El mito del perro alfa

Por Colaborador Invitado, el 23 junio, 2020. Categoría(s): Biología • Divulgación

Introducción

Es llamado el mejor amigo del hombre, pues ha acompañado al ser humano desde hace por lo menos 15,000 años. Es difícil determinar con exactitud dónde y en qué momento comenzó el proceso de domesticación del perro. Sabemos, gracias al análisis de su ADN, que el predecesor evolutivo del Canis Lupus Familiaris es el lobo gris, y que muye probablemente el ancestro común de este (ya no lobo gris, pero todavía no perro) haya vivido hace entre 20,000 y 40,000 años atrás (Vilanova, 2009). Esto sin embargo esta todavía sujeto a debate, puesto que aún hay mucho que desconocemos al respecto. Como sea que haya sido, es innegable que estos simpáticos animales nos han acompañado como especie durante milenios, jugando un papel importantísimo en la formación de nuestra sociedad.

Imagen obtenida de: «Cazadores neolíticos ya usaban perros» Ancient Origins en Español, 2019

En nuestro intento de comprender aquellos seres, cuya psicología y personalidad parecían indeducibles, hemos intentado descifrar su comportamiento de diversas maneras. Entender qué hacen los animales, en este caso los perros, y por qué, preocupa a científicos, entrenadores y propietarios por igual. En dicha empresa han surgido diferentes concepciones que rigen la manera en que una persona piensa, interpreta y responde tanto a los canes como a sus acciones. Las hay desde aquellas que, en el imaginario, les imponen tanto pautas de comportamiento como necesidades propias del ser humano (cuestión que por sí misma ya es tema para otra entrada), a aquella igualmente irreal que nos ocupa hoy: el mito del alfa, el perro dominante.

Es común que, al hablar de conducta canina, escuchemos conjugaciones de la palabra “dominar” con bastante más frecuencia de la que deberíamos. Se tiene la idea de que los grupos de perros tienen una estructura social jerárquica piramidal, en cuya cima se encontraría un individuo dominante que goza de la obediencia, sumisión y respeto del resto de los miembros de la manada. Se cree también que cada can desde su nacimiento posee un deseo intrínseco, casi instintivo, por establecerse en un rango superior a otros individuos, deseo que ha de motivar su conducta -especialmente la agresiva- valiéndose principalmente de la violencia para establecer su supremacía. Esto suele aceptarse como un rasgo de su carácter, y así como sabemos hay perros más nerviosos o tolerantes que otros, habrá también algunos que sean más o menos dominantes.

Ejemplos de esta concepción de “dominancia” podemos ver en todos lados, una consulta en su buscador de preferencia arrojara una variedad de artículos, blogs y videos sobre cómo saber si tu perro es dominante y como tu convertirte en su alfa, desde libros o manuales de etología y entrenamiento hasta shows populares en como “El encantador de perros” Cesar Millán de National Geo (cuestión que abordaremos más adelante). El mito del alfa esta por todas partes si del argot canino se habla, influenciando métodos de entrenamiento y relaciones dueño – mascota por igual, y sin embargo, parece ser más bien un gran malentendido. Seria equivocado pensar que esta idea ha aparecido sin más de la noche a la mañana, así que comencemos por diseccionar ¿De dónde viene?

El origen y fundamento del mito

A finales de la década de 1940 se realizó un estudio en lobos en cautiverio que analizaba su comportamiento social, la investigación concluyo que los lobos se agrupaban en estructuras linealmente jerárquicas, en los cuales macho y hembra dominantes reforzaban su posición de autoridad por medio del despliegue casi exclusivo de conductas agonísticas y a menudo sangrientas, pues los demás integrantes de la jauría estarían en constante competencia por obtener su posición.

Esquema de dominancia jerárquica según la teoría del alfa dominante | Imagen obtenida de: Dominance in domestic dogs – useful construct or bad habit? (Bradshaw, 2009)

Otros investigadores de la época después replicarían con éxito sus resultados, fortaleciendo una concepción que prevalecería por algunos años en la etología, y hasta hoy día en la cultura popular. El mito del perro dominante surge de la suposición de que los perros y los lobos poseen un idéntico sistema de organización gregaria, y que por tanto el esquema lineal de jerarquía donde primarían los rangos, regiría y motivaría el actuar de nuestras mascotas. Esto ha influenciado tanto métodos de entrenamiento completos como el trato que se les da a estos animales en el día a día (Bradshaw, 2009).

El problema con estas investigaciones es que asumían que dicho comportamiento era el comportamiento natural de la especie, y no una consecuencia de colocar juntos -sin opción de dispersarse- a varios lobos no relacionados entre sí, bajo las condiciones deficientes en las que se encontraban los zoológicos de la época. Otro error fue no incluir estudios de lobos en un ambiente silvestre para así poder contrastar los resultados. Trabajos más recientes de etólogos que se han dedicado a la observación de dichos animales en libertad, han demostrado que la organización que siguen es más bien el de jaurías compuestas por una pareja monógama junto con su camada. El mismo autor que acuño los términos “macho y hembra alfa” ya ha rectificado y establecido en su trabajo; la unidad básica de la organización social de los lobos es la pareja de padres (L. David Mech, 2003).

Perros, pero no lobos

Ciertamente -y parafraseando- el comportamiento de una especie domestica puede entenderse como resultado de dos factores importantes: la conducta de sus antecesores salvajes y los cambios ocasionados por la domesticación (Vilanova, 2009). Por tanto, el estudio de la conducta de las especies silvestres puede, potencialmente, proveer descubrimientos trascendentes que faciliten el entendimiento y estudio etológico de los animales domésticos.  Sin embargo, esto no significa que podamos extrapolar los comportamientos propios de una especie a otra sin más investigación, menos aun cuando hablamos de conducta social pues, este es posiblemente uno de los aspectos que mayor modificación han sufrido producto de la selección artificial.

Imagen obtenida de: Wolves, but not dogs, are prosocial in a touch screen task (Dale R, 2019)

Hay varias diferencias relevantes en el comportamiento social manifestado por perros y lobos. Uno de ellos es el grado de conducta pro social (conductas sociales positivas, fundamentales para iniciar la cooperación) bajo condiciones diversas. Un estudio publicado en 2019 comparó en una prueba controlada –donde mediante una pantalla táctil, decidían si se le otorgaba alimento o no a sus congéneres- la tendencia de individuos de ambas especies a desarrollar conductas prosociales. Los investigadores encontraron que los lobos mostraban un alto grado de cooperación para los miembros de su manada, pues manifiestan una mayor tolerancia a compartir recursos como la comida. Los perros, por otro lado, no mostraron tal comportamiento (Dale R, 2019).

Otra diferencia radica en la manera de organización social, pues, mientras la pareja de padres es la unidad básica en las jaurías de lobos, en los perros no existe un sentido innato ni de cooperación paternal ni para obtener comida. Incluso, los perros desempeñan con bastante frecuencia comportamientos sexuales que sería inusual ver en las jaurías de lobos, como es el hostigamiento sexual por parte de varios machos hacia una hembra (lo cual en los lobos no sucede debido a su comportamiento monogámico), el apareamiento de una hembra con más de un macho y la prevalencia simultanea de dos o más camadas dentro de una misma jauría, lo cual, en los lobos desembocaría en la mayoría de los casos en infanticidio y la supervivencia de solamente una camada (Bradshaw, 2009).

Esta disparidad nos permite concluir que, aun si la teoría del alfa fuera correcta, y estuviera soportada por la evidencia obtenida en la observación de las jaurías de lobos, sería un error querer usarla para explicar (o peor aún, para modificar y entrenar) el comportamiento de los perros.

Dominancia

La palabra dominancia es tal vez la segunda palabra que más se ha malinterpretado de la etología después de “instinto” (tema que también da para hablar al respecto en otra entrada). La dominancia, contario a lo escrito arriba, se utiliza para describir relaciones entre dos individuos que intentan acceder a un mismo recurso.  Aquel que logra garantizar su acceso a dicho recurso, será llamado dominante, y en los perros, esta dominancia se establece -más que por confrontación física- por medio de un intercambio de señales de advertencia y sumisión. El resultado de estas conductas agonísticas se da como producto de múltiples factores como la memoria de confrontaciones pasadas, cambios hormonales e incluso el valor subjetivo que tiene el recurso en cuestión para cada uno de los contendientes (Bradshaw, 2009).

Como podemos ver, la dominancia entonces no es una característica individual del temperamento canino ni es algo que motiva su comportamiento, sino una consecuencia del mismo que depende del contexto. Así, es fácil darse cuenta que, de entrada, las conductas indeseadas en nuestros animales de compañía (desobediencia, vocalizaciones excesivas, tendencia a morder y orinar todo) no son algún intento maligno de convertirnos en sus súbditos elevándose como alfas. Más aun, que acciones propias de los métodos de adiestramiento que nacen de esta teoría del mítico alfa  -tales como obligar a tu perro a comer después de ti, a entrar detrás tuyo a cada puerta existente, a obligarle a colocarse panza arriba y mostrarle “quien manda” de la forma que sea- son, cuando menos, inútiles, pues se basan en tratar de establecer al humano como el dominante de la relación, siendo que las relaciones humano-perro en la absoluta mayoría de los casos no fluyen en torno a la confrontación por un recurso. Sin mencionar que no existe evidencia que demuestre que realizarlas cause algún tipo de dominancia y, además exponen al perro a una situación de estrés que puede fácilmente desembocar en agresión.

Esto, por supuesto, no trata de negar la existencia de relaciones jerárquicas y de dominancia en la convivencia social de los animales gregarios, pero sí que estas sean un estímulo que motive el comportamiento, y que exactamente en los perros, sean un constructo teórico útil en la interpretación y modificación del comportamiento.

El caso de César Millán

César Millán es tal vez el último de muchos entrenadores que han basado sus métodos de adiestramiento en esta equivocada y obsoleta teoría. Hasta la década de los 90s el nacimiento del entrenamiento basado en el reforzamiento positivo, el llamado condicionamiento operante, había hecho que cada vez fuera más extraño el recurrir a los métodos cimentados en la teoría de la dominancia. Sin embargo, en el 2004 el lanzamiento de su programa El encantador de perros trajo consigo una nueva oleada de entrenadores basados en su método y el renacimiento del mito del alfa en la cultura popular.

Es común escuchar (tanto como crítica y como defensa) la idea de que su método está cimentado total o mayormente en experiencia empírica. Sin embargo, en su programa, conferencias y material de texto redactado por él mismo (Millán, 2013) podemos encontrar múltiples referencias (aparte de a términos típicos de estafas pseudocientíficas como “energías” o “auras”, lo cual es posiblemente más un tema de marketing que otra cosa) a la teoría del perro dominante. Él y sus métodos denotan una fuerte influencia por dicha dinastía de seguidores del mito del alfa, la cual (es cuando menos curioso señalar) tiene sus más remotos antecedentes en métodos de adiestramiento militar usados en la armada británica, que incluían entre sus técnicas, por ejemplo, suprimir la conducta de excavar llenando el hoyo con agua y ahogando al perro en él (Pat Miller, 2019). Evidentemente, Cesar Millán no lleva los refuerzos negativos a tales extremos, pero prevalece una inclinación por el castigo y un abierto rechazo al uso de refuerzos positivos (Como es posible ver en este video, en el minuto 6:10 https://youtu.be/O-JxvUiBC18 ), todo debido a la intención de ver a los perros como lobos y luego de comportarse como él cree que se comporta un alfa para obtener obediencia.

En alguna ocasión, ha expresado (Infobae, 2015) que los perros pueden ser más o menos dominantes según el perro con el cual se encuentren, y da unas supuestas “pistas” o comportamientos presuntamente propios de perros sumisos o dominantes. Sin embargo, esto sigue siendo incorrecto, pues no es que “no tengan el mismo grado de dominación” con algunos perros que con otros, es que (como ya se explicó) la dominancia es un adjetivo dado a las relaciones –no a los perros- y es consecuencia del contexto, varía según diversos factores y el recurso en cuestión.

Por supuesto, hay aspectos rescatables en su contenido audiovisual y método de trabajo, como su lenguaje corporal y su reiterada advertencia sobre el maltrato que supone la humanización de los perros. Sus métodos tal vez funcionen bastante bien en algunos perros, como lo hicieron los de los entrenadores en épocas previas a 1985, pero pueden no hacerlo con muchos otros. Hay investigaciones que apuntan a que pueden aumentar el riesgo de agresión canina hasta en un 25% debido a, entre otras cosas, la tendencia a recurrir al castigo y la violencia, así como incluso maltrato que se puede derivar del método “alpha roll” (Sophia Yin, 2009). No debería hacer falta recordar que, en muchos países, la agresividad en los perros es razón suficiente para la eutanasia. Es importante recalcar que su éxito como showman y (algo cuestionable) entrenador no le convierten en una autoridad académica en lo que a comportamiento canino respecta, pues como ya vimos, muchas de sus ideas carecen de sustento científico e incluso son contrarias a la evidencia.

Conclusión

La idea de que “dominante” es un adjetivo que se puede aplicar al temperamento de un perro, y que es una característica individual, nace del mito de que existe una intención innata de colocarse en la cima de una jerarquía. Existen enfoques alternativos y más funcionales que nos permiten explicar de mejor manera tanto la agresividad como la misma existencia de relaciones jerárquicas (Bradshaw, 2009). El mito del alfa no solo nos hace tener una visión errónea del comportamiento canino, sino que da lugar a métodos de entrenamiento que les causan estrés innecesario y pueden dañar nuestra relación con ellos. Ya la Asociación Veterinaria Americana de Comportamiento Animal (AVSAB por sus siglas en inglés) ha publicado su posicionamiento (AVSAB, 2008) recalcando su preocupación por el reciente resurgimiento y aplicación de esta teoría en la modificación de la conducta, donde entre otras cosas recomienda a los médicos veterinarios a no referir a sus clientes con aquellos entrenadores que aún se ciñen a estos métodos, haciendo énfasis en que el adiestramiento animal debe basarse en pautas de trabajo respaldadas por conocimientos científicos, como es el caso del acondicionamiento operante (Vilanova, 2009). Por su parte, el Grupo de Especialidad de Etología Canina de AVEPA (Asociación de Veterinarios Españoles Especializados en Pequeños Animales) también se posicionó (GRETCA, 2019) desmintiendo el mito de la dominancia, reiterando que, tanto la teoría del alfa como los métodos de adiestramiento que de ella se derivan, carecen de evidencia científica y deben ser abandonados por el bienestar de los perros.

Imagen obtenida de: «Beneficios de que un niño tenga perro» Eurodescendientes

Los perros como especie han aportado mucho al ser humano a lo largo de la historia, al ser un animal doméstico carecen de nicho ecológico y vivir en las calles o ecosistemas representa un riesgo tanto para ellos como para la fauna silvestre. Por tanto, es nuestra obligación proveerles no solo de un hogar, sino de las condiciones en las cuales se garantice su bienestar, que incluyen, por supuesto, un buen trato, y un adiestramiento basado en la evidencia científica que nos permita tener una relación sana con ellos, sin dejar de lado la naturaleza y comportamiento de estos maravillosos animales.

Este artículo nos lo envía Luis Tovar Técnico Laboratorista Químico y estudiante de Medicina Veterinaria y Zootecnia en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Actualmente es estudiante de Medicina Veterinaria y Zootecnia con interés en el bienestar animal, la divulgación científica y la bioética. 

Referencias científicas y más información:

AVSAB, A. V. (2008). Position Statement on the Use of Dominance Theory in Behavior Modification of Animals.

Bradshaw, B. a. (2009). Dominance in domestic dogs – useful construct or bad habit? Journal of Veterinary Behavior, 135-144.

Dale R, P.-J. S.-P. (2019). Wolves, but not dogs, are prosocial in a touch screen task. PLoS ONE.

Infobae. (25 de septiembre de 2015). Obtenido de Perro dominante o sumiso: Como reconocerlo: https://www.infobae.com/2015/09/26/1758051-perro-dominante-o-sumiso-como-reconocerlo/

David Mech, L. B. (2003). Wolves: Behavior, ecology and conservation. Chicago: University of Chicago Press.

Pat Miller, C.-K. C.-K. (21 de junio de 2019). Debunking the “Alpha Dog” Theory Obtenido de Whole dog journal: https://www.whole-dog-journal.com/behavior/debunking-the-alpha-dog-theory/

Sophia Yin, D. (9 de marzo de 2009) New Study Finds Popular “Alpha Dog” Training Techniques Can Cause More Harm than Good. Obtenido de Cattledog publishing: https://drsophiayin.com/blog/entry/new_study_finds_popular_alpha_dog_training_techniques_can_cause_more_harm_t/

Vilanova, X. M. (2009). Etologia Veterinaria 1a edicion . Barcelona: Multimedica.

GRETCA, G. d. (4 de febrero de 2019). Teoría de la dominancia en perros. Obtenido de GRETCA: https://gretca.com/wordpress/teoria-de-la-dominancia-en-perros/

Millán, C. (16 de enero de 2013). OPINIÓN: El ‘encantador de perros’ dice que estos necesitan ser orientados. Obtenido de Expansión México: https://expansion.mx/opinion/2013/01/16/opinion-el-encantador-de-perros-dice-que-estos-necesitan-ser-orientados

Otras Lecturas:

The dominance controversy – Dr Sophia Yin https://drsophiayin.com/philosophy/dominance/

Down with dominance – PhD Patricia McConnell https://thebark.com/content/down-dominance

Cesar Milán, 5 razones por las que sus métodos no son recomendables https://www.srperro.com/consejos/educacion-canina/cesar-millan-5-razones-por-las-que-sus-metodos-no-son-recomendables