Aventuras marburguesas: Otto Hahn

Por Dolores Bueno López, el 25 enero, 2019. Categoría(s): Física • Historia • Química

Otto Hahn es uno de los laureados con el Premio Nobel de la universidad de Marburg. Cuenta en sus memorias que su padre quería que fuera arquitecto pero que a él, dibujo se le atragantaba… Por lo que se decidió a estudiar Química cerca de su casa (vivía en Frankfurt). Entre Darmstadt y Marburg se quedó con esta última basándose en el dicho de que Marburg no tenía una universidad sino que era ella misma la universidad.

Por entonces se estilaba pertenecer a alguna asociación de estudiantes, cosa que no le hacía demasiada gracia a su padre porque normalmente llevaba aparejado participar en duelos. Tras alguna peripecia, acabó en un club de ciencia, sin duelo pero también sin ciencia: básicamente se dedicaban a beber como cosacos. Y así lo decía su padre: mi hijo está en Marburg emborrachándose.

Pero entre pinta y pinta de cerveza local, se sacó Química y el doctorado en Orgánica, haciendo una estancia entre medias en Munich (donde cuenta que se bebía menos a pesar de que la cerveza era de mayor calidad). Eso sí, confiesa que se saltaba las lecciones de física porque el profesor era un coñazo, y que nunca adquirió la suficiente base en esta materia. También le costaba lo suyo la Química Física, diciendo que nunca entendió la termodinámica y sus ecuaciones. Después de doctorarse y del servicio militar, volvió a Marburg como asistente de profesor, donde sus funciones eran llevar a cabo experimentos vistosos, mayormente explosivos.

Su investigación dio un giro de 180 grados cuando se fue a Reino Unido a aprender inglés… y acabó trabajando para sir William Ramsay que le encargó extraer radio de una muestra y establecer el peso atómico de este elemento. Fue así como la radiactividad, y en concreto la radioquímica, se convirtió en el campo por el que sería reconocido mundialmente. De Londres se fue a Canadá donde trabajó con Rutherford, y de allí a Berlín. Investigando en radioquímica conoció a la austríaca Lise Meitner con la que trabajaría codo a codo durante muchos años, complementándose la formación de ambos (ella era física teórica) para el estudio de la radiactividad. Cuenta Otto Hahn que Lise Meitner había recibido una educación femenina un tanto estrecha y que, a pesar de todas las horas que echaban en el laboratorio, nunca quedaron para comer juntos.

Otto Hahn presenta lados oscuros, o al menos polémicos, a lo largo de su vida. Por ejemplo, durante la I Guerra Mundial estuvo a las órdenes del químico Haber en la investigación con gases tóxicos. Haber le dijo que el uso de gases químicos acortaría la guerra, y que si no trabajaban en ello, el enemigo se les adelantaría. Aún así, cuando vio por primera vez los efectos mortales del ataque químico no pudo evitar sentir remordimientos.

Años después, cuando Austria fue anexionada por la Alemania nazi, Hahn consiguió sacar a Lise Meitner, que era judía, del país para ponerla a salvo. Así que la científica se “perdió” el descubrimiento más importante de la época. Al bombardear uranio con neutrones lentos se obtenía un elemento que químicamente no se podía separar del bario porque… era bario. Otto Hahn le escribió una carta a Lise Meitner contándole lo sucedido y fue ella conversando con su sobrino la que propuso el modelo teórico de lo que estaba ocurriendo: el núcleo del átomo de uranio era inestable como una gota de agua que, al ser bombardeada, se escindía en dos partes. De hecho, el proceso no se llama “bursting” como Hahn ponía en su carta, sino “fission” (fisión) que fue el nombre propuesto por el sobrino de Lise Meitner.

Una vez acabada la II Guerra Mundial, Otto Hahn fue tomado prisionero por Reino Unido y trasladado a Farmhall junto con otros grandes científicos alemanes. Allí recibió la noticia de que se le había otorgado el Premio Nobel por la fisión atómica. Por supuesto, no le dejaron ir a por su premio, pero lo celebraron por todo lo alto, e hicieron una porra de quiénes serían los próximos laureados, entre los que mencionaron a Lise Meitner. Una vez los científicos fueron trasladados de nuevo a Alemania, Hahn pudo al fin ir a Suecia a recibir el galardón. Según sus memorias, Lise Meitner le echó en cara que la hubiera sacado de Alemania. Algo que él atribuye a los celos por el Nobel. Pero aquí solo contamos con la versión de Otto Hahn. La realidad es que, a pesar de que Lise Meitner recibió varios reconocimientos a lo largo de su vida, ¡si hasta se le concedió el premio Otto Hahn! [Nótese la ironía], nunca fue galardonada con el premio Nobel. Eso sí, en la tabla periódica no tenemos ningún hahnio, ni parece que lo vaya a haber porque según la IUPAC no se puede usar un nombre ya propuesto así que el hahnio perdió su oportunidad en el elemento 109 que se llama nada más y nada menos que meitnerio. ¡Toma ya justicia poética!

Sin embargo y a pesar de todo, Otto Hahn fue un gran científico que brilló incluso en los comienzos de su carrera en la química orgánica. A los 60 años de su tesis recibió una carta de un profesor universitario que seguía usando los estudios de Hahn sobre los derivados bromados del isoeugenol para sus propios experimentos.

 

Referencias

My life, Otto Hahn. Translated by Ernst Kaiser & Eithne Wilkins. McDonald & Co (Publishers), 1970.

Para saber más de Lise Meitner, las fantásticas entradas de Laura Morrón: La alumna Lise Meitner y Lise Meitner: una física que nunca perdió su humanidad.



Por Dolores Bueno López, publicado el 25 enero, 2019
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