Cuando los bueyes fueron los héroes

Por Colaborador Invitado, el 16 diciembre, 2019. Categoría(s): Divulgación • Historia

No faltan crónicas en las que los caballos rinden esforzados servicios a las tropas en guerra. Famosas son las cargas de caballería. Tampoco faltan narraciones en las que los briosos corceles ponen su velocidad al servicio de reyes o de causas nobles. Al fin y al cabo, prácticamente todos los monarcas que el mundo ha visto se han retratado a lomos de marciales cabalgaduras y conocidos por todos son algunas monturas como Babieca, Bucéfalo o Rocinante, por mencionar tan sólo unas pocas.

Frecuentes son las historias que nos hablan de la heroicidad de los perros o incluso de las palomas mensajeras. Ambos son protagonistas no menores de numerosos ejemplos de abnegación y servicio.

Sin embargo; no resulta fácil hallar ejemplos como los anteriores en los que el protagonista sea un ejemplar de la especie vacuna: vaca, toro o buey, más allá de algunos mitos como el rapto de Europa o la leyenda del Minotauro. Pero no será ficción a lo que nos refiramos en las siguientes líneas, sino ejemplos concretos en los que estos animales fueron los protagonistas, heroicos en muchos casos, y en los que prestaron servicios que han marcado, o hubieran podido, marcar la historia.

La conquista del Oeste americano no se entiende sin los bueyes. Aunque las películas de Hollywood atribuyan ésta a aguerridos cowboys que se aventuraban en la ruta hacia el Pacífico a uña de caballo, la realidad tiene matices que ponen en cuestión esta versión. La verdadera conquista del Oeste la llevaron a cabo miles de pioneros que, encaramados en pobres carromatos –las famosas diligencias, partían de San Louis (la conocida como puerta del Oeste)- y se adentraban en territorios ignotos, con la promesa de fértiles tierras en California u Oregón, amenazados por los nativos, la fauna salvaje, los bandoleros, así como la soledad y el hambre.

Los bueyes resultaron ser los animales de tiro más frecuentes entre los emigrantes que se dirigían hacia el poniente, hacia el Pacífico por un sendero que se prolongaba por más de 3000 Km. Aunque menos veloces que los equinos –podían recorrer 15 millas diarias frente a las 20 de las mulas- los bovinos presentan numerosas ventajas frente a los caballos o mulos. En primer lugar, son muy rústicas y pueden comer la escasa, poco valiosa vegetación que encuentran en el camino. Además, los bueyes son más obedientes y fáciles de manejar, son menos susceptibles a las lesiones podales, necesitan menos cinchas para atarles al carro, lo que ahorraba tiempo cada mañana, no tienden a escaparse y su valor de mercado era menor, unos $25 el par en 1850, mientras que una montura equina costaba entre $60-90. Por otra parte, los nativos no mostraban ningún interés por las vacas, mientras que codiciaban los caballos de los pioneros.

La fuerza y resistencia de los ejemplares vacunos les llevaron a ser los animales de elección para la conquista del Oeste americano

No es menos importante reseñar que, una vez la familia llegaba a su destino, la yunta de bueyes resultaba más que útil para las labores del campo. Se calcula que de las 300.000 personas que hicieron el viaje al occidente americano entre 1840 y 1870, tres cuartas partes viajaron en carretas tiradas por bovinos. Por lo tanto, la primera potencia del mundo, posiblemente no sería lo que es sin el concurso de los esforzados y a los ojos de los cineastas, poco glamurosos bueyes.

Otra hazaña que tuvo a estos animales como protagonistas la llevaron a cabo a las órdenes del que fuese personaje clave en la unidad italiana, así como en diversos movimientos revolucionarios en Hispanoamérica: Giuseppe Garibaldi.

Fue en una de estos conflictos donde los bueyes no sólo sacaron a Garibaldi del apuro sino que aumentaron su fama como líder de ejércitos y estratega.

Retrato de Giuseppe Garibaldi

A mediados del S. XIX se sucedían los movimientos revolucionarios en Iberoamérica. Uno de ellos, la guerra de los Farrapos, tuvo como protagonista a Garibaldi y a más de 60 bueyes. El conflicto enfrentaba a las entonces independientes provincias de Santa Catarina y Río Grande do Sul (hoy estados del sur de Brasil) y el imperio brasileño, constituido por el resto de territorio que hoy constituye aquel país.

Garibaldi era el comandante en jefe de la marina de la república sureña. Recibió la orden de tomar la ciudad costera de Laguna pero sus navíos estaban dentro de la Lagoa dos Patos, un gran lago conectado al mar en el sur del país.

Lagoa dos patos en el sur del país y ruta aproximada que siguieron los navíos de Garibaldi tierra adentro y hasta el mar tirados por bueyes.

Este estuario comunica con el mar, pero los pasos estaban estrechamente vigilados por tropas realistas por lo que el acceso al océano estaba vetado. Así que el genio militar italiano decidió apoyar sus barcos sobre unos carros de maderas y que cientos de bueyes tirasen de ellos por tierra, a lo largo de una distancia de 60 Km hasta llegar al Atlántico evitando así el bloqueo de las tropas enemigas. La ruta, pantanosa e inundada por las frecuentes lluvias, no fue desde luego tarea fácil para los bueyes que demostraron ser una fuerza motriz única en tan adversas circunstancias.

Representaciones gráficas del traslado de los navíos por tierra hasta mar abierto mediante el concurso de bueyes de tiro.

Así que, ya ven, parte de la fama de genio militar atribuida a Garibaldi se debe a las humildes acémilas bovinas.

Más allá de su valor como animales de tiro, la especie bovina ha protagonizado dos hechos únicos en la historia de la medicina. A día de hoy, dos enfermedades han sido erradicadas de la faz de la Tierra gracias a su intervención.

Hace 221 años, el doctor británico Edward Jenner inoculó el líquido seroso de las aftas que desarrollaban vacas infectadas por la viruela bovina. El virus animal estimulaba la producción de anticuerpos protectores frente a la viruela humana, pero no provocaba la enfermedad. La humanidad acababa de inventar las vacunas que, como su nombre indica, tuvieron su origen en las vacas. Así nos libramos de una enfermedad que mataba a 400.000 personas cada año. Desde 1980 está erradicada en todo el mundo.

Inoculación de pus de vaca en el Hospital de Niños Pobres de Barcelona, hacia 1890

La otra enfermedad, si bien no resultaba directamente mortal para los humanos, causaba grandes hambrunas ya que su llegada significaba la muerte de prácticamente todos las vacas, ovejas y cabras de la región afectada. Nos referimos a la peste bovina.

Gracias a las pautas vacunales y de control veterinario, la enfermedad se considera erradicada desde el año 2011. Así que, aunque con un papel de víctimas, las vacas han sido clave en la historia de la erradicación de las dos únicas infecciones que tienen este estatus en la historia de la humanidad.

Este artículo nos lo envía Juan Pascual (podéis seguirlo en twitter @JuanPascual4 o linkedn). Me licencié en veterinaria hace unos cuantos años en Zaragoza y he desarrollado mi vida profesional en el mundo de la sanidad animal, de ahí mi interés en divulgar lo que los animales aportan a nuestro mundo actual. Soy un apasionado de la ciencia. Creo que es fundamental transmitir el conocimiento científico de una manera sencilla para que los jóvenes se enganchen pronto y para que la sociedad conozca más y mejor lo mucho que la ciencia aporta a nuestro bienestar. Viajar es otra de mis pasiones junto con la literatura, que no deja de ser otro modo de viajar.

Puedes leer todos sus artículos en Naukas en este enlace.

Referencias y más información:

http://www.oregonpioneers.com/oxen.htm

https://oregontrailcenter.org/mules-oxen

https://www.whatitmeanstobeamerican.org/journeys/the-real-heroes-of-the-overland-trail-were-the-oxen/

http://www.nerosumi.com/er/310.html

https://gauchazh.clicrbs.com.br/cultura-e-lazer/almanaque/noticia/2017/01/giuseppe-garibaldi-e-seus-lanchoes-9687675.html

https://www.oie.int/doc/ged/D13978.PDF



Por Colaborador Invitado, publicado el 16 diciembre, 2019
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