Greenpeace una vez fue amiga de la Ciencia pero en la última década ha abandonado el rigor científico. Cuando la Ciencia le plantea algún inconveniente, Greenpeace elige el dogma…
En un artículo reciente del histórico COSMOS magazine se lamentaba de la triste deriva que está tomando Greenpeace en la última década. De la misma manera que algunas campañas históricas como las de la protección a las ballenas o las de proteger a la capa de ozono han tenido resultados notables y son dignas de aplauso, últimamente han abrazado el dogmatismo anticientíficos en temas como la energía nuclear, la agricultura ecológica o los transgénicos, y muchas de sus campañas parecen más enfocadas a atraer la atención mediática que a solucionar los problemas medioambientales, como acusar a los iPhone de tóxicos y peligrosos.
A los que trabajamos en ciencia esta deriva de Greenpeace no nos pilla de nuevas.
Hace unas semanas, Juan Felipe Carrasco, responsable de transgénicos de Greenpeace, fue invitado a dar su visión en en el V congreso de estudiantes de biotecnología. Según él, Greenpeace no está en contra de la ciencia, ni siquiera de los transgénicos, pero quiere alertar de sus riesgos para le medio ambiente y la salud. Y ponía como ejemplo las mariposas monarcas y el maíz Bt.
Supongo que es un buen ejemplo de lo que decía Groucho Marx, “estos son mis principios, y si no le gustan, tengo otros”. Más mentiras no se pueden decir en menos tiempo. Para empezar el tema de las mariposas monarca se demostró que el peligro era falso y se publicó una rectificación sobre el artículo original hace más de 10 años. Pero este señor parece no haberse enterado.
También siguen diciendo que el glifosato es tóxico para las embarazadas, cuando lo único que demostraba el artículo es que es malo inyectar herbicida en la placenta. En este caso la revista no publico una, sino tres rectificaciones sobre el artículo original, por cierto, una de ellas escrita por un servidor a raíz de un comentario en Amazings.es.
Bueno a estas alturas ya está claro que llamar informe científico a un comunicado de Greenpeace es llamar debate periodístico de altura a un programa de la noria.
Pero retomemos sus palabras, no están en contra de la investigación. ¿Cómo casa esto con al destrucción de un campo experimental esta semana en Australia? Además no han tardado en adjudicarse el mérito y lo presentan como el acto heroico de una madre, cuando en realidad era trigo pensado para mejorar sus cualidades nutricionales… se ve que las madres de niños diabéticos no tienen derecho a obtener una mejor alimentación para sus vástagos.
A ver: dicen que no podemos estar seguros con los transgénicos por que no hay investigación (cosa que es falsa), pero además, queman los campos experimentales. Me parece que lo que empezó siendo una organización con unos intereses encomiables, ha acabado siendo un movimiento anticientífico e integrista. De esos, por desgracia, vamos sobrados, no necesitamos más.
En Alemania esta semana una plantación experimental de patata transgénica dedicada a la industria del plástico ha sufrido un ataque similar, agravado por la violencia de los perpetradores. Han utilizado bates de béisbol y spray de pimienta. Todo muy Green, pero poco Peace. Lo más hiriente ha sido la actitud del partido verde que “lamenta, pero no condena estos actos” ¿a que os recuerda?
En España tampoco nos libramos. Gracias al esfuerzo de Greenpeace, Amigos de la Tierra y Ecologistas en Acción, todos los veranos se publicitan las parcelas donde se harán ensayos con transgénicos, así si alguien le apetece puede ir y arrasarlos, aunque a veces se equivoquen y no quemen la de transgénicos. Da igual, las penas que se aplican son unas multas irrisorias. Además sirve para que algunos saquen pecho y se den autobombo. Y hay que considerar que lo que se pierde no es solo el trabajo y la fuente de ingresos de un agricultor.
Destrozar un campo experimental puede suponer perder uno o dos años de trabajo y recopilación de datos. Si esa experimentación se desarrolla en el marco de una tesis doctoral o de un Postdoctoral puede suponer perder un tiempo irrecuperable de beca o de contrato y echar por tierra una carrera científica, todo por un acto de violencia gratuita e injustificada. Y lo que es más grave, están destruyen un ensayo científico controlado que cuenta con todos los permisos y autorizaciones simplemente por razones ideológicas… lo que nos retrotrae a las épocas más oscuras de la historia, cuando la ciencia era innecesaria por que ya estaba la religión, o cuando Stalin y Lyssenko rechazaban el Darwinismo por que no era Marxista.
Ya que Greenpeace dice que alerta, yo también. Sirvan estas modestas líneas como llamada de socorro. La violencia va en aumento año tras año. Al paso que vamos es cuestión de tiempo que un agricultor, un guardia de seguridad o un científico caiga herido o algo peor que no quiero ni pensar. Paren esta locura y dejen que la ciencia siga su camino. Nos beneficiaremos todos.
Catedrático de biotecnología (área de bioquímica y biología molecular) en la Universidad Politécnica de Valencia, Director del Máster de Biotecnología Molecular y Celular de Plantas (CSIC-UPV) e investigador en el Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas (IBMCP) un instituto mixto que depende del CSIC y de la UPV. Divulgador de temas relacionados con la biotecnología y la alimentación. Autor de la columna «Ciencia sin ficción» en El País Semanal y de libros como «Comer sin Miedo» y «Medicina sin Engaños» (Destino). Su último libro es «Ecologismo real»