Antonio José Osuna Mascaró (Tay para muchos) es el autor de Biotay, un blog magnífico, y en tuiter es conocido como @BioTay. Antonio publicó el año pasado el libro “El error del pavo inglés”, cuyo kilométrico subtítulo reza de esta guisa: “un pavo real enamorado nos regala las respuestas que siempre hemos estado buscando”.
En realidad no sé si el libro nos regala tantas respuestas o si, ni siquiera, nos regala alguna. Lo que sí sé es que nos regala un relato fascinante, lleno de información y reflexiones, en el que recorre algunos de los asuntos que, para mí, más interés tienen en la biología de organismos, sobre todo animales, con una especial atención a nuestra especie.
Antonio empieza poniendo de relieve algo a lo que suele aludir con frecuencia Xurxo Mariño, cual es el hecho de que nuestras percepciones no reconstruyen la realidad “tal y como es”, sino que nos dan una imagen de la realidad. Esa imagen es consecuencia del modo en que están configurados los dispositivos receptores y los sistemas de procesamiento. Y la razón por la que están configurados así es que de esa forma le han servido a nuestra especie para obtener la información relevante para sobrevivir y reproducirse con éxito. Así pues, no hay que confundir, y menos aún identificar, lo que sería, -si pudiese existir tal cosa-, una reconstrucción fidedigna de la realidad con la información relativa a esa realidad que es útil para nuestro organismo.
Aborda a continuación la definición de la vida: ¿qué entendemos por vida? Y al entrar en ese terreno nos obliga a preguntarnos cuestiones fundamentales que creíamos perfectamente resueltas, y si no las teníamos resueltas, -es mi caso-, no les dábamos mayor importancia. Porque las respuestas que daríamos a ciertas preguntas que pensábamos que no tenían apenas problemas, resulta que sí los tienen, más de lo que pensábamos (al menos más de lo que pensaba yo). Antonio redondea el capítulo con una definición final, completa, de la vida, pero eso sí: subsisten dificultades serias de delimitación; una vez más, queda de manifiesto que algo que “sólo” nos interesa a nosotros, como es la frontera entre lo vivo y lo no-vivo, es una frontera artificial, ha sido creada por nuestras mentes. Y de hecho, el mismo autor señala que querer definir la vida, encerrarla en un constructo verbal es, como muchos otros, un error de pavo inglés.
El error del pavo inglés es el que se comete cuando se utilizan determinadas capacidades o comportamientos en contextos distintos de aquél en que surgió en la evolución de una especie o grupos de especies. En ocasiones pretendemos explicar el comportamiento animal mediante modelos antropocéntricos (¿o son antropomórficos?), que no sirven. También pretendemos explicar rasgos humanos en virtud de principios, valores o esquemas culturales absolutamente coyunturales o casuales. Y fallamos. Cometemos errores de pavo inglés constantemente, aunque la razón por la que incurrimos en ellos es que los modelos de comportamiento que ponemos en juego, las respuestas que damos a determinadas circunstancias, son las que han permitido a nuestra especie sobrevivir y reproducirse con suficiente éxito como para haber perdurado en el tiempo, al menos hasta ahora.
Antonio también se pregunta acerca del “sentido de la vida” que tanto se hace, al parecer, la gente. Corrijo: él no se pregunta acerca del sentido de la vida, sino acerca de porqué la gente se pregunta acerca del sentido de la vida (y no, esto no es un juguete de matrioskas). Una vez más, al igual que ocurre con otras preguntas que nos hacemos o que se hace la gente, esta tampoco tiene sentido. Tay lo explica muy bien. Nos empeñamos en considerar el mundo, la naturaleza, nuestra especie y nuestra vida como si fuesen parte de un argumento, de un guión, de una historia, cuando no hay ninguna razón para pensar que los haya. Ocurre, sencillamente, que las historias, las narraciones, los argumentos, forman parte de nuestras herramientas básicas. La llevamos de serie y tenemos la tendencia a utilizarla también en contextos en que tal cosa carece de sentido.
Se pregunta después acerca del yo y de la consciencia, uno de esos temas que apasionan a la gente, y que traen de cabeza a los neurocientíficos. Hace un repaso de los rasgos que el neurocientífico Ramachandram propone para caracterizar el yo: continuidad, coherencia y unidad, encarnación del cuerpo que nos pertenece, sensación de libre albedrío, reflexión sobre nosotros mismos (autoconsciencia). Y el propio Tay añade una sexta: la persona. Aquí he de decir que aunque tanto la información que aporta como su propia reflexión tengan mucho interés, el tema de la consciencia me parece, en sí mismo, un error de pavo inglés.
En el siguiente capítulo, titulado La escalera de cristal, aborda la idea, tan extendida, de la singularidad de la especie humana. Pero al hacer un examen crítico (y extenso) de esa idea, encuentra problemas para certificar tal singularidad. Porque, en términos objetivos, es realmente difícil de encontrar, si es que existe. El análisis de la consideración de los seres humanos como animales morales, autoconscientes, racionales y culturales, ocupa la última parte del libro.
Me ha gustado mucho “El error del pavo inglés”. Es un libro interesante, muy instructivo y a mí me ha resultado, en casi toda su extensión, ameno. Al principio, hasta que llega a los capítulos III y IV, el discurso no había conseguido atraparme con fuerza. Es quizás porque cuestiones tales como la definición de la vida, la caracterización precisa del fenómeno, no me llaman demasiado la atención. El texto aporta información muy interesante y, en bastantes casos, desconocida para mí, pero ese no es un tema que me enganche. Sin embargo, una vez superadas esas cuestiones, emerge un conjunto de ideas, de nociones y de reflexiones que a mí me resultan mucho más atractivas. He tenido la sensación de que el texto crece conforme se aproxima al final.
¿No tiene defectos el libro de Antonio? Sí, aunque pocos, yo le he encontrado alguno formal, pero son cosas menores, y creo que materia de gustos y preferencias. Por lo demás, el estilo narrativo es original. A veces da rodeos para llevarte a donde quiere; intercala bromas y hace guiños que te acercan al autor según vas leyendo; es como si él se convirtiera en tu compañero de viaje, un viaje intelectual a través de la biología que conduce, en cierto modo por contraste, hasta la naturaleza humana.
No dejen de leerlo.
Ficha
Autor: Antonio José Osuna Mascaró
Título: El error del pavo inglés
Año: 2012
Editorial: Editorial Universidad de Granada
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Juan Ignacio Pérez Iglesias es biólogo y catedrático de Fisiología en la Universidad del País Vasco (UPV/EHU). Dirige la Cátedra de Cultura Científica de esa universidad. Es miembro de Jakiunde, la Academia de las Ciencias, las Artes y las Letras de Vasconia, y asociado del Donostia International Physics Center (DIPC). Es coautor, con Miren Bego Urrutia, de Animalien aferak (EHUpress, 2011) y autor de Animales ejemplares (Next Door, 2020).