Esta es la segunda entrada de blog (la primera está aquí) correspondiente a la transcripción de la charla “Vuela, gaviota… ¡Vuela!” (en varios colores) que di en Naukas Bilbao 2023 (aquí el video) pero muy ampliamente ampliada con información que quedó fuera de la exposición por restricciones del formato.
En la primera parte de la entrada se analizaron las dos primeras supuestas incompetencias de Valentina Tereshkova como comandante de la nave Vostok 6 (que la misión fue mera propaganda y que Valentina Tereshkova daba poca información de la situación de la misión), lista que concluye en esta segunda y última parte.
Al final incluyo la lista de referencias que aparecen en el texto [con este formato].
Estado físico
JC: La mitad de los astronautas experimentan vértigo y náuseas durante los primeros días. Es el síndrome de adaptación al espacio (SAS)…
Hoy sabemos que al menos la mitad de los astronautas experimentan dolor de cabeza, vértigo y nauseas durante los primeros días en órbita. Se trata del síndrome de adaptación al espacio (SAS) y es independiente de la susceptibilidad a la cinetosis (el “mareo del viajero”).
Es curioso que mientras algunos astronautas son aparentemente inmunes al SAS, otros que muestran una tolerancia excepcional al mareo cuando pilotan aviones son los que sufren los peores síntomas al llegar al espacio [Mixed up in space].
En cuanto a su dependencia con el sexo, los estudios apuntan a que en general las mujeres son más propensas a padecer SAS [Reschke 2014].
La perra Belka (Sputnik 5) vomitó en órbita, Gagarín (Vostok 1) no sufrió SAS, pero Titov (Vostok 2) lo padeció de forma severa, lo que afectó notablemente a su desempeño durante la misión.
Koroliov se lo tomó muy en serio, e investigar este particular se convirtió en uno de los objetivos principales de las misiones Vostok 3 y Vostok 4, para las que se eligieron a los candidatos menos susceptibles que, además, entrenaron el sistema vestibular específica e intensamente. A Nikoláyev y Popovich se les añadió una palabra más a su vocabulario en clave: si experimentaban vértigo o nauseas severas debían decir que estaban viendo Гроза (groza, “tormentas eléctricas”).
JC: …y aunque Valentina lo negó está claro que lo sufrió. Sí confesó que vomitó, pero lo atribuyó a náuseas que le provocaron unos caramelos y los pirožki de espadín que comió.
Valentina sobrellevó el lanzamiento y la puesta en órbita mejor que tanto Nikoláyev como Popovich a juzgar por las lecturas de sus sensores biomédicos [Diarios Kamanin]. Tras eso, y a pesar de que ella lo negase, es indudable que sufrió SAS durante los tres días que duró su vuelo, en especial en los dos últimos.
Si confesó que vomitó una vez, pero lo atribuyó a la comida, en particular a los caramelos (posiblemente estos “troncos de cangrejo” muy populares en la Unión Soviética) y los Пирожок (pirožki), panecillos de espadín con limón que le dieron nauseas (la elección de la dieta de Valentina Tereshkova mientras orbitaba la Tierra a miles de kilómetros por hora parece discutible).
Koroliov pidió abortar la misión, pero la prerrogativa de hacerlo en función de criterios médicos recaía sobre el jefe médico del programa, Vladimir Yazdovsky, quien decidió continuar con el vuelo [Paths Universe]. Yazdovsky le sugirió tomar un sedante, pero Valentina declinó. A la postre, Yazdovsky sería uno de los más críticos con el desempeño de Valentina Tereshkova durante su misión.
JC: El caso es que le ordenaron ceñirse bien los arneses y no desabrocharse durante todo el vuelo.
Para tratar de mantener los mareos bajo control, le ordenaron ceñirse los arneses que le sujetaban al asiento eyectable y no desabrocharse en ninguna circunstancia. Esto le provocó un calambre en la espinilla derecha durante el segundo día que se convirtió en un dolor intenso el tercero. Además, el auricular de comunicación presionaba fuertemente su oreja izquierda, tenía un punto de presión del anillo del casco en su hombro derecho que le produjo un dolor penetrante (Bykovsky también experimentó presión del casco en la parte derecha que le causó irritación), así como un picor producido por un sensor médico que no se podía rascar y que acabó convirtiendose en erupción.
Los problemas del traje fueron reconocidos por la factoría número 918 (ahora llamada NPP Zvezda) encargada de su confección en su informe oficial: tanto Bykovskiy (traje SK-1) como Tereshkova (SK-2, versión modificada del SK-1) evidenciaron que tras varios días en la misma postura causaba incomodidad y dolor.
Sin embargo, Valentina no estaba letárgica ni mucho menos: canturreó con el ausente Bykovsky (ver la primera entrada), habló con Khrushchev, mandó los mensajes radiados a los distintos países y en general llevó a cabo las tareas que tenía encomendadas para la misión.
Las pruebas médicas efectuadas durante el vuelo (electrocardiografía, pneumografía, electrooculografía, cinetocardiografía, electroencefalografía y respuesta galvánica cutánea) no mostraron alteraciones más allá de lo esperado, y los ejercicios psicotécnicos resultaron equivalentes a los efectuados en tierra antes y después de la misión.
Tampoco nada indica un deterioro físico acusado tras aterrizar: Valentina se cambió a un chándal, escribió algunas notas en su registro de vuelo (no pudo hacerlo en las últimas órbitas por que se le rompieron los dos lápices con los que contaba), agrupó el paracaídas, la cápsula y el asiento eyectable e incluso comió animosamente (quizá demasiado animosamente, ver más abajo).
Sin embargo, si es cierto que el SAS se cobró su peaje según avanzaba la misión.
En uno de los contactos programados Valentina no respondió: se había quedado dormida. La despertaron desde control de misión y el incidente supuso un revuelo notable así como explicaciones una vez de vuelta. Pero a Titov le pasó lo mismo… ¡durante 37 minutos! Sin embargo, en este caso la única consecuencia fue una pregunta por parte de una emisora de radio armenia en una entrevista que él se limitó a contestar con un chascarrillo:
Me quedé dormido porque usé un despertador de Ereván.
— Guerman Titov, refiriéndose a los populares relojes despertador de la marca ЕЧЗ construidos en la ciudad de Ereván, capital de Armenia [Vostok 1 y Vostok 2]
Quizá el análisis más imparcial de la condición de Valentina Tereshkova durante su vuelo aparece en un libro publicado en 2001 sobre la historia del Institut aviatsionnaya i kosmicheskaya meditsine (Instituto de Medicina Aeronáutica y Espacial):
Desde cierto momento durante la misión (a Valentina Tereshkova) se le notaba falta de concentración, expresión facial y movimiento de cabeza reducidos, hablaba con lentitud y arrastrando las palabras, a veces con respuestas de una sílaba y tono monótono.
— Historia del Institut aviatsionnaya i kosmicheskaya meditsine [Historia medicina espacial]
Sin embargo, el resumen global sobre la misión Vostok 6 que ofrece el libro es el siguiente:
A pesar de las peculiaridades mencionadas anteriormente, Tereshkova completó sus tareas con éxito y demostró que el viaje espacial prolongado es posible también para mujeres.
— Historia del Institut aviatsionnaya i kosmicheskaya meditsine [Historia medicina espacial]
JC: ¿Sabéis quien tuvo SAS severo que le dejó fuera de juego casi toda la misión? Pues Guerman Titov el comandante de la Vostok 2.
Sandra: ¿Habéis oído alguna vez que la misión de Titov fuese un desastre? Yo no…
Como decía arriba, Gagarin no sufrió SAS pero Titov si, lo que le dejó fuera de juego prácticamente toda la misión: ni siquiera pudo llevar a cabo las observaciones planificadas de la Tierra.
Más aún, Popovich en la Vostok 4 declaró la palabra clave “tormentas eléctricas”, y como consecuencia su aterrizaje se adelantó un día. Luego se desdijo y explicó que ¡efectivamente había visto tormentas eléctricas de verdad al sobrevolar el golfo de México! Pero no parece que fuera sincero: se cree que tuvo fuertes nauseas, comunicó el código y más tarde, al sentirse mejor, le dio vergüenza.
Pero nadie dice que las misiones de Titov o Popovich fuesen un desastre.
Nota: tras su vuelo Titov se comportó de forma poco ejemplar: tuvo tres accidentes de coche en seis meses, bebía incluso más de lo que se consideraba aceptable en la URSS de la época, cogió a una chica autoestopista y acabó con la cara arañada (él), no cuidaba de su mujer… Consideraron echarle del programa de cosmonautas, pero era demasiado famoso [Fraser 2021].
Sandra: Veredicto: no culpable.
¿Tuvo Valentina SAS? Si.
¿Es culpa suya? No.
¿Hizo todo lo posible para sobreponerse? Sin duda.
Comida
JC: El control de la ingesta era transcendental para evaluar la respuesta del cuerpo de Valentina, que comió poco, pero no sabemos cuánto por que regaló parte de su comida tras aterrizar, y además comió cosas que le ofrecieron, como kumis, leche de yegua fermentada y lepeshki con queso.
En estas misiones espaciales pioneras entender la fisiología del cuerpo era fundamental y el control de la comida ingerida forma parte de la ecuación. Sabemos que Valentina comió poco (como decía arriba, le provocaba nauseas), según ella un 60% de lo estipulado, pero no hubo forma de hacer balance por que tras aterrizar regaló parte de sus raciones de vuelo a los paisanos y, al revés, devoró ávidamente comida fresca que le ofrecieron como Лепешки (lepeshki, “tortas turcas”) y Кумыс (kumis, leche de yegua fermentada), entre otras.
Algunas fuentes dicen que este intercambio de comida ocurrió ya en presencia del equipo de rescate que debería haberlo impedido, pero otras (más fiables, en mi opinión) indican que Lyubov Maznichenko, médico y plusmarquista mundial de salto en paracaídas, llegó apenas una hora tras el aterrizaje y protestó porque Valentina ya había ingerido alimento no certificado [First cosmonaut team].
Por otra parte, la relación de las mujeres con la comida es una narrativa persistente en el machismo que asume que “las señoritas deben comer poco”. Una de las candidatas, Zhanna Yorkina, no era del agrado de Kamanin por que “le gustan demasiado los dulces y el chocolate” [Women in space] y resulta que no pasó la prueba para la misión Vostok 6 porque durante la simulación del vuelo sólo comió un tercio de sus raciones y estaba débil (también se quitó las botas, acción explícitamente prohibida).
Sandra: Estaría exhausta y hambrienta, pero esto afectó a la misión.
Se puede argumentar que Valentina estaría exhausta, deshidratada y hambrienta, que no sabía cuánto tiempo tardarían en rescatarla y que intercambiar comida es signo de hospitalidad. También podemos considerar que, al contrario que los cosmonautas varones, Valentina Tereshkova y las otras mujeres no eran militares y no estaban acostumbradas a la férrea disciplina militar. Pero eso no justifica que se saltase las órdenes explícitas que desembocaron en que no se pudo evaluar realmente cuanto comió.
Kamanin no pudo disculpar ese comportamiento, pero niega que el objetivo de Valentina fuese encubrir el hecho de que no comió lo suficiente durante el vuelo, postura que si defendía el jefe médico Yazdovsky [Diarios Kamanin].
Tampoco gustó a Kamanin la actitud poco cooperadora que tuvo Valentina con los médicos tras el vuelo, pero opina que está relacionado con la extraña relación entre médicos y astronautas (que también surgió en el programa espacial americano) por la que cualquier mínima infracción de un astronauta a los ojos de un médico podría dejarlos fuera de una misión [Diarios Kamanin].
Sandra: En este caso Valentina es: culpable.
En mi opinión, esta acusación de mala praxis a la cosmonauta Valentina Tereshkova sí está justificada.
Ciencia
JC: El plan de vuelo incluía una serie de experimentos, como tomar medidas fotométricas del horizonte que de hecho sirvieron para identificar las capas de aerosoles de la estratosfera.
El plan de vuelo de la misión Vostok 6 había reservado ciertos periodos para llevar a cabo algunos experimentos científicos: fotografías de la Tierra, la atmósfera y el espacio, observaciones visuales (algunas con filtros de colores), grabación de video con un tomavistas, un paquete de ensayos biológicos y medidas del horizonte con un dispositivo fotométrico con las que los científicos descubrieron las capas estratosféricas de aerosoles en un artículo científico del que Tereshkova es coautora [Rozemberg 1965].
JC: Pero Valentina no pudo observar la corona solar (dijo que “no tenía suficientes dedos para tapar el Sol”)…
Estaba previsto que Valentina observase la corona solar, la parte más externa de la atmósfera del Sol, para lo que hay que bloquear el propio brillo de nuestra estrella, muchísimo más intenso. Esto se consigue de forma natural durante un eclipse solar total o bien con la ayuda de un coronógrafo. Pero Valentina carecía de coronógrafo: se le había instruido para que bloquease el Sol con los dedos de las manos, empresa que resultó imposible (Valentina dijo “¡No tengo suficientes dedos para tapar el Sol!”).
El plan de vuelo de Bykovsky también incluía observar la corona solar y tampoco lo consiguió.
JC: …ni tampoco activar unos ensayos con moscas Drosophila porque no llegaba a los controles y, recordad, no podía desabrocharse.
Debido al diseño de la cabina, las características del traje y el mandato de no desabrochar los arneses bajo ningún concepto, Valentina no alcanzó a activar el paquete de experimentos biológicos (que incluía moscas Drosophila). El experimento de Bykovsky, diseñado para estudiar la germinación de semillas en el espacio, si pudo ser activado.
Tras sus vuelos, tanto Valentina como Bykovsky destacaron la falta de ergonomía de la cápsula. Abajo doy más información sobre este particular.
Sandra: Pero ¿sabéis cuál era con diferencia el experimento más importante? Valentina Tereshkova.
JC: El objetivo de la misión era determinar el efecto del viaje espacial en el cuerpo femenino: el traje se adaptó, llevaba multitud de sensores y Valentina hizo ejercicios psicotécnicos y otros.
El objetivo principal de la misión era continuar los estudios de la respuesta del cuerpo humano al viaje espacial, específicamente del femenino. Se llevaron a cabo adaptaciones en la cápsula y el traje espacial (SK-2, como mencioné arriba) a la fisiología femenina, en particular [Women in space]:
- Menor anchura de hombros.
- Modificaciones en las sujeciones de los hombros para un mejor movimiento de los brazos.
- Mayor circunferencia de cadera.
- Menor abertura de cuello.
- Se bajó el sistema de retención del casco en el pecho.
- Se redujo el número de capas de aislante térmico en los guantes y se les dotó de más movilidad en el dedo pulgar.
- Se modificaron las válvulas respiratorias y las asas de la visera del casco para hacerlas más accesibles.
- El receptáculo de gestión de residuos se adaptó a la anatomía femenina.
Tereshkova realizó a bordo ejercicios de autoevaluación y psicotécnicos (cálculos sencillos, reconocer figuras geométricas y dibujar espirales y estrellas de cinco puntas). Todo ello confirmó que las mujeres manifiestan la misma resistencia que los hombres al estrés físico y psicológico del vuelo espacial [Encyclopedia.com Tereshkova].
Sandra: Veredicto: no culpable.
Orientación de la nave
JC: El sistema de orientación para la reentrada era automático, pero había que probarlo manualmente por si fallaba.
Las naves Vostok eran completamente automáticas. Durante los primeros 40 segundos tras la ignición, Koroliov o Kamanin podían eyectar al piloto; tras eso, el resto del vuelo era desatendido.
Tal grado de automatización exige redundancia, sistemas duplicados por si alguno de ellos falla. Pero por restricciones de peso, uno de los sistemas no pudo ser redundado: el que orientaba la cápsula (usando un complejo mecanismo analógico de giroscopios y sensores de infrarrojos) de tal forma que el motor de frenado se disparase en sentido opuesto al vuelo para frenar la nave, reentrar en la atmósfera y volver a casa.
Por si este sistema fallaba, había la posibilidad de orientación manual basada en la observación de la alineación de la nave por parte del comandante con el Vzor (Взор, “vista”, un ingenioso dispositivo óptico que consistía en un ventanuco en el suelo de la cápsula por donde el tripulante veía la Tierra y varios espejos alrededor que se iluminaban con el Sol cuando la orientación era la adecuada) y el disparo de unos pequeños motores de gas [Challenge to Apollo]. El sistema manual se ensayaba en simuladores en tierra, pero era preciso probarlo en condiciones reales durante la misión.
JC: Bueno, pues Valentina no consiguió orientar la cápsula hasta en dos ocasiones… pero a la tercera fue la vencida.
Valentina Tereshkova no consiguió ejecutar los ejercicios de orientación manual de la nave en el periodo dispuesto para ello en el plan de vuelo. Se había previsto una segunda oportunidad para repetir la prueba si la primera no era exitosa… y volvió a fallar. Se habilitó entonces una tercera ocasión in extremis y Valentina… ¡tuvo éxito!
JC: ¿Sabéis que pasaba? Que uno de los tres ejes de la palanca de orientación estaba cableado al revés.
Sandra: A ver si lo entiendo… ¿Valentina orientó la nave espacial con uno de los controles invertido?
JC: ¡Y sin desabrocharse!
¿Por qué le costó tanto a Valentina orientar la nave? Asif Siddiqi, el principal historiador (occidental) de la cosmonáutica soviética, es muy cauto y tras su análisis concluye que “las causas no están claras” [Vostok 6 perspective] pero, aunque quizá no se pueda asegurar a nivel de investigación histórica, en mi opinión si lo están: uno de los tres ejes de la palanca de orientación manual estaba cableado al revés respecto tanto de las especificaciones como del simulador donde había entrenado Valentina en tierra.
Parte de la confusión deriva del hecho que Koroliov ordenó que el fallo no se revelase, y sólo recientemente vio la luz, una vez falleció el ingeniero responsable del fiasco. Según Ponomoreva, en la época soviética los problemas durante las misiones simplemente se tapaban [Entrevista Ponomareva].
Como explica rafasith en su blog “He visto cosas” con motivo de la serie de entradas que ha dedicado al 60 aniversario del vuelo de Valentina Tereshkova, la primera pista la reveló ella misma en una entrevista de 2013 [Ella, cosmonauta]. Valentina relata que detectó un fallo en la configuración de la cápsula que la hubiera lanzado al espacio exterior en lugar de hacerla reentrar una vez se hubiese encendido el motor de frenado. Inmediatamente informó a control de misión y, tras recibir los datos correctos, los “introdujo en el sistema” y el problema se corrigió.
Pero eso no es posible: en las naves Vostok el cosmonauta no tenía capacidad de corregir los sistemas automáticos de a bordo.
Ese relato romántico por el que una joven de 26 años descubrió un error que la hubiese enviado a una muerte segura del que tuvo que convencer desde la órbita a incrédulos ingenieros y estirados superiores se ha repetido como un mantra [Enciclopedia astronáutica Tereshkova] [Double standards] [Teething troubles] (esto aparece incluso en la entrada de Valentina Tereshkova en Wikipedia en español [Wikipedia Tereshkova], no así en la de inglés), pero como el mismo rafasith expone “Parece que en esa entrevista Valentina se dejó llevar por unos recuerdos que, quizás, fueron algo distorsionados”. [Ella, cosmonauta].
Esa narración distorsionada por el paso del tiempo y la prohibición de hablar de ella puede que derive de la probable causa real que aparece en muchas menos fuentes y más oscuras (en particular, en ruso): la mencionada inversión de los cables de uno de los ejes de la palanca de control de orientación [Puerto-B] [Gazeta.ru].
Tal como lo veo yo, los “datos correctos que introdujo en el sistema” corresponden al calibrado (“reconciliación”) del Globus IMP (Индикатор Навигационный Космический, “indicador de navegación espacial”, un sofisticado dispositivo electro-mecánico que mostraba la posición de la nave sobre un globo terráqueo) que Valentina debía hacer cada día, algo completamente inocuo porque el Globus no estaba de ninguna forma conectado a los sistemas de control de la cápsula (su única función era proporcionar información al tripulante).
Por otra parte, y de nuevo según mi opinión, Valentina lidió, perpleja, con los controles que no respondían como debieran durante los dos primeros intentos en los que trató de orientar la nave. Entonces entendió la naturaleza del problema y fue capaz de llevar a cabo la operación en el tercer ensayo a pesar de la inversión de uno de los ejes.
Catorce años más tarde, a la pregunta de qué momento del vuelo recuerda con especial orgullo, Valentina responde:
Para mí, el momento más memorable fue cuando piloté manualmente la nave espacial. El mero hecho de saber que una máquina tan complicada la dominaban manos femeninas me hizo sentir dichosa por todas las mujeres del mundo.
— Valentina Tereshkova [Tonight]
En la reentrada real el sistema automático funcionó correctamente y la cosmonauta Tereshkova no tuvo que intervenir (¡afortunadamente los actuadores del control autónomo estaban bien cableados!).
JC: Las naves rusas no han destacado nunca por su ergonomía: incluso hoy se usa un palo para accionar los interruptores. Si, si, como lo oís… ¡Un palo! Se diría que no hemos avanzado tanto…
En sus informes oficiales tras sus misiones, Valentina dijo que trabajar en el interior de la cápsula Vostok era difícil, que casi no llegaba al Globus y otros instrumentos. Bykovsky notificó que era totalmente imposible alcanzar el compartimento de primeros auxilios sin desabrocharse del asiento. Ambos recomendaron que los futuros cosmonautas estarían mucho más cómodos si se les permitiera quitarse sus trajes espaciales durante las misiones [On the edge]. Y así fue: en octubre de 1964, en la misión Voskhod 1, tres cosmonautas volaron sin traje espacial (las cápsulas Voskhod no eran más grandes que las Vostok, con lo que tampoco hubieran cabido con los trajes) [Británica Voshkhod].
Y de aquellos polvos vienen estos lodos: incluso hoy en día los cosmonautas de las naves Soyuz (Союз, “unión”) usan ¡un palo! para accionar los interruptores (el nombre oficial es Yказка, “puntero”).
Sandra: ¡Valentina pilota campeona!
En mi opinión, en este caso Valentina es inocente.
Estado mental
JC: Se ha dicho que Valentina llegó a la cápsula borracha, que la tuvieron que meter a la fuerza o que estuvo histérica todo el vuelo. No hay ningún indicio de que nada de esto sea verdad.
Al primer director de vuelo de la NASA Christopher C. Kraft le preguntaron en una entrevista para la BBC en 1997 sobre Valentina Tereshkova y el hecho de que los Estados Unidos no hubiese enviado a ninguna mujer al espacio, a lo que respondió:
She was an absolute basket case when she was in orbit and they were damn lucky to get her back, she was nothing but hysterical while she flew so how do you know we wouldn’t have got that situation as well?
Fue una muñeca de paja en órbita y tuvieron mucha suerte de poder traerla de vuelta, estuvo histérica todo el vuelo, así que ¿cómo sabes que no nos habríamos encontrado en esa misma situación?
— Chris Kraft, primer director de vuelo de la NASA [Right stuff, wrong sex]
Otras fuentes, tanto soviéticas como americanas, declararon que tuvieron que meter a Valentina en la cápsula a la fuerza y atarla porque no quería subir, o que llegó borracha a la torre de lanzamiento.
Bueno, pues no hay ningún indicio, ni uno solo, de que nada de eso sea verdad.
El jefe médico Yazdovsky quería incluir en el parte de prensa oficial de la misión Vostok 6 un párrafo sobre la mala condición emocional de Valentina durante el vuelo: que experimentó emociones abrumadoras, cansancio y una capacidad muy reducida para trabajar y completar sus tareas asignadas. Este análisis fue rechazado por unanimidad por las demás personas que estaban preparando el parte. Kamanin llevó aparte a Yazdovsky y le pidió que no exagerase, que Tereshkova realmente nunca se mostró cansada en exceso, si acaso somnolienta por desocupada (el plan de vuelo solo contaba con tareas asignadas para el primer día, con lo que los otros dos no tenía nada que hacer), y que nunca se quejó e hizo todo lo necesario para completar el programa previsto [Enciclopedia astronáutica Tereshkova].
JC: El mismo uso de la palabra “histérica” ya denota misoginia: ¿sabéis que etimológicamente significa “mal del útero”?
Sandra: Es como una “carta mágica” que, si se juega, descalifica de golpe a todas las mujeres: inocente claramente.
Histérica.
Una palabra que se ha usado como arma arrojadiza contra las mujeres durante, literalmente, miles de años: deriva del griego antiguo ὑστερικός (husterikós, “mal del útero”).
El mismo Hipócrates sostenía que el útero de la mujer deambulaba por el cuerpo, causando el mal cuando llegaba al pecho [Dark history hysteria]. En el siglo XIX la histeria se consideraba una dolencia física diagnosticable en la mujer y se trataba con “masaje pélvico” o lavado vaginal. En el siglo XX pasó a ser considerada una enfermedad mental, y actualmente está descartada [Wikipedia histeria] aunque hay quien la sigue usando como una “carta mágica” que al jugarla descalifica automáticamente al contrincante… siempre que sea una mujer.
19 años sin mujeres en el espacio
JC: El desempeño de Valentina no fue estelar, pero desde luego tampoco desastroso.
Sandra: Fue semejante al del resto de comandantes de las Vostok.
Valentina Tereshkova no fue la supercosmonauta de la propaganda oficial, pero tampoco la incompetente que quieren pintar algunos: su desempeño fue semejante al del resto de comandantes de las Vostok.
Objetivamente hizo dos cosas mal: no fue del todo honesta sobre su estado durante el vuelo (rematado con el episodio del pícnic que montó tras el aterrizaje) y ya en tierra fue demasiado honesta con los defectos de la cabina, el traje, la comida… lo que no le granjeó demasiados amigos.
El secretismo inherente al programa espacial soviético fue tierra fértil para los rumores en torno al vuelo de Valentina Tereshkova. Los informes públicos dibujaron un vuelo perfecto, pero al filtrarse algunos defectos empezaron los chismes que, como suele pasar, acabaron dejando la imagen de todo lo contrario, de que Valentina lo hizo fatal [Entrevista Ponomareva]. Que la identidad de su cosmonauta reserva no se hiciese pública durante muchos años hizo crecer el mito, incluso en occidente, de que la primera candidata era otra mujer que había enfermado súbitamente y tuvieron que poner a Valentina de forma precipitada [RussianSpaceWeb].
JC: ¿Por qué entonces costó tanto que hubiera más mujeres astronautas?
Sandra: ¿Qué mejor para responder a esta pregunta que una mujer astronauta?
¿A qué es debido entonces que durante casi veinte años no hubiese otra mujer en el espacio y que en total sólo el 11% de los astronautas hayan sido mujeres? [UN News].
En este momento de la presentación aparece un video de Sara García Alonso, astronauta reserva de la Agencia Espacial Europea, que nos cuenta lo que sigue.
Sara: ¡Hola Sandra! ¡Hola Juan Carlos! ¡Hola Naukas! Soy Sara García Alonso, astronauta reserva de la Agencia Espacial Europea.
No, esos casi veinte años sin mujeres en el espacio no fueron culpa de Valentina Tereshkova. El primer americano en órbita, John Glenn, lo dejó bien claro: “El hecho de que las mujeres no estén en este campo es una consecuencia de nuestro orden social”.
La ausencia de mujeres en el espacio durante casi dos décadas no se debe al desempeño de Valentina Tereshkova sino a algo más estructural: el sentimiento generalizado de la época de que las mujeres debían “quedarse en casa”.
Koroliov era de los que pensaba que una mujer en la torre de lanzamiento trae mala suerte, como antaño en los barcos. Tras el vuelo de Valentina dijo:
Чтобы я еще когда-нибудь связался с бабами.
¡No quiero volver a tener nada que ver con pelanduscas!
— Serguéi Koroliov [Diarios Kamanin]
A lo que su ayudante Leonid Voskresenski (la única persona a quien Koroliov permitía que le llamase por su nombre de pila) respondió:
Catalina la Grande no tuvo maestro que la enseñara a gobernar un imperio y bien que se apañó ella solita, mejor de hecho que LOS emperadores posteriores…
— Leonid Voskresenski [Rockets and people]
A la misma Svetlana Savitskaya le recibieron a bordo de la estación espacial Salyut 7 ofreciéndole un ramo de Arabidopsis (una planta con flores usada como organismo modelo) crecido en la estación… y un delantal.
¡Tenemos un delantal para ti, Sveta!
A lo que ella respondió:
¡Anda! Pensaba que te lo ibas a poner tú para prepararnos algo.
— Svetlana Savitskaya [Apron for woman]
Como explica Daniel Marín, la “broma” es doblemente denigrante porque en la cultura rusa regalar un delantal a una mujer joven significa que se valoran más sus dotes de ama de casa que su aspecto físico [Cosmonautas olvidadas].
Y en Estados Unidos tres cuartos de lo mismo. En 1962 John Glenn declaró:
Los hombres luchan las guerras, pilotan los aviones y vuelven para ayudar a diseñarlos, construirlos y probarlos. El hecho de que las mujeres no estén en este campo es una consecuencia de nuestro orden social.
— John Glenn [Comité selección astronautas]
Cuando preguntaron a Gordon Cooper que qué opinaba sobre el vuelo de Tereshkova, Gordon se refirió a la misión anterior Mercury-Atlas 5 en la que los americanos volaron a Enos, un chimpancé, en preparación del vuelo de Glenn, de esta forma:
Bueno, podríamos haber puesto a una mujer en el segundo Mercury-Atlas y haberla hecho volar en lugar del chimpancé.
— Gordon Cooper [NASA shunned women astronauts]
La realidad es que los astronautas varones no querían más competencia para los poquísimos asientos disponibles en naves espaciales, además de que la presencia de mujeres hubiese reducido el “efecto macho” del vuelo espacial. Sólo con que ellas preguntasen por ello se les tachaba de falta de patriotismo, calificándolo de impedimento para superar a los soviéticos.
Sara: Y bien que demostraron su inexperiencia con la primera astronauta americana, Sally Ride, a quien le propusieron llevar maquillaje en su neceser…
La falta de mujeres en los primeros años de la astronáutica tripulada desembocó en anécdotas entre lo trágico y lo hilarante.
Cuando en 1983 los EUA se decidieron por fin a que una mujer, Sally Ride, formase parte de una tripulación, solo cuatro de los 4.000 técnicos del Centro Espacial Johnson eran mujeres.
Los ingenieros de la NASA, en su infinita sabiduría, decidieron que las mujeres astronautas querrían maquillarse, así que diseñaron un kit de maquillaje… Imagina las discusiones entre los ingenieros, predominantemente masculinos, sobre lo que debería llevar el kit.
— Sally Ride [National lipstick day]
Sally Ride: "The engineers at NASA, in their infinite wisdom, decided that women astronauts would want makeup – so they designed a makeup kit… You can just imagine the discussions amongst the predominantly male engineers about what should go in a makeup kit." #RideOn #Classof78 pic.twitter.com/dNZ51cWELH
— NASA History Office (@NASAhistory) January 16, 2018
Ecos de esta tontería se han oído en fechas tan cercanas como 2013, cuando en la presentación de la misión Shenzhou 10 a la estación china Tiangong-1, la taikonauta Wang Yaping fue interpelada por un periodista diciendo que las mujeres taikonautas seguramente desempeñarían mejor si se maquillaban [Sexism in space].
Nota: alguna mujer astronauta ha subido maquillaje a órbita como parte de sus objetos personales.
Sara: …y le preguntaron si cien tampones era la cifra correcta para una misión de seis días, a lo que Sally respondió “No, no es la cifra correcta”.
Recuerdo a los ingenieros intentando decidir cuántos tampones deberían volar en un vuelo de una semana; me preguntaron: “¿Es cien la cifra correcta?” y yo les contesté “No, no es la cifra correcta” a lo que añadieron “Bueno, queremos estar seguros” a lo que yo respondí “Podéis reducirla a la mitad sin ningún problema”.
— Sally Ride [Oral stories]
Sally Ride decía que lo peor de ser astronauta era lidiar con (el sexismo de) los periodistas.
Todo el mundo me preguntaba por el maquillaje. No les preocupaba lo más mínimo mi capacidad para operar el brazo robótico (del Space Shuttle) o desplegar satélites de comunicaciones.
— Sally Ride [Sexism Ride]
En 1985, Sally estaba en el control de la misión durante la que su compañera Rhea Seddon reparó una vela rasgada de un satélite que iba a poner en órbita. Un portavoz de la NASA describió las puntadas de Seddon como “una muestra de la habilidad de una buena ama de casa”, salida de tono que Sally Ride corrigió de inmediato:
No, las puntadas de Seddon son precisas como las de una cirujana cardiaca.
— Sally Ride; de hecho, Rhea Seddom es cirujana [Almost Heaven]
Sara: Valentina fue una valiente pionera y allanó el camino para que la presencia de la mujer en el espacio esté hoy casi normalizada. En mi promoción de astronautas de la Agencia Espacial Europea fuimos elegidos 9 hombres y 8 mujeres.
Ride murió en 2012 y sólo 5 años más tarde la clase de astronautas del 2017 de la NASA consistió en 8 hombres y 6 mujeres. La clase de astronautas del 2022 de la ESA, de la que forma parte Sara, está formada por 9 hombres y 8 mujeres.
Pero como dijo Sally y Sara cita a menudo:
Será un día maravilloso cuando la paridad de género sea tan común como para atraer poca o ninguna atención.
— Sally Ride
Sara: Y desde luego las funciones en el espacio no conocen sexo. En 2007 Peggy Whitson fue comandante de la Estación Espacial Internacional, y en 2019 Christina Koch y Jessica Meir hicieron una actividad extravehicular conjunta.
Peggy Whitson fue la primera mujer comandante de la Estación Espacial Internacional (EEI) en octubre de 2007, cuando se dio la circunstancia de que la misión STS-120 del Space Shuttle comandada por otra mujer, Pamela Melroy, llegó a la estación.
Este saludo entre mujeres comandantes se repitió en octubre de 2022, cuando la comandante de la EEI Samantha Cristoforetti de la ESA recibió a la misión SpaceX Crew-5 comandada por Nicole A. Mann (la tripulación también incluía a la ingeniera Anna Kíkina de Roscosmos como segunda Especialista de Misión).
El 18 de octubre de 2019 las americanas Jessica Meir y Christina Koch reemplazaron una unidad de distribución de potencia estropeada en el exterior de la EEI en la primera actividad extravehicular íntegramente formada por mujeres.
Sara: Valentina Tereshkova dijo: Un pájaro no puede volar con una sola ala. La exploración del espacio no puede progresar sin la activa participación de la mujer.
Svetlana Boym explicaba que los niños y niñas soviéticos de los 60, como ella misma, no soñaban con ser doctores o abogados sino cosmonautas como Gagarin y Tereshkova [She orbits over the sex barrier].
En el número de abril de 1963 del popular semanario soviético Огонёк (“chispa”) se hicieron eco de un montón de cartas de niños dirigidas a cosmonautas:
Estoy lista para volar al planeta más grande y estudiarlo. No tendré miedo de ir al espacio: cuando el cohete esté listo, seré entrenada.
— Valia Larshina, de Orsk
Quiero ser bailarina y volar al espacio… ¡No sé cuál de las dos cosas deseo más!
— Liusia Zorina, de Yalta
En la entrega de los premios AMMDE Aerospacial 2023 a Sara García Alonso y Cristina Cuerno, esta última (directora de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Aeronáutica y del Espacio, ETSIAE) confesó que su inspiración profesional parte de Valentina Tereshkova. Cristina quería ser astronauta, y emulando a las cosmonautas pioneras trató de ser piloto militar… pero no la dejaron, por ser mujer. Así que, implacable, pasó a la siguiente mejor opción y se hizo piloto comercial. Tras una extraordinaria carrera, en 2019 el Ejército del Aire otorgó a Cristina Cuerno la Cruz al Mérito Aeronáutico con distintivo blanco.
Wally Funk, otra de las “Trece del Mercury”, voló en 2021 en la misión suborbital Blue Origin NS-16 cuando contaba con 82 años de edad, convirtiéndose así en astronauta comercial. Lo mejor de la misión, sin duda, fue su entusiasmo y su alegría contagiosa.
JC: ¡Vuela, gaviota! ¡Vuela!
Me pregunto qué hubiese pasado si acaso alguna mujer hubiese pisado la luna en las misiones Apolo. Quizá Cristina Cuerno fuese astronauta y mi hija Sandra hubiese tenido referentes anteriores a Sara García Alonso. Y quizá las disciplinas STEM atraerían el talento femenino [STEM no atrae talento femenino], contribuyendo a solucionar los problemas a los que se enfrenta la humanidad. Toda la humanidad.
No es tu aptitud, sino tu actitud, la que determina tu altitud.
Agradecimientos
Quiero agradecer a rafasith y a Daniel Marín su ayuda en el acceso a material sobre cosmonáutica soviética, incluyendo algunas traducciones.
A Pedro León por su fabulosa colección de recursos de astronáutica en InfoSondas.com y por resolver amablemente algunas dudas.
A mi hija Sandra por su idea de darme el contrapunto en el escenario del Palacio Euskalduna Jauregia Bilbao.
Y a Sara García Alonso por prestarse a colaborar en el proyecto… ¡Calienta Sara que sales!
Bibliografía
He traducido las referencias en ruso al español mientras que he dejado inalteradas las escritas en inglés.
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Me licencié y doctoré en química con una Tesis sobre la simulación por ordenador del ADN, pero cuando hacía la maleta para el post-doc se me presentó la posibilidad de trabajar haciendo cositas para misiones espaciales, y en eso ando. Comunico ciencia desde el Twitter Apuntes de ciencia. Más acerca de mi (incluyendo mis artículos y presentaciones online) aquí.