El escándalo de los primeros bebés CRISPR

Por Rosa García-Verdugo, el 24 enero, 2019. Categoría(s): Divulgación • Genética
He Jiankui cuando soltó la bomba en la Cumbre Internacional de edición del genoma humano en Hong Kong en Nov 2018

A finales del año pasado un científico chino, He Jiankui, sorprendió a propios y extraños cuando hizo pública su implicación en la producción de dos bebés alterados genéticamente, los primeros de la historia, según el propio científico.

Naturalmente, la confesión provocó un aluvión de reacciones negativas en la comunidad científica, puesto que Jiankui actuó saltándose todos los protocolos internacionales y normas éticas que rigen (o regían) la edición de organismos, y que lógicamente en el caso de embriones humanos, son más restrictivas.

He dice que utilizó la técnica de edición genómica CRISPR–Cas9 para modificar el gen CCR5 en dos embriones due posteriormente fueron implantados en una mujer. Este gen codifica una proteína que algunas variantes del virus VIH utilizan para infectar las células del sistema inmune.

La revelación de Jiankui suscita numerosas dudas entre los especialistas en el campo, no sólo a nivel ético (se duda de que los “padres” implicados pudieran dar un consentimiento informado a una proceso técnicamente tan complejo cuando carecían de la formación básica para entenderlo, su propia universidad no sabía de sus planes -o al menos niega conocimiento-, y actuó contraviniendo todos los acuerdos sobre modificación genética en embriones humanos) sino a nivel técnico. Incluso cuando no se sabe exactamente qué fue lo que hizo para modificar el gen puesto que su trabajo no está publicado en ninguna revista y su proyecto transcurrió en absoluto secretismo, hasta donde se puede saber y según otros especialistas su trabajo fue poco profesional.

Entre otras razones, aducen que sólo modificó la mitad de los genes CCR5 de uno de los embriones mientras que el otro también tiene copias del gen CCR5 nativo, lo que podría traducirse en cero protección frente al SIDA dependiendo de qué células estén editadas correctamente y cuáles no (si la edición afectó a células del sistema inmune si estaría protegida, en caso contrario no). Peor incluso es que parece que la mutación introducida ni siquiera es la pretendida y se han introducido nuevas mutaciones en el gen cuyos efectos potenciales se desconocen. No se sabe si estas mutaciones inutilizarán el gen, haciéndolo que sea protector, o si introducirán nuevos riesgos.

Lo peor de todo es que el científico chino ni siquiera eligió un gen o una situación en la que la edición genética fuera necesaria o la única alternativa, porque si bien el padre era seropositivo, ninguno de los bebés tenia el virus del VIH, y simplemente reactivaron un gen perfectamente normal para evitar un riesgo que simplemente con una correcta educación sexual y precaución hubiera sido perfectamente manejable. Lo peor es que incluso aunque vayan a monitorizar a las niñas hasta su mayoría de edad, el hecho de que se mantengan libres de VIH no dice absolutamente nada sobre el éxito de la intervención y nadie sabe de los riesgos asociados a corto/largo plazo de la edición de un gen sano.

Lo que Jiankui ha hecho no es ni más ni menos que un ejercicio de megalomanía de libro. Un experimento fallido que alerta de lo fácil que es -para algunos- jugar a ser Dios con la vida de otros seres humanos y pone de relieve la importancia de un consenso y unas leyes internacionales que sirvan para poner algo de control en este campo.

La investigación debe continuar, no se debe utilizar como excusa los delirios de grandeza de un desaprensivo para ponerle cortapisas a la Ciencia. Pero tenemos que tener claro que no todo vale. Y si de algo ha servido esta salida del tiesto de Jiankui es para dejar claro que la comunidad científica sabe dónde están los límites éticos y no tiene pelos en la lengua a la hora de denunciar y repudiar casos como éste.

Por cierto, hasta dónde he podido leer Jiankui ha sido relevado de su puesto de investigador en la Universidad china donde trabajaba, está pendiente de investigación y retirado en su casa. El que otrora fuera una de las grandes figuras de la Ciencia china ahora es repudiado y un paria. Si jugar a las marionetas con seres humanos fuera un delito a nivel global, Jiankui debería pudrirse en una cárcel, pero el mundo no parece estar preparado para lidiar con este tipo de cuestiones.

Jiankui parece haberse guardado otro as en la manga y según él, hay otro embarazo en marcha de embrión editado…así que parece que la historia no se acaba aquí.

Para leer más (en inglés):  NatureThe AtlanticNew Scientist



Por Rosa García-Verdugo, publicado el 24 enero, 2019
Categoría(s): Divulgación • Genética