La pregunta Naukas 2018 – Eugenio Manuel Aguilar

Por Eugenio Manuel, el 20 febrero, 2018. Categoría(s): Naukas
La pregunta Naukas 2018
La pregunta Naukas 2018

¿Qué persona o hecho marcó tu carrera, tu interés por la ciencia o tu investigación? 

Uno de mis primeros quimicefas caseros fue una pequeña televisión en blanco y negro con dos antenas: me pasé horas poniendo patatas y todo tipo de objetos en las puntas para ver qué ocurría. No me interesaba la programación, solo me quedaba embobado viendo los anuncios. Pasó el tiempo y en TVE-1 comenzó una serie que me enganchó por primera vez a la caja tonta. Se trataba nada menos que de MacGyver.

Un niño de diez años que no servía para jugar al fútbol ni para los pulsos que hacían los compañeros en el patio. Hablo de niños en masculino, al menos en mi época. MacGyver vino a rescatar a aquel niño que nunca se había peleado esperando en la fila de la clase. El protagonista no era el tipo musculitos descerebrado, era un nuevo tipo de héroe que debía salir de las situaciones más asombrosas usando el cerebro y la ciencia. Un dato: el personaje de MacGyver era físico. Otro dato: el asesor técnico y científico en el que se inspira es John Koivula, experto en Gemología.

Pasó el tiempo y tanto el colegio como el instituto me aburrían. Dedicaba mi tiempo a leer todo lo que me caía en las manos, hasta el punto de plantearme estudiar Filología Hispánica.

No leí a Sagan, no vi la serie de Sagan. Sin embargo, mientras seguía viendo aquella mítica serie, mi padre (químico y antiguo profesor) se encontró en un bar a un alumno: «Eugenio, ¡Qué encuentro tan extraordinario!», dijo el muchacho. Me fascinó aquel señor y pregunté por él, en esos momentos de la pubertad en el que pocas cosas gustan. «Hijo, es físico». No me gustaban estudiar, así que cuando me enteré que había que trabajar duro, pensé que eso era para genios.

Siguió pasando el tiempo, no demasiado. Estudié COU y allí entendí que la Física era lo mío. Gracias a una persona con nombre y apellidos: Juan Luis Alcántara López, mi profesor de Física. Nos hizo entender que la Física no son solo fórmulas. Es poesía, filosofía, literatura, cine, etc. Todo. Las clases se llenaban de rigor y de grandes historias de científicos fascinantes de otros tiempos. Historias de héroes y villanos, historias que humanizaban a los investigadores, no eran súper hombres inalcanzables, cualquier podríamos ser científicos o científicas. Sus clases eran serias y a la vez llenas de humor. Un par de anécdotas.

Anécdota uno. Un día había que calcular la profundidad de un pozo. Una compañera levantó la mano para dar el resultado y dijo: «Me sale 1,2 cm de profundidad». Alcántara, sin mediar un segundo levantó las cejas, tomó respiración y espetó: «Eso no es un pozo, ¡eso es un chaaaaarco!». Una forma magistral de dar a entender un aspecto en el que insistía siempre: hay que analizar la lógica del resultado.

Segunda anécdota, contada por un compañero conocido como el Gámez. Siempre nos decía que para entender la ley de inercia nos llevásemos un peso a un ascensor. «Os lleváis el peso al ascensor y os pesáis al subir y al bajar. Si en una de estas una vecina llama al ascensor y allí os ve, os lo ponéis debajo del hombro y os excusáis diciendo que está estropeado y que os lo lleváis al técnico». Alcántara pisaba la tierra y sabía que la gente normal, la gente que está por la calle no entiende estas cosas, pero te invitaba a hacerlas porque es más divertido y se aprendía más haciéndolas que no haciéndolas.

Terminé la carrera de Física, me puse a dar clases a investigar y escribir. Publiqué el libro “La conspiración lunar ¡vaya timo!” y tuve la oportunidad de presentarlo en el Palacio de Exposiciones y Congresos de la Línea, junto a Juan Luis Alcántara López. Aquella persona que me impulsó a estudiar física presentaba uno de mis libros ya en mi madurez. Fue uno de los momentos más importantes de mi vida. Entonces fue cuando encontré más sentido a lo que hacía y me sentí orgulloso de ser su alumno. Soy físico gracias a MacGyver, a un encuentro en un bar y a mi profesor de COU.

Las decisiones de nuestros jóvenes no solo están guiadas por personajes de ficción, por cantantes o futbolistas. Están marcadas por pequeñas historias de personas reales: una charla en clase en un día de lluvia cualquiera, una conversación en un cafetería, un tío matemático, un hermano dentista, etc. Por eso es importante la divulgación científica, porque una sola frase que digas puede ser suficiente para despertar una vocación latente. Démosle importancia a todos aquellas personas inspiradoras que no tienen una página de wikipedia.



Por Eugenio Manuel, publicado el 20 febrero, 2018
Categoría(s): Naukas