de guardia, consiguiendo pasar delante de la garita inadvertidos. Aunque la puerta principal de acero de la planta estaba cerrada, encontraron un conducto por el que trepar y acceder a un semisótano que les llevó directamente a la sala de producción de agua pesada. Había un guarda de espaldas al que apuntaron e informaron de que destruirían la planta pero él no resultaría herido si cooperaba. Colocaron las cargas explosivas en las 18 celdas de agua pesada revestidas de acero y encendieron las mechas justo cuando aparecía el capataz de la fábrica. Los comandos gritaron al guarda y al capataz que se refugiaran y salieron corriendo por la puerta principal (tenían la llave esta vez). A 20 metros del edificio oyeron la explosión que les pareció muy pequeña aunque fue todo un éxito destrozando las celdas y haciendo perder a los alemanes casi media tonelada de agua pesada.

Sin embargo, los alemanes empezaron a reconstruir la planta, y esta vez tomaron más medidas de seguridad. Los estadounidenses estaban preocupados porque la planta volviera a alcanzar su alto rendimiento y planearon un bombardeo que fracasó por las baterías antiaéreas del enemigo. No consiguieron dañar las celdas, pero 22 noruegos murieron a causa de las bombas. El ataque solo sirvió para que los alemanes decidieran que el riesgo de nuevos bombardeos y actos de sabotaje era demasiado alto y decidieron enviar el agua pesada a Alemania para construir allí su propia planta de producción.

Knut Haukelid. Vía
Knut Haukelid. Vía

La resistencia noruega logró descubrir el itinerario que seguiría el transporte por ferrocarril y descubrieron el punto más débil: el transbordador que cruzaría el lago Tinnjö. Si hundían el transbordador y dado que el lago tenía 400 metros de profundidad, los alemanes no podrían recuperar los bidones. Knut Haukelid, de la resistencia noruega y que había participado también en el ataque a la planta de Vemork, se disfrazó de obrero y calculó el tiempo que tardaba el transbordador en alcanzar la parte más profunda del lago. Había mucha vigilancia alemana en todo el recorrido, pero cuando el equipo de tres hombres liderados por Haukelid subieron al transbordador se encontraron con que solo estaba a bordo la tripulación jugando al póker y no había ningún soldado alemán. Encontraron una sentina donde con bastante dificultad colocaron los explosivos: era muy importante que el transbordador se hundiera muy rápido para evitar la capacidad de reacción del capitán que podría hacer encallar el barco antes de hundirse, aprovechando que el lago Tinnsjö es tremendamente estrecho. Colocaron 8 kilos de explosivos y calcularon que se abriría un agujero de tres metros cuadrados en la borda, que hundiría sin remedio al transbordador. Además, los furgones de tren con el agua pesada estarían en cubierta y rodarían cayendo antes al fondo. Al salir del barco, oyeron al tren que se acercaba con el cargamento de agua pesada. Uno del comando se quedó para controlar que todo funcionara correctamente: si por lo que fuera, se producía algún retraso, desactivaría la bomba para evitar una explosión prematura. La misión fue un éxito, aunque murieron 27 personas de las 54 que iban a bordo. A pesar de los miedos de la resistencia noruega a las represalias de los alemanes con la población civil, estos prefirieron dar por buena la mentira de que habían explotado las calderas del barco que reconocer vergonzosamente que por su descuido otro acto de sabotaje aliado había funcionado.

Investigaciones recientes en un bidón que se pudo recuperar del fondo del lago demostraron que el contenido tenía muy poca agua deuterada. Es decir, que los alemanes hubieran necesitado una cantidad excesiva de la misma para fabricar una bomba atómica.

Referencias

https://en.wikipedia.org/wiki/Heavy_water

Preston, Diana. Antes de Hiroshima. De Marie Curie a la bomba atómica.

 



Por Dolores Bueno López, publicado el 13 noviembre, 2017
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