El color púrpura: el caracol que vestía a los dioses

Por Colaborador Invitado, el 2 diciembre, 2020. Categoría(s): Biología • Historia

En la historia de la humanidad, los colores han tenido – y tienen aún hoy- significados diversos. Así asociamos el blanco a la pureza, el negro al duelo, el rojo fue sinónimo de poder durante largo tiempo (véase aquí) y en oriente se le asocia con la buena suerte. Sin embargo; fue el color púrpura la tonalidad que, como ninguna otra, representó la divinidad y el poder. Aún hoy la expresión púrpura cardenalicia evoca la autoridad que, aunque en teoría emanada de Dios, ejercían los prelados no sólo en las cosas divinas si no también en las mundanas.

Los dioses vestían ropajes púrpura y los emperadores querían emularlos. Conseguir esta coloración era tan laborioso, el tinte obtenido tan costoso, que sólo los reyes podían permitírselo y vestir púrpura llegó a identificarse de tal manera con el poder que cualquiera que usase un tinte que, aunque remotamente se pudiera parecérsele, lo pagaba con la vida.

A la izquierda mosaico que representa al emperador Justiniano con una toga púrpura. A la derecha sudario de Carlomagno teñida del mismo color.

La leyenda atribuía al perro del dios Heracles (Hércules para los romanos) el hallazgo de este pigmento al morder un caracol en la playa y colorearse la boca de púrpura. El dios, admirado, habría prometido a su amada un vestido de esta tonalidad.

Otra propiedad de este pigmento es que se fija a los ropajes de una manera indeleble. Una vez teñida una prenda es materialmente imposible eliminar este color, lo que hace que se preserve hasta hoy en vestidos de cientos e incluso miles de años de antigüedad.

Los restos arqueológicos demuestran que la fabricación de estos tintes se inició en Creta. Las telas más antiguas que presentan esta tinción son del S XVIII A.C. y su uso se prolongó hasta que el Papa Paulo II decidió substituir el color púrpura de los moluscos por el rojo de los insectos del género Kermes. Esta decisión se debió al descubrimiento de ciertos mordientes (substancias que fijan el color a los tejidos de costura) que permitieron usar este colorante menos costoso que el púrpura.

Obra de Theodoor Van Thulden, el descubrimiento de la púrpura por el perro de Hércules

¿Qué confería a las prendas este color?, pues ni más ni menos que ciertos fluidos de algunos caracoles marinos como Bolinus brandaris, Hexaplex trunculus o Stramonita haemastoma

La tonalidad púrpura varía con cada especie de caracol marino.

La demanda de prendas teñidas de púrpura era muy alta pero el magro rendimiento de los gasterópodos obligaba a utilizar miles de ellos por cada vestido. Para obtener 1 gramo de tintura era preciso manipular 10.000 caracoles. Y con esa cantidad se podía teñir tan solo el borde. El coste era estratosférico, por una libra de pigmento se pagaban 1.000 denarios, cuando la paga anual de un legionario era de 900.

Las caracolas eran muy valiosas, así lo demuestra su aparición en distintas monedas de la época (véase la flecha)

Pero el negocio era rentable y el Mediterráneo se llenó de plantas que recogían, rompían y procesaban las caracolas. Tiro, la ciudad libanesa fue, durante la época fenicia, el centro de la producción del tinte (de ahí que se le llamase púrpura de Tiro). Sin embargo; el deseo de los reyes, militares y pudientes por prendas así teñidas expandió la producción por todo el Mare Nostrum con centros relevantes en Ibiza y Levante, Norte de África y el mar Egeo.

Centros de recogida y procesado de moluscos en el Mediterráneo a la izquierda. A la derecha restos de miles de conchas en un centro de producción de la antigüedad.

Otras culturas más remotas también apreciaron el color púrpura como lo demuestran los restos arqueológicos hallados en el norte de Europa, Japón o la costa del Pacífico de Sudamérica.

Estudiemos pues la substancia que permitía fabricar esos tintes, substancia que cambiaba de color con la luz solar, e incluso de olor, durante el proceso, factores ambos que contribuyeron a crear una asociación entre la luz violeta del crepúsculo y el pigmento violáceo que aparecía al abrir los caracoles al sol. El fin del día con el olor repugnante de la muerte. Poder y magia que se aunarían en las túnicas de los que monarcas.

El secreto de este pigmento se halla en la glándula hipobranquial de las caracolas, aunque en el interior del invertebrado esta substancia no tiene el color púrpura sino que esta transformación sucederá una vez se vea expuesta al sol.

Glándula hipobranquial, detalle a la derecha. Abajo, evolución del color de la glándula una vez expuesta al sol.

La función biológica de esta secreción es múltiple: por una parte, serviría para sedar a las presas de estos caracoles, por otra, es utilizada para recubrir las masas de huevas lo que disminuye el riesgo de infecciones y también serviría como repelente frente a las estrellas de mar.

Esta substancia carece de coloración en tanto en cuanto está dentro de la caracol -se les denomina precursor- pero una vez abierta y expuesta a la radiación ultravioleta experimenta una serie de transformaciones que la hacen única. Veámoslas:

Los precursores suelen ser incoloros, blancos o ligeramente amarillentos. Su composición es diferente para las distintas especies de moluscos, aunque también se presentan diferencias en función de la época del año o del sexo del invertebrado.

Fórmulas de los distintos precursores hallados en el interior de los gasterópodos

El sulfato de tyrindoxilo pierde su anión sulfato al extraer la glándula de los moluscos mediante la acción de una enzima, purpurasa. Cuando el tyrindoxilo se pone en contacto con el oxígeno del aire da lugar a dos nuevos compuestos (tirindoleninona y tirindolinona) que son de color amarillo y rojo respectivamente. Este último dará lugar a un nuevo compuesto (tyriverdin) que, al recibir la radiación solar da lugar al dibromoíndigo. Este compuesto es el que muestra el deseado, carísimo y exclusivo color púrpura.

Distintos compuestos desde el precursor hasta el púrpura y color de los compuestos intermedios.

Junto al dibromoíndigo se forman también radicales sulfurosos (mercaptanos) de olor nauseabundo que obligaban a los profesionales tintoreros a ejercer su oficio lejos de las poblaciones (como así lo acreditan los estudios arqueológicos). Además, esta fetidez se adhería a la prenda teñida y puede percibirse en los ropajes incluso hoy, lo que en la época dio lugar a no pocas chanzas y críticas a los que podían permitirse vestir de púrpura.

Así que un humilde molusco marino sirvió de base para una potente industria de los tintes en todo el Mare Nostrum durante centenares de años. Su pesca, conservación e incluso cría fueron objeto de estudio de los filósofos y pensadores más brillantes de la antigüedad. Plinio el viejo y Aristóteles entre ellos. Sus babas dieron origen a unos tintes espectaculares que distinguían a lo más alto de la corte del pueblo llano y que aún hoy asocian el color púrpura con la divinidad y con el poder.

 

Este artículo nos lo envía Juan Pascual (podéis seguirlo en twitter @JuanPascual4 o linkedn). Me licencié en veterinaria hace unos cuantos años en Zaragoza y he desarrollado mi vida profesional en el mundo de la sanidad animal, de ahí mi interés en divulgar lo que los animales aportan a nuestro mundo actual. Soy un apasionado de la ciencia. Creo que es fundamental transmitir el conocimiento científico de una manera sencilla para que los jóvenes se enganchen pronto y para que la sociedad conozca más y mejor lo mucho que la ciencia aporta a nuestro bienestar. Viajar es otra de mis pasiones junto con la literatura, que no deja de ser otro modo de viajar.

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Referencias científicas y más información:

Rolf Haubrichs. L’étude de la pourpre: histoire d’une couleur, chimie et expérimentations. Preistoria Alpina Suppl. 1, v. 40 (2004)pp. 133-160Trento 2005

Karapanagiotis, I. A Review on the Archaeological Chemistry of Shellfish Purple. Sustainability 201911, 3595.

Benkendorff, Kirsten. Bioactive molluscan resources and their conservation: Biological and chemical studies on the egg masses of marine molluscs. University of Wollongong. 1999. Doctoral thesis

Christopher J. Cooksey. Tyrian Purple: 6,6’-Dibromoindigo and Related Compounds Review. Molecules 2001, 6, 736-769

Pilar Fernández Uriel. Púrpura. Del mercado al poder. UNED. 2010

B. WESTLEY et al. HISTOMORPHOLOGY OF THE HYPOBRANCHIAL GLAND IN DICATHAIS ORBITA (GMELIN, 1791) (NEOGASTROPODA: MURICIDAE) Journal of Molluscan Studies (2010) 76: 186–195. Advance Access Publication: 9 January 2010

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The History of the Sacred Purple: The Use of Muricidae as a Dye Source. By Her Ladyship Claire le Deyare

La pourpre en Istria. https://journals.openedition.org/mefra/1389

http://pourpre.inge.free.fr/GB/recherches/recherches.html



Por Colaborador Invitado, publicado el 2 diciembre, 2020
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