Papá, ¿cómo se enroscan las caracolas? es una delicia.
Podría acabar aquí (sería posiblemente la reseña más corta y a la vez precisa de la historia) pero quiero seguir disfrutando de este pequeño tesoro, así que escribo sobre él…
Estamos ante un libro infantil sobre matemáticas que explora la (amplísima) intersección entre geometría y naturaleza. Lo expresa concisamente el autor con los hashtags que usa en redes sociales: #enroscaracolas (derivado del título del libro) y #GeomNatura (derivado del subtítulo, «Un paseo geométrico por la naturaleza»).
Canónicamente se trata de un libro de Luisma Escudero ilustrado por Raquel Gu, pero textos y dibujos son tan interdependientes, están tan abrazados, cual par de escutoides, se suman y crecen juntos, que considero que lo suyo es establecer la coautoría de ambos, como los libros de René Goscinny y Albert Uderzo o los de Roald Dahl y Quentin Blake.
Luis María Escudero
Luis María Escudero (Luisma; @lmescu; Sevilla, 1975) es Licenciado en Biología por la Universidad de Sevilla y Doctor en Biología por la Universidad Autónoma de Madrid y ha montado el Laboratorio de Organización Compleja de la Materia Viva en el Departamento de Biología Celular de la Universidad de Sevilla y en el Instituto de Biomedicina de Sevilla (IBiS). Tras esa retahíla de palabras en mayúsculas hay un devoto de la naturaleza y la geometría, un biólogo computacional que trabaja en biología del desarrollo usando algoritmos y ordenadores para entender cómo se organizan los tejidos durante el desarrollo embrionario. En esas estaba cuando (junto con su equipo) dio con una forma geométrica jamás descrita a la que llamaron escutoide, y el planeta enteró se hizo eco.
Raquel García i Ulldemolins
Raquel García i Ulldemolins (Raquel Gu; @RaquelberryFinn; Barcelona, 1972) es Licenciada en Filología Inglesa y Postgrado sobre Literatura Inglesa Postcolonial. Tras tantear un Doctorado en Literatura y Cultura Inglesas fue a parar al mundo editorial donde hace traducción, ilustración y humor gráfico. Mucha ilustración y mucho humor gráfico, por que Raquel es una apasionada del dibujo desde pequeña cuando jugaba a dibujar, y hoy podemos disfrutar de su juego a través de su trabajo en revistas como Principia, JotDown o Mongolia, en multitud de libros (como el que nos ocupa) y, entre otras muchas cosas, en el blog de divulgación matemática Mati y sus mateaventuras, del que es coautora junto a Clara Grima.
Papá, ¿cómo se enroscan las caracolas?
El mismo índice refleja el carácter del libro: quince capítulos y un apéndice de alegría, colorido, frescura, conocimiento, belleza y asombro.
El libro arranca con Margarita, la hija mayor (7) de Luis María Escudero, diciéndole que tiene que llevar al cole un trabajo sobre qué les gusta hacer a sus padres, y el mismo Luisma responde que a él lo que le vuelve loco es buscar matemáticas en la naturaleza. Ernesto (5) se sorprende por que «las matemáticas son números», pero Luisma explica que las matemáticas son mucho, mucho más que números, por ejemplo geometría. «¿Geo… qué?» salta Luismino (diminutivo de Luisma; 3) y la burlona gata Piumina adivina lo que se avecina: un viaje donde acompañaremos a la familia completa a descubrir como la naturaleza habla el lenguaje de las matemáticas y lo manifiesta en forma de geometría.
El libro funciona como un cómic, con viñetas a página sencilla o doble. Las frases de niños, padre y gata aparecen en bocadillos que a veces conectan con quién las dice… ¡pero otras veces no! ¿Y cómo sabemos quién dice qué? Pues mediante un ingenioso recurso: acompaña a la introducción del libro una foto de la familia donde Luisma viste de gris, Margarita de rojo, Ernesto de azul y Luismino de amarillo, de tal forma que los bocadillos de texto de cada uno van a tener esos colores a lo largo de todo el libro, incorporando el rosa de la mordaz Piumina. Más aún, la tipografía de los niños es infantil, desenfadada, mientras que las de Luisma y Piumina es más reglada, pero sin resultar aburrida.
Y las ilustraciones… Pues como las que Raquel Gu nos tiene acostumbrados: delicadas, expresivas (mirad el gesto de Luisma retorciendo la caracola en la portada), dinámicas y llenas de detalles. Primorosas. Y para muestra un botón:
Raquel ha dejado por ahí un montón de pormenores divertidos, huevos de pascua los llama ella, que hay que explorar por uno mismo y sentir el gustirrinín que da encontrarlos.
Pero además hay ilustraciones de geometrías imposibles que se desvían de las habituales en Raquel, y aún así su habilidad las corona magistralmente. He decidido no incluir en esta reseña ninguna imagen del libro que no fuese ya pública para que tengas el placer de descubrirlas por ti mismo cuando bucees en él, pero dejo una foto del artesonado que Raquel usó como modelo para ilustrar las teselaciones cuasiperiódicas con el propósito de que te hagas una idea de las maravillas que te vas a encontrar (Raquel confiesa que ese techo junto al romanesco fractal fueron los dos dibujos más laboriosos de todo el libro… ¡No me extraña!)
La familia
«Papá, ¿cómo se coloca el corazón en su sitio?»
«Papá, ¿un romanesco es alguien de Roma?»
«Papá, ¿por qué no hay cuadradoíris?»
«Papá, ¿y para qué sirve saber todo eso?»
Cada capítulo suele partir de una pregunta de alguno de los niños que da pie al autor para sondear formas y geometrías geológicas o de algún organismo, mientras los chavales siguen encadenando más y más preguntas…
Margarita es curiosísima, diligente y lista. Espabilá hubiese dicho mi abuela. Siempre va un paso más allá. Por ejemplo, cuando hablan de esferoides oblatos y prolatos, Margarita pregunta: «¿Y cómo sabe un melón o una mandarina por dónde se tiene que alargar o aplastar?»
Ernesto es indagador, juguetón y desenvuelto, simétrico con su ortopedia y asimétrico cuando le da la gana. Al descubrir que el esqueleto de los radiolarios les da resistencia y belleza, Ernesto se quita la capucha de su disfraz de Spiderman y grita: «¡Entonces seré Radiolarioman!»
¿Ves a Luismino arriba buceando junto a un pez payaso y una mantarraya? Pues así te lo encontrarás a menudo, en las poses más extravagantes, escalando un árbol o colgado de una lámpara, comiéndose una pieza de ajedrez o enrollado con una manguera. ¿Te has fijado que siempre aparece descalzo? Luismino es un trasto, un espíritu libre. Cuando están hablando de elementos químicos la punzante Piumina dice de él: «Luismino sí que está hecho un buen elemento».
Y es que Piumina es una gata irónica, una diva que cultiva la sorna y que frecuentemente cierra capítulos con un comentario sarcástico.
Pero la familia extensa del libro es más extensa. A lo largo de sus páginas te encontrarás con hexágonos verdes con un signo de admiración que indican que en el apéndice se habla de alguien que aportó al entendimiento de alguno de los conceptos que se están tratando (seguro que identificas rápidamente al personaje de la esquina inferior derecha del índice de arriba). Desde Ángela Nieto, que contribuyó a esclarecer el mecanismo que posiciona el corazón durante el desarrollo embrionario, hasta Conchi Lilo para quién ¡los colores no existen!, pasando por Isabel Fernández, primera invitada española a un Congreso Internacional de Matemáticas (ICM) por jugar con pompas de jabón.
Cositas interesantes
En lo que sigue destaco algunos de los conceptos que se tratan en las páginas del libro que me han llamado especialmente la atención, o para los que aporto una reflexión o referencia añadida, o ¡por que sí!
Voros
Los polígonos y poliedros de Voronoi (o Voros, como a menudo los conocemos los que hemos trabajado con ellos) tienen un lugar destacado en #enroscaracolas.
Y es que los Voros también aparecen en la naturaleza, por ejemplo en la piel de las jirafas o en el fenómeno llamado timidez entre árboles por el que las copas de algunas especies de árboles frondosos no se tocan entre sí.
Algunos #árboles evitan el contacto entre sus #copas: descubre el fenómeno de la #timidez de las copas • https://t.co/JucbPK05yB pic.twitter.com/49xmhcydMg vía @sofiabiologista #VideoCiencia
— Apuntes de ciencia (@ApuntesCiencia) April 15, 2018
Prismas de roca
Al explorar polígonos y prismas visitamos las disyunciones columnares de la Calzada del Gigante en Irlanda del Norte y las de los Órganos de la Gomera, otro dibujo sobrecogedor de Raquel del que muestro una foto real.
Los virus son estados gato de Schrödinger
Luisma cuenta que algunos virus tienen forma de icosaedro, y aprovecha para poner una frase que le oí hace tiempo y me parece muy simpática:
“¿Están vivos los #virus? Todo lo que sé de ellos es que muertos, muertos no están.” – Luisma Escudero @lmescu
— Apuntes de ciencia (@ApuntesCiencia) February 1, 2020
Patrones de Turing
Alan Turing intuyó que había matemáticas en los patrones de la piel de los animales (como en la piel de las cebras, que decoran con encanto las guardas del libro), cosa que formalizó en los llamados patrones de Turing.
¡El libro desvela el misterio de si las cebras son negras con rayas blancas o al contrario!
Alan #Turing explicó la formación de patrones naturales, como las rayas de las #cebras. "Las rayas ha sido fácil, lo difícil es aclarar la parte caballo" dijo. Visto en "Papá, ¿Cómo se enroscan las caracolas?" de @lmescu • #FotoCiencia J. Eisele/AFP #enroscaracolas #GeomNatura pic.twitter.com/YsUT2STdxO
— Apuntes de ciencia (@ApuntesCiencia) March 1, 2023
Niños y mayores, todos aprendemos
No te alarmes con el lenguaje que a veces uso en esta sección. El libro no menciona «disyunciones columnares» ni «estados gato de Schrödinger», es completamente accesible a los niños, pero si que introduce determinados conceptos que puede que incluso algunos adultos no conozcan. Yo recuerdo haber aprendido dos: bráctea en relación con las de la piña, y giroide, que para mi era la criatura con la que se guarda la partida en Animal Crossing, pero que resulta ser una superficie minimal que aparece en las alas de algunas mariposas como Morpho peleides y que les dota de coloración estructural.
Las repeticiones no son aburridas
Papá, ¿cómo se enroscan las caracolas? explica que un fractal es algo que «tiene una parte que se repite a diferentes tamaños». ¡Hala, autosimilitud en nueve palabras! Y pone como ejemplos los «fractales gigantes» de las marismas del P.N. de Doñana y el romanesco (no Ernesto, no es alguien de Roma… pero casi: es una variedad de colifror italiana que debe su nombre a un soneto de Giuseppe Gioachino Belli, un poeta romano que escribía en dialecto romanesco y que en 1834 hizo un soneto titulado «Er testamento der Pasqualino” donde describe a un hortelano al que apodaban «Torzzetto» por que recordaba al tronco de la verdura que cultivaba).
Escutoides y esculoides
En las últimas páginas del libro Luisma cuenta el descubrimiento del escutoide, una nueva forma («Un prisma un poco retorcido con un vértice en el lateral») descrita en 2018 por él mismo junto a un equipo multidisciplinar de investigadores (biólogos, físicos, matemáticos, ingenieros…) que resultó ser óptima para el empaquetamiento de las células epiteliales cuando se curvan. El primer abrazo entre escutoides se lo pegaron dos hechos con la plastilina de Margarita, una imagen que ha recorrido el mundo.
Hasta 16 escutoides he localizado en las páginas del libro… ¿puedes encontrarlos todos?
Ernesto también quiere inventarse el nombre de una, y elige la forma del melocotón a la que se refiere como… ¡esculoide! Y, claro, como no podía ser de otra forma, Luismino acompaña la escena enseñando medio culete. Me hizo especial gracia al recordar un pasaje de La Tesis de Nancy, una novela de Ramón J. Sender en la que Mrs. Adams, una americana de mediana edad realizando una visita guiada por Sevilla, para demostrar su dominio del idioma español decide referirse a una pequeña estatua de Hércules usando el diminutivo:
[Mrs. Adams] Lo mejor que nos ha enseñado usted hasta ahora ha sido Herculito.
[El guía] Señora, yo…
[Mrs. Adams] Me llevaría Herculito conmigo al hotel y lo pondría en un nicho en mi casa de California, junto al jardín.
[El guía] Señora, por mí puede usted ponerlo donde le parezca mejor. Eso es cosa de su vida privada.
Dije que no pensaba incluir ninguna imagen del libro que no fuese ya pública, pero no me resisto: mirad como Luisma resume el artículo de Nature sobre los escutoides en cuatro palabras y qué responde a Luismino cuándo le pregunta para qué sirve saber todo eso.
Si, un libro delicioso
En la introducción Luisma explica que Papá, ¿cómo se enroscan las caracolas? es un reflejo de su pasión por la belleza de las repeticiones, patrones y formas geométricas de la naturaleza (me recordó a mi hija que cuando era muy pequeña solía apuntar su dedito a cualquier secuencia de cualquier cosa gritando «¡Mira papi, es un patrón!») y que lo que le mueve a escribir este libro es la ilusión de contar la ciencia y animar a inspirar y husmear.
Y vaya si lo consigue.
Luisma es un científico en el sentido más amable de la palabra, una persona que no ha perdido la curiosidad y la capacidad de asombro de los niños; junto a los pinceles mágicos de Raquel han hecho un libro que transmite ganas por saber, ganas por entender por qué la naturaleza ha moldeado a su prole con las formas que tienen. Más aún, la obra contribuye a contagiar la ilusión por las matemáticas a quienes todavía piensan que las mates son eso de hacer raíces cuadradas y calcular porcentajes.
Empecé la reseña diciendo que #enroscaracolas es un libro infantil, y así lo clasificarán las librerías, pero si probablemente el libro florecerá en manos de niños y niñas de entre 6 y 12 años, doy fe de que cualquier persona curiosa descubrirá, se sorprenderá y sonreirá.
Personalmente Papá, ¿cómo se enroscan las caracolas? me ha regalado un buen montón de felicidad.
Ficha técnica
Me licencié y doctoré en química con una Tesis sobre la simulación por ordenador del ADN, pero cuando hacía la maleta para el post-doc se me presentó la posibilidad de trabajar haciendo cositas para misiones espaciales, y en eso ando. Comunico ciencia desde el Twitter Apuntes de ciencia. Más acerca de mi (incluyendo mis artículos y presentaciones online) aquí.