Dejémosle atún… por si vuelve en los huesos

Por Colaborador Invitado, el 15 mayo, 2021. Categoría(s): Biología • Ciencia
“El beso de la muerte”, escultura presente en el cementerio de Poblenou, Barcelona.

– ¿Qué ha pasado?

– Lo han matado.

– ¿A quién?

– Al entrenamiento…

– ¿Al entrenamiento? Pero… ¿Una ciencia puede morir?

– ¡Pues claro! ¿No te lo estoy diciendo? Que lo han matado… A sangre y hierro.

– ¿Pero eso quien lo dice?

– ¡La policía! ¿Quién lo van a decir si no…? Han venido esta misma mañana y tras llevarse el cadáver nos han dicho a los que estábamos allí presentes: “el entrenamiento ha sido asesinado”.

– Y, bueno… ¿Quién lo ha matado?

– Pues por lo visto la policía dice que han sido dos los que se lo han cargado. Pero vamos… Que eso se veía venir ya en el barrio.

– ¿Qué se veía venir cómo?

– Pues eso, ¡¿qué te voy a contar?! Que ya se veía venir desde hace tiempo que lo iban a matar al pobrecito mío.

– ¿Eh…?

– A ver… Te explico. Hace ya tiempo que un par de mendas lerendas llamados las ciencias del deporte y la fisioterapia entablaron amistad con el entrenamiento. Al principio tú sabes… Todo guay, uña y carne te diría yo, pues las ciencias del deporte y la fisioterapia cuidaban muy bien del entrenamiento, al menos, eso parecía…

– ¿Parecía…?

– ¡Claroooo…! En realidad, ni le cuidaban ni nada. Falso. Todo falso. En verdad lo odiaban a muerte. No le querían ni una pizquita. Lo que realmente valoraban del entrenamiento estos dos mendas era su capacidad de producir juaniquiqui.

– ¿Juaniquiqui?

– Vamos a ver… En román paladino, ¡Dinero joe…!; Tanto querían al entrenamiento por su dinero que al final acabaron adulterándolo. Vamos… Que lo volvieron loco.

– ¿Enserio lo dejaron tarumba?…

– Y tanto. Vamos… La cabeza la tenía ya últimamente completamente perdida. Es más, llegó un momento que el pobrecito mío no sabía ya ni quien era. Perdió su identidad. Lo perdió todo…

– Y…, ¿Cómo lo volvieron loco?

– Bueno… eso es una historia complicadilla, pero intento ponerte en situación. A ver… Hace años el entrenamiento era un muchacho bien apuesto. Tú me entiendes, un chiquillo con sus cosas buenas y malas, como todos, pero al fin y al cabo un mocete que tenía su cabeza muy bien amueblada y que tenía claro desde siempre quién era y cuáles eran sus principios verdaderos.

– ¿Sus principios…?

– ¡Sí…! Este chiquillo siempre iba hablando de unos principios que él decía tener y que por lo visto formaban parte indisoluble de su personalidad y le hacían ser lo que era.

– Ahhhhh… Vale, vale…

– Lo que te decía… Que este era un chavalín normal hasta que el pobrecito mío conoció a los dos mendas estos, quienes con argucias de barrio chungo empezaron a desvirtuarlo.

– ¿A desvirtuarlo…?

– ¡Aro joe…! Empezaron a cambiarle el nombre, le añadieron apellidos que no eran suyos, le distorsionaron sus principios, empezaron a atribuirle milagritos y chorradas que él nunca había hecho… Hasta volverlo loco… ¡Coño! Tan loco lo volvieron al pobrecito mío que llegó un momento que ni el mismo sabía ya quién era.

– ¿Enserio…?

– Bueno… Eso no es nada, pues si te digo que no solo dejó de reconocerse a sí mismo, sino que también la gente del pueblo dejó de reconocerlo. Vamos… La gente del pueblo lo veía por la calle y no sabían ni quién era.

– ¡Virgen santísima del amor hermoso…!

– Imagínate la de argucias que emplearon las ciencias del deporte y la fisioterapia para llegar a eso. Imagina…

– Y… ¿Conoces algunas de esas argucias que comentas?

– Buenooooo… ¡Hay miles para contar!, pero la más conocida sin duda es cuando los dos carajas estos hicieron creer al entrenamiento que iban a ayudarlo para que se hiciera famoso.

– ¿Famoso…?

– Sí… Le decían que si se unía a ellos tendría la oportunidad de ayudar a muchas personas a mejorar su calidad de vida.

– Pero… Espera, ¿el entrenamiento puede mejorar la calidad de vida de las personas?…

– Bueno, a ver… No es que el entrenamiento pueda mejorar la calidad de vida de las personas de forma directa, pues realmente lo que el entrenamiento puede hacer es mejorar el rendimiento físico de las personas y, como consecuencia, la calidad de vida de estas. ¿Ahora mejor?

– Vale, vale, ahora todo más claro…

– Pues eso… Lo que te venía contando, que el entrenamiento estaba encantado, pues él sabía que como consecuencia de su naturaleza podía ayudar a mucha personas, más aún con la ayuda de las ciencias del deporte y la fisioterapia.

– ¿Y entonces que salió mal?

– Lo que salió mal es que no podía imaginar que sus “amigos” lo que realmente querían no era hacerle famoso para ayudar a las personas, sino para hacerse más ricos ellos mismos.

– Que sinvergüenzas…

– Pasado un tiempo los mendas intentaron monopolizar el entrenamiento cada uno por su lado. En plata, arrimar el agua a su sardina. Y es que, tú sabes… todo lo que rodea la salud, la calidad de vida y el bienestar es un negocio lucrativo hoy en día. Hoy te tiras un pedo y le pones el sufijo terapia y te has inventado un nuevo método holístico de desintoxicación corpóreo-espiritual. En fin… Que los mendas estos lo que querían era forrarse a costa de la propia naturaleza del entrenamiento. Lo que querían eran ganar más y más dinero atrayendo a más y más clientes. ¿Y para ello sabes que hicieron?

– ¡Sorpréndeme…!

– Dividieron el entrenamiento en dos partes.

– ¿En dos partes?

– ¡Así es!… Rompieron al entrenamiento en dos mitades. Algo parecido a un “horrocrux”, es decir, partieron algo indisoluble en dos; las ciencias del deporte crearon el denominado “entrenamiento salud” y la fisioterapia parió al “entrenamiento terapéutico”.

– ¿En serio?…

– Y tanto… La cuestión es que el entrenamiento cuando se enteró de esto se enfadó bastante, pues vio como las ciencias del deporte y la fisioterapia le habían puesto dos apellidos (“salud” y “terapéutico”) que no le hacían justicia. Y es que, el entrenamiento por su naturaleza siempre mejora el rendimiento físico y, en consecuencia, la calidad de vida. Es por ello por lo que se enfadó tantísimo, pues era incoherente añadirle a algo que ya de por sí mejora la calidad de vida otra palabra que significa más de lo mismo.

– Lógico… Sería como dividir la medicina en “medicina salud” o “medicina terapéutica” o como dividir a la psicología en “psicología salud” o “psicología terapéutica”.

– ¡Exacto!… Es que es de poco seso. Es redundante. Eso sí, hay que reconocer que los apellidos son una gilipollez, pero la visión mercantil es acojonante.

– ¿Cómo…?

– ¡Válgame Dios…! Los apellidos en sí son una chorrada, pero consiguen influir de forma determinante en la percepción poblacional a la hora de vender un servicio. Vamos, que hacen que la gente de a pie piense que entrenamiento y entrenamiento “salud” o “terapéutico” son cosas distintas, cuando todos son exactamente lo mismo: entrenamiento. Y… La cosa no acaba aquí.

– No me digas que hay más…

– Pues te lo digo… La cosa no fue solo el añadirle al entrenamiento un apellido para sesgar a la población. Lo peor de todo fue cuando encima los “siensiólogos del deporte” y los “fisioterapeutólogos” se enemistaron intentando imponer el “entrenamiento salud” por encima del “entrenamiento terapéutico” o viceversa para así poder ganar más competencias.

– Venga ya… ¿En serio?

– Y tanto… El entrenamiento no solo tuvo que aguantar apellidos estúpidos, sino también que se pregonaran virtudes de un entrenamiento sobre otro para ganar competencias, cuando los dos son exactamente lo mismo: entrenamiento. Además, los entrenamientos no son mejores por sus apellidos, sino por la buena manipulación que se haga de sus principios.

– De verdad que no lo entiendo…

– Pues yo menos… No entiendo como sus propios “amigos” lo pudieron transfigurar y prostituir para atraer a más y más personas de forma sesgada y poco ética. Y no solo eso… Con ello te digo también que, voluntaria o involuntariamente, avalaron otros apellidos fraudulentos como el entrenamiento funcional, el entrenamiento metabólico, el entrenamiento mitocondrial, el entrenamiento neurofuncional, el entrenamiento clínico, el entrenamiento funcional crudo, el entrenamiento biológico, el entrenamiento neurobiológico, ahhhhhhhhhhhhhhh (coge aire, mucho aire), el entrenamiento de fuerza-rápida, el entrenamiento de fuerza-explosiva, el entrenamiento de fuerza-resistencia, el entrenamiento de fuerza-velocidad…

– Te entiendo…

– En fin… Una pena… El muchacho era muy bueno, no se lo merecía…

– Y, bueno… Me ha quedado claro que una ciencia puede morir, pero… ¿Puede resucitar…?

– …Dejémosle atún… Por si vuelve en los huesos…

 

1 año más tarde.

Nota de prensa: los hasta ahora presuntos asesinos del entrenamiento quedan condenados a cadena perpetua tras demostrarse que ambos interfirieron deliberadamente en las ciencias del entrenamiento para evitar que esta pudiera poseer un lenguaje técnico que se ajustase a la realidad, fomentando por tanto un lenguaje ambiguo, el cual no permitió que dicha ciencia pudiese desarrollarse correctamente, acto que produjo finalmente la muerte de esta. Ninguna ciencia pude vivir sin una comunicación fluida entre sus profesionales, pacientes, así como con otros profesionales en aras de buscar una atención transdisciplinar.

Este artículo nos lo envía Miguel Ángel Puch Garduño, Graduado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, Máster en Rendimiento Físico-Deportivo, Doctorando en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte y Colaborador-Honorario en el Departamento de Deporte e informática en la Universidad Pablo de Olavide. Asimismo, es coautor del Proyecto Divulgativo ¡No Todo es Ciencia! donde se divulgan informaciones científicas sobre Ciencias de la Salud. Para más información sobre el proyecto consultar su página web (https://www.notodoesciencia.es/) y/o redes sociales (https://www.instagram.com/notodoesciencia/).

 

Bibliografía:

[1]          S. P. Bird, K. M. Tarpenning, y F. E. Marino, «Designing resistance training programmes to enhance muscular fitness: a review of the acute programme variables», Sports Med. Auckl. NZ, vol. 35, n.o 10, pp. 841-851, 2005, doi: 10.2165/00007256-200535100-00002.

 



Por Colaborador Invitado, publicado el 15 mayo, 2021
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