Medicinas bestiales: tratamientos de origen animal (parte 2)

Por Colaborador Invitado, el 31 enero, 2020. Categoría(s): Divulgación • Medicina

Seguimos con la segunda parte del artículo «Medicinas bestiales» (aquí puedes leer la parte 1), y lo hacemos con los caballos, donde encontramos unos aliados perfectos para sintetizar antídotos contra los venenos de serpientes y arañas. La técnica consiste en lo siguiente: se inocula al équido una pequeña cantidad de la ponzoña, el animal generará defensas (anticuerpos) frente a ese tóxico, esos anticuerpos serán administrados a una persona en caso verse expuesta al veneno. Esta misma metodología se usa frente a algunas bacterias que no causan la enfermedad directamente sino a través de productos tóxicos que producen (toxinas) y que tienen un efecto pernicioso sobre nuestra salud. Como ejemplos recordaremos el tétanos o la difteria.

En un cultivo se hace crecer a las bacterias que generan la toxina. Ésta se inactiva –normalmente con formaldehído- y se inyecta a los caballos. Éstos a su vez generaran anticuerpos contra la toxina (la antitoxina). Más adelante se extraerá una cantidad limitada de sangre del caballo, se purificará y se utilizará para administrar esa antitoxina a personas que hayan desarrollado la enfermedad. Este tratamiento permitió curar a miles de niños que sufrían difteria y que era mortal antes del desarrollo de esta pauta paliativa.

Uso de équidos para la obtención de suero

Otra aportación muy importante a nuestro bienestar la hacen las yeguas. Concretamente extractos de orina de yeguas preñadas se usan como base de medicamentos para tratar los síntomas asociados a la menopausia. La orina de estos animales es muy rica en estrógenos, de ahí que se use en fases de la vida del paciente en que la producción de éstos disminuye. Son productos no exentos de polémica puesto que las yeguas deben ser preñadas repetidamente y llevar constantemente unos receptáculos de plástico para recoger la orina, lo que sin duda supone una incomodidad para los animales. En cualquier caso, vista la facturación de estos productos -cerca de mil millones de dólares al año- sin duda resultan difícilmente reemplazables.

Aunque la medicina tradicional carece del rigor y de estudios independientes que prueben su validez, en ocasiones es fuente de medicamentos que, más tarde, serán contrastados y aprobados por la agencia europea o la FDA americana. Un ejemplo de esto lo hallamos en un componente de la bilis de oso. Los osos negros han sido –y son aún- víctima de una técnica atroz: se les introduce una cánula por vía abdominal para que drene su bilis al exterior y utilizarla así, como medicamento para diversas patologías hepáticas. Aunque esta práctica se consideraba fruto de la tradición, en el año 1905 se aisló un componente ácido de la bilis de un oso polar al que se le dio el nombre de ácido ursodesoxicólico. En los años 70 se descubrió que este compuesto tenía propiedades curativas: era capaz de disolver los cálculos biliares de colesterol además de paliar otras dolencias del hígado. En los años 2000 fue aprobado por la FDA y la agencia europea para estas enfermedades. Algo más tarde, hacia el año 2015, una de las empresas fabricantes, de origen chino, obtuvo un método para obtener este principio activo a partir de la bilis de pollo, obtenida de los restos de los mataderos. A día de hoy es ésta última la fuente principal del fármaco.

Oso enjaulado para la extracción de bilis

Pero no sólo los animales domésticos aportan soluciones terapéuticas para mejorar nuestro estado de salud. También algunas especies exóticas nos sirven como terapia. Veamos dos de ellas:

Monstruo de Gila del que se obtiene el fármaco Byetta

Seguramente pocos pensarían que la solución a sus males pueda provenir de un reptil venenoso del sur de los EEUU: el monstruo de Gila (Heloderma suspectum). Sin embargo; el doctor John Eng que trabajaba en un centro de veteranos en el Bronx observó que un componente de la saliva de este reptil actúa en la regulación de los niveles de insulina en sangre. Sus estudios llevaron a la aprobación de este producto (exenatide) en 2005 en los EEUU y en 2012 en Europa para el tratamiento de la diabetes tipo 2.

Víbora amazónica fuente del Caprotil

Otro producto resultado de la farmacopea derivada de los venenos es el llamado Caprotil, un fármaco utilizado para el control de la hipertensión y que deriva de la ponzoña de una víbora amazónica (Bothrops Jararaca). Al fin y al cabo, los venenos tienen potentes –demasiado potentes- actividades sobre el organismo. Hallar la manera de moderar esos efectos permite convertirlos en tratamientos eficaces.

Podríamos nombrar muchas otras soluciones para distintas enfermedades cuyo origen está en la fauna, sea ésta doméstica o salvaje: terapias frente a ciertos tipos de cáncer sintetizadas a partir de cultivos celulares de ovario de hámster, anticuerpos derivados de ratones también para luchar contra el cáncer o inmunoglobulinas ovinas para tratar patologías cardíacas.

Otros, aunque eficaces en su momento, como la insulina extraída de los páncreas de cerdos para tratar a pacientes humanos, ha quedado en desuso tras la aparición de la insulina sintetizada por bacterias mediante ingeniería genética.

Pero más allá de los tratamientos que tienen su origen en substancias animales, quisiera presentarles dos ejemplos en los que los propios animales, vivos, son el medicamento:

Tenemos así el uso de las sanguijuelas, muy común en tiempos remotos cuando se creía que las enfermedades se debían a desarreglos en los humores fisiológicos y que la extracción de sangre podía devolver el equilibrio al organismo. Sin embargo; ejemplos más cercanos en el tiempo demuestran su utilidad médica: En 1985 un perro le arrancó de un mordisco la oreja a un chiquillo de cinco años. Los doctores se la re-implantaron pero el apéndice auditivo se ennegrecía y no enraizaba. El médico de Harvard Joseph Upton le puso al muchacho varias sanguijuelas porque, tras la cirugía de reimplantación de un miembro seccionado, es frecuente que la sangre llegue en buenas condiciones a la zona dañada, pero es más difícil reconstruir las venas que van a retornar esa sangre al torrente circulatorio. Las sanguijuelas actúan sobre el miembro como pequeñas venas. Estos parásitos producen substancias vasodilatadoras y anticoagulantes que facilitan la resolución de estos casos. También es frecuente su uso en cirugía estética.

Sanguijuela en pleno proceso de succión

Aunque parezca sorprendente el uso de estos anélidos hematófagos está aprobado por las autoridades sanitarias de los EE.UU. desde el año 2004. Eso sí, sólo pueden utilizarse con receta.

También en 2004 la FDA aprobó el uso de larvas de la mosca verde (Lucilia sericata) como tratamiento para acelerar la cicatrización de distintos tipos de heridas. Las larvas, criadas en un ambiente libre de bacterias, se aplican a la herida y utilizan sus mandíbulas para alimentarse a base de tejidos muertos, segregan enzymas que limitan las infecciones mientras que estimulan el crecimiento de nuevo tejido sano. El uso no es nuevo, ya se aplicó, con éxito, en la Guerra Civil Americana y en la Primera Guerra Mundial. También está aprobado su uso en medicina veterinaria.

A la izquierda, larvas de mosca alimentándose en una herida. A la derecha adulto.

No deja de ser curioso que dos parásitos como las larvas de mosca y las sanguijuelas nos rindan tan benéficos servicios.

Tanto es así que la FDA permite la importación para tratamientos individualizados y bajo prescripción de ciertos nematodos parásitos intestinales que aliviarían dolencias de origen alérgico como asma, enfermedad de Crohn, colitis ulcerativa entre otras. Parece ser que estos parásitos, al activar el sistema inmune para que luche contra ellos, contribuyen a que éste deje de atacar al propio individuo, limitando así las enfermedades auto inmunes

Algunos de estos medicamentos anteriormente descritos generan rechazo en ciertos grupos religiosos, ya que el uso de productos de ciertos animales se puede considerar impuro, y como muchos de estos tratamientos no tienen alternativa o ésta es menos eficaz, las agencias de distintos países editan guías para informar a los pacientes. Aquí adjunto un listado de productos, y los conflictos que algunos creyentes pueden encontrar en ellos por parte de las autoridades australianas.

No se ha mencionado otro tipo de terapias, cada vez más en boga y que tienen a los animales como grandes protagonistas. Me refiero a la zooterapia o a los tratamientos de carácter psicológico en los que los animales, especialmente perros y caballos, pero también delfines, se usan con el fin de calmar la ansiedad, mejorar la sociabilidad o simplemente atender a las necesidades de personas con carencias afectivas. Los enfermos que tienen contacto con animales se recuperan más velozmente y tienen una mejor experiencia de su paso por el hospital.

Hay incluso tratamientos como la ictioterapia –bañarse junto con peces que se alimentan de las descamaciones de la piel- que, aunque no hayan demostrado taxativamente su utilidad, ganan adeptos y requieren más investigación. No es por lo tanto descartable que en el futuro los animales nos proporcionen nuevas soluciones a nuestras dolencias.

Uso de caballos en terapia

También se usa el sentido del olfato canino para diagnosticar positivos en muestras de distintos fluidos de los pacientes. Hay perros que son capaces de detectar algunos tipos de cáncer muy rápidamente y con una fiabilidad cercana al 100%. Más datos en este artículo.

Y es que las terapias animales son numerosas, de difícil substitución y suponen otra de las innumerables contribuciones que los animales hacen a la sociedad.

 

Este artículo nos lo envía Juan Pascual (podéis seguirlo en twitter @JuanPascual4 o linkedn). Me licencié en veterinaria hace unos cuantos años en Zaragoza y he desarrollado mi vida profesional en el mundo de la sanidad animal, de ahí mi interés en divulgar lo que los animales aportan a nuestro mundo actual. Soy un apasionado de la ciencia. Creo que es fundamental transmitir el conocimiento científico de una manera sencilla para que los jóvenes se enganchen pronto y para que la sociedad conozca más y mejor lo mucho que la ciencia aporta a nuestro bienestar. Viajar es otra de mis pasiones junto con la literatura, que no deja de ser otro modo de viajar.

Puedes leer todos sus artículos en Naukas en este enlace.

Bibliografía:

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Por Colaborador Invitado, publicado el 31 enero, 2020
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