Los lobos se convirtieron en perros: ¿Dónde, cuándo y… cuantas veces?

Por Colaborador Invitado, el 9 mayo, 2018. Categoría(s): Biología • Divulgación • Genética

Manada_de_lobos

El proyecto, conocido de manera informal como Big Dog Proyect, nació fruto de la frustración. En 2011, el arqueólogo y genetista Greger Larson trabajaba duro sobre el origen de la domesticación de los cerdos mientras veía como sus colegas, que estudiaban el origen de la domesticación de los perros, conseguían publicar con facilidad papers menos rigurosos en publicaciones de prestigio. La razón: los protagonistas eran animales mucho más carismáticos y amigables. “Apretando los dientes, dije: estudiemos a los puñeteros perros

 

Hace decenas de miles de años los humanos formaron una inusual sociedad con un animal: el lobo. Los lobos sufrieron cambios en su cuerpo y temperamento. Sus cráneos, dientes y patas se encogieron; adquirieron docilidad, volviéndose menos temerosos y asustadizos. Aprendieron a leer las complejas expresiones de las caras humanas. Se convirtieron en perros y el destino de las dos especies quedó entrelazado.

Los perros fueron los primeros animales domesticados. Empezamos a cuidar perros antes que gatos o gallinas; antes de tener rebaños de vacas, cabras, cerdos u ovejas; antes de plantar arroz, trigo, cebada o maíz; antes de modificar nuestro entorno.

Los científicos quieren saber cuándo, dónde y cómo fueron domesticados los lobos. No hay debate en que todos los perros, desde los minúsculos chihuahuas hasta los enormes mastines, son los descendientes domesticados de los lobos salvajes. Pero todo lo demás está por confirmar.

Algunos creen que los lobos fueron domesticados hace unos 10.000 años; otros creen que hace 30.000. Algunos argumentan que sucedió en Europa, otros que en Oriente Medio o Asia. Algunos piensan que los lobos fueron domesticados activamente por los primitivos cazadores/recolectores; otros creen que los lobos se auto domesticaron, actuando como carroñeros recogiendo restos dejados por los humanos o vagando alrededor de los campamentos, adquiriendo docilidad en cada generación hasta que se convirtieron en acompañantes permanentes de los humanos.

Los genes de los perros actuales son como “un bol de sopa completamente homogénea”; ¿Qué ingredientes fueron añadidos, en qué proporción y en qué orden para hace esa sopa? “El patrón que vemos podría haberse creado en 17 escenarios distintos y no tenemos ninguna manera de filtrar esos resultados” – dice Larson.

La única manera de conseguirlo es mirar al pasado.

Larson concibió originalmente un proyecto modesto, simplemente él y su colaborador Keith Dobney analizando unos cuantos fósiles, pero consiguió más fondos, colaboradores y muestras de las previstas inicialmente. Él y sus colegas viajan por el mundo recogiendo fósiles de museos, excavaciones arqueológicas e incluso de colecciones privadas.

Esas muestras son llevadas a una instalación de Oxford llamado Palaeo-BARN (Paleogenomics and Bioarchaeology Research Network). En una habitación, las muestras óseas se introducen en una máquina que las convierte en polvo fino. El resultado (después de someter ese polvo a varios procesos) es una minúscula gota de un líquido que contiene la esencia genética de un perro o lobo muerto hace miles de años. El congelador de Larson contiene 1.500 muestras, y más están en camino.

Esas secuencias de ADN muestran exactamente como los antiguos cánidos se relacionan entre ellos y también con los perros actuales. Es el campo de investigación en el que se depositan más esperanzas. Y ya ha deparado un descubrimiento sorprendente, que podría replantear radicalmente el debate sobre la domesticación de los perros; la gran pregunta ya no es cuándo o donde ocurrió, sino cuantas veces.

Debido a su formación como arqueólogo, Larson no ignora los huesos. Su equipo ha fotografiado los cráneos de unos 7.000 perros y lobos prehistóricos desde 220 ángulos distintos para poder reconstruirlos de manera virtual. Utilizando una técnica llamada geometric morphometrics son capaces de estudiar cómo han evolucionado las características de los cráneos con el tiempo.

Estas dos líneas de investigación (ADN y huesos) deberían de corroborar o refutar la teoría de la doble domesticación.

Newgrange | imagen Wikipedia CC
Newgrange | imagen Wikipedia CC

Newgrange es una tumba prehistórica de unos 4.800 años de antigüedad. En sus galerías internas se han encontrado múltiples fragmentos de huesos de origen animal. Uno de ellos es el hueso petroso de un perro que encontró Dan Bradley, del Trinity College de Dublín.

El hueso petroso (una porción de la parte interna del hueso temporal) se caracteriza por conservar el ADN en buen estado. Bradley encontró una abundante cantidad de ADN en el hueso, suficiente para poder secuenciar el genoma completo del vetusto perro.

Larson y su colega compararon las secuencias del perro de Newgrange con la de unos 700 perros actuales y construyeron un árbol familiar que revelaba la relación entre sus individuos. Ese árbol mostraba una profunda división entre dos dinastías de perros: una incluye todos los perros de la Eurasia del este, como el Shar Pei o los mastines tibetanos; la otra incluye todas las razas de la Eurasia del oeste, incluyendo el perro de Newgrange.

Los genomas de los perros de la parte occidental sugieren que, en un momento dado, sufrieron una disminución dramática; Larson (basado en disminuciones de población similares observadas en humanos) lo interpreta como evidencia de una gran migración. Cree que las dos ramas de perros se desarrollaron en un mismo sitio en el este antes de que una de ellas migrara al oeste. Esto apoya la idea de que los perros fueron domesticados en algún lugar de China… pero aquí viene el giro crucial.

El equipo calculó que las dos dinastías de perros se separaron en algún momento entre hace 6.400 y 14.000 años. Pero los fósiles más antiguos de perros en Oriente y Occidente son más antiguos, lo que significa que cuando los perros del este migraron hacia Europa, ya había perros aquí.

Larson y su equipo interpretan los datos de la siguiente manera: hace decenas de miles de años, en alguna parte del oeste de Eurasia, los humanos domesticaron lobos; lo mismo ocurrió, de manera independiente, en el este (les llamaremos Antiguos perros del Este y Antiguos perros del Oeste).
En ese momento había dos grupos de perros distintos y separados por miles de kilómetros. Durante la edad de Bronce, algunos de los Antiguos perros del Este migraron hacia el oeste acompañando a los humanos, creando las dos ramas que se observan en el árbol genealógico creado por Larson. Durante esa migración esos perros se encontraron con los Antiguos perros del Oeste, con los que se cruzaron y a los que con el tiempo reemplazaron.

Los actuales perros del este son los descendientes de los Antiguos perros del Este. Sin embargo, el genoma de los actuales perros de Occidente (incluyendo el perro de Newgrange) apunta también a los Antiguos perros del Este; menos del 10% desciende de los Antiguos perros del Oeste, ahora extinguidos.

Antiguos lobos del Oeste | imagen Wikipedia CC
Antiguos lobos del Oeste | imagen Wikipedia CC

Sin embargo, otros expertos en materia canina siguen otras líneas de investigación y sugieren otras teorías. Bob Wayne, de la Universidad de California, comparó en 2013 junto con su equipo los genomas mitocondriales (anillos de material genético que contienen estos orgánulos celulares) de 126 perros actuales, lobos y 18 fósiles. Llegaron a la conclusión de que los perros fueron domesticados en Europa o el oeste de Siberia, en algún periodo entre hace 18.800 y 32.100 años. Dejando aparte el estudio genético, Wayne cree que las densidades de fósiles encontrados en Europa quieren decir algo: “hay muchas muestras que podrían ser perros, y no hay nada de eso en el este de Asia”.

¿Por qué es tan duro y los científicos encuentran tantas preguntas para las que, por el momento, no encuentran respuesta?

Durante miles de años los perros se han cruzado entre ellos (y con lobos), viajado alrededor del mundo y muchas razas han sido creadas deliberadamente por hombres. El resultado es esa mezcla de genes a la que se refería Larson, comparándola con una sopa homogénea.

Los lobos actuales, por su parte, no aportan ninguna luz. Los estudios genéticos muestran que no existe ningún grupo de lobos actuales que tenga relación con los actuales perros, lo que confirma que la rama de lobos que se convirtieron en perros se ha extinguido.

Otra de las capacidades de Larson es su habilidad para reunir colaboradores e involucrar otros colegas. En 2013 organizó un congreso en Aberdeen y muchos expertos viajaron desde distintos lugares del mundo para discutir sobre el origen de la domesticación.
“Hubo tensión… no es fácil juntarse en una sala con gente que ha escrito algo que implica que tú no estás haciendo un buen trabajo; pero al final todos acabamos diciendo ‘¿Sabes qué? Si estoy completamente equivocado y me tengo que tragar mis investigaciones, me importa una mierda; solo quiero saber cómo pasó».

 

Este artículo nos lo envía David Meana (Salamanca 1979) Curioso empedernido, me encanta escuchar porque adoro aprender. Apasionado por la ciencia y la tecnología y amante de la música. Vivo en Irlanda desde hace más de 10 años y trabajo como asesor de control de calidad en una empresa de software. Podéis seguir su cuenta de twitter en @Swiwel

Referencias y más información:

Genomic and archaeological evidence suggests a dual origin of domestic dogs

Complete Mitochondrial Genomes of Ancient Canids Suggest a European Origin of Domestic Dogs

Genome Sequencing Highlights the Dynamic Early History of Dogs

A New Origin Story for Dogs



Por Colaborador Invitado, publicado el 9 mayo, 2018
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