Sexo, cromosomas y rock´n´roll

Por Manuel Collado, el 18 enero, 2019. Categoría(s): Biología • Genética

Hace unos años me estrené en este santo lugar con un post titulado “La longevidad del sexo débil” sobre la mayor longevidad de las mujeres. En él daba cuenta del curioso hecho de que las mujeres tienen una mayor esperanza de vida, o lo que es lo mismo, una mayor longevidad, que los hombres. En él también discutía las posibles razones detrás de este hecho, algunas de ellas de índole sociocultural, como las distintas conductas y hábitos de riesgo de hombres y mujeres, o las distintas ocupaciones laborales que tradicionalmente han venido ejerciendo en la sociedad las personas según su sexo.

Pese a que ciertamente algunas diferencias puedan tener una base social y cultural, la distinta longevidad de hombres y mujeres tiene una innegable base biológica. Escribo esto casi que con miedo, dado lo impopular de este tipo de afirmaciones. Los machos y hembras de muchísimas especies (y ciertamente los mamíferos entre ellas) reproducen este mismo patrón de mayor longevidad en hembras que en machos, lo cual descarta hábitos y costumbres sociales propias de la especie humana como la única base de esta distinta expectativa de vida.

Existen además sólidas evidencias de una contribución decisiva de las hormonas sexuales a la longevidad en muchos modelos animales en los que se ha estudiado con detalle dicha influencia. Lo que resulta más difícil de establecer, como es lógico, es si esta contribución hormonal es también determinante para la mayor longevidad femenina en la especia humana. Las manipulaciones a las que podemos someter organismos modelo de laboratorio no son posibles con humanos, no al menos si deseamos que un comité ético las apruebe y no somos Josef Mengele o He Jiankui (el de la polémica manipulación genética de bebés humanos).

Pese a ello, existen algunas evidencias retrospectivas que indican que en humanos también existe una contribución fundamental de las hormonas sexuales a la longevidad. La castración no es una práctica habitual en nuestros días, afortunadamente. Sin embargo, en la antigüedad era habitual encontrar eunucos en cortes imperiales, harenes y en ambientes musicales eclesiásticos y operísticos (en donde su peculiar tonalidad de voz era muy apreciada). Algunos datos parecen indicar que la longevidad entre estos eunucos era superior a la de los individuos de las sociedades en las que vivían, pero los datos son difíciles de extraer e interpretar.

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Existen sin embargo datos aportados por un estudio en el que se analizó la longevidad de una dinastía de eunucos coreanos durante el Imperio de la Dinastía Joseon. Los eunucos coreanos disfrutaban de privilegios dentro de la corte imperial, tenían rangos de oficial y se les permitía casarse y adoptar hijos (niños castrados o niñas normales). Echando mano del registro Yang-Se-Gye-Bo, que contiene los datos de 385 eunucos de esta dinastía, se seleccionaron los datos de 81 de ellos para los que sus fechas de nacimiento y fallecimiento pudieron ser verificadas con certeza. La expectativa de vida media de este grupo de eunucos fue de unos 70 años, mientras que la de los miembros de 3 familias distintas con condiciones socioeconómicas similares fue de los 50,9 a los 55,6 años de vida, significativamente menor. De hecho, entre los 81 eunucos se encontraron 3 individuos centenarios (de 100, 101 y 109 años), lo que comparado con la incidencia de centenarios en países desarrollados y con gran longevidad hoy en día, como Japón (en donde existe 1 centenario por cada 3500 personas), resulta realmente llamativo.

Apoyando estas mismas conclusiones existe un estudio publicado a mediados del siglo pasado en el que se analizaron las longevidades de internos en instituciones psiquiátricas del estado de Kansas, en Estados Unidos. En aquellos (no tan lejanos) tiempos, los enfermos psiquiátricos internos en instituciones eran en muchas ocasiones sometidos a castración. Lo que el análisis retrospectivo de los datos nos indica es que los individuos del grupo que fue sometido a castración vivieron, de media, unos 14 años más que los compañeros intactos. Por tanto, parece que la evidencia existente que señala a las hormonas sexuales como responsables de una mayor longevidad en hembras de diversas especies animales utilizadas en experimentación biomédica también es extensible al ser humano.

«Verás cuánto vas a vivir»

Pero la existencia de una contribución observable de las gónadas sexuales a la longevidad no invalida la hipótesis de que exista una contribución cromosómica independiente que afecte también a este parámetro. Poseemos parejas de cromosomas en donde se compacta el material genético que porta la información clave para desarrollar nuestros organismos, pero existen además unos cromosomas especiales que denominamos sexuales que determinan el sexo del individuo. El modo en el que los cromosomas X e Y dictan el desarrollo sexual es mediante la expresión del gen SRY. Este gen se encuentra situado en el cromosoma Y y su expresión temprana en el desarrollo conlleva la aparición de testículos, las gónadas masculinas, encargadas de la producción de hormonas sexuales masculinas que serán las responsables de la aparición posterior de las características sexuales típicas de los individuos macho de la especie. Por el contrario, el cromosoma X no porta este gen y la ausencia de SRYimplica el desarrollo de ovarios y, con ello, la producción de hormonas sexuales femeninas y las características sexuales propias de las hembras de la especie. Por tanto, y como todos sabemos, un individuo con cromosomas sexuales XX será (cromosómicamente) una hembra y uno con una pareja XY será un macho.

El hecho de que el sexo cromosómico y gonadal estén de forma natural ligados dificulta la evaluación de la contribución relativa de la información genética presente en los cromosomas X e Y frente a la de las gónadas sexuales. Pero hace tiempo que los científicos lograron separar ambas cosas. Sacando el gen Srydel cromosoma Y de ratones y poniéndolo en cualquier otro cromosoma los investigadores lograron animales que poseían testículos independientemente de que su dotación cromosómica fuese XX o XY. Son los denominados ratones de cuatro genotipos principales (o ratones four core genotypes, FCG). Es decir, podemos disponer de ratones XX hembra y XX macho, XY hembra y XY macho.

Dena Dubal, profesora de neurología de la Universidad de California en San Francisco (UCSF), utilizando estos ratones FCG se dedicó a estudiar la longevidad de grupos numerosos de ratones XX y XY con testículos y de ratones XX y XY con ovarios. El resultado fue sorprendente: Los ratones con dos cromosomas X viven siempre más que los ratones con un solo cromosoma X y otro Y. Si además de tener una pareja de cromosomas XX los ratones poseen ovarios su longevidad es máxima, lo cual concuerda con la importante contribución hormonal que ya se sospechaba.

Por tanto, la evidencia experimental confirma que las hembras viven más tiempo gracias a la acción de sus hormonas sexuales, pero apunta a la existencia de una actividad promotora de la longevidad codificada en el cromosoma X. Los cromosomas sexuales difieren enormemente en su contenido génico. Mientras el cromosoma X posee unos 800 genes, el cromosoma Y es mucho más pequeño y apenas codifica unos 60 genes. Además, el cromosoma X es esencial para la vida, mientras que el Y no lo es. Identificar esa actividad génica responsable de promover la longevidad podría darnos pistas interesantes sobre cómo estimular una mejor salud que nos permita alcanzar edades avanzadas en buen estado.

 

Lecturas relacionadas:

  1. Brown-Borg HM. Hormonal regulation of longevity in mammals. Ageing Res Rev. 2007 May;6(1):28-45. Epub 2007 Feb 20. PubMed PMID: 17360245; PubMed Central PMCID: PMC1978093.
  2. Min KJ, Lee CK, Park HN. The lifespan of Korean eunuchs. Curr Biol. 2012 Sep 25;22(18):R792-3. doi: 10.1016/j.cub.2012.06.036. PubMed PMID: 23017989.
  3. Hamilton JB, Mestler GE. Mortality and survival: comparison of eunuchs with intact men and women in a mentally retarded population. J Gerontol. 1969 Oct;24(4):395-411. PubMed PMID: 5362349.
  4. Davis EJ, Lobach I, Dubal DB. Female XX sex chromosomes increase survival and extend lifespan in aging mice. Aging Cell. 2018 Dec 17:e12871. doi: 10.1111/acel.12871. [Epub ahead of print] PubMed PMID: 30560587.


Por Manuel Collado, publicado el 18 enero, 2019
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