Ya lo veíamos venir. O mejor dicho, no lo veíamos, y ahora que empezamos a atisbarlo nos damos cuenta. La famosa frase de la película 2010: Odisea 2 (la secuela de 2001, una odisea del Espacio), “Dios mío, está lleno de estrellas”*, ya no es la que más mola… Ahora tendremos que decir “Leñes, ¡no hay más planetas porque no caben!” (o su versión castiza, “¡Planetas a cascoporro!”).
El primer exoplaneta que se descubrió allá por 1995 (aunque sobre esto se puede discutir) fue hijo de los mismos que siguen dando a luz planeta tras planeta, Michael Mayor y Didier Queloz. El planeta en cuestión, 51 Pegasi b, era un gigante gaseoso. Se pensaba (ay, qué ilusos que somos a veces) que todos los planetas eran así, gordotes, ardientes, con gases y con pocas posibilidades de albergar vida. Menos mal que se nos ocurrió que, si no encontrábamos planetas más pequeños (más parecidos a la Tierra, en definitiva), era porque no podíamos verlos.
Pero que no podamos verlos, no significa que no estén.
Hasta ahora (22 de mayo de 2012) se han descubierto 767 exoplanetas (las cifras cambian a una velocidad pasmosa). La locura de datos empezó gracias a un instrumento instalado en el telescopio de 3,6 metros del Observatorio Europeo Austral (ESO), el “cazador de planetas” HARPS (High Accuracy Radial velocity Planet Searcher, Buscador de Planetas por Velocidad Radial de Alta Precisión). Este monstruo caza planetas como quien come pipas.
Desde que empezó a funcionar en el año 2003, este preciso instrumento ha descubierto unos 130 planetas por el sistema de velocidad radial, un sistema con el cual medimos cómo el planeta altera el movimiento de su estrella, haciendo que esta se desplace ligeramente con un “bamboleo” (este sistema es el que más resultados ha obtenido a la hora de localizar planetas, en total unos 700).
Pero, amigos, el telescopio espacial Kepler, que ya tiene tres añitos**, no para… Utilizando la técnica del tránsito planetario (midiendo los cambios en la luz de la estrella al pasar un objeto por delante de la misma), ha detectado más de 2.300 candidatos (61 de ellos confirmados). Si el resto son planetas o no, ya se verá con otra instrumentación. Pero los números abruman…
Volviendo al meollo: ver, ver, lo que se dice ver, no hemos visto muchos (por imagen directa se han detectado unos treinta). Se utilizan otras técnicas para inferir su presencia (como ya hemos comentado, entre otros, los tránsitos o la velocidad radial).
Y en el caso que nos ocupa hoy, lo que han hecho los investigadores es extrapolar los datos obtenidos y deducir que puede haber numerosísimos planetas orbitando estrellas enanas rojas. Y esto es lo realmente interesante, porque esta vez han buscado en torno a estrellas que no son similares al Sol (nuestro astro rey es una enana amarilla).
Tal y como comenté hace mil años (cómo pasa el tiempo y qué feo es hacerse una autocita) en este artículo publicado en El País digital con motivo del Año Internacional de la Astronomía, “(…) un problema importante es determinar si existen tipos de estrellas más proclives que otras a la creación de planetas. (…) En las estrellas, cuanto mayor es la masa, más corta es su existencia. ¿Acaso la formación de un planeta requiere de un tiempo determinado? ¿Se crean discos alrededor de todas las estrellas, independientemente de cuál sea su tamaño? ¿Qué condiciones deben darse?”.
Extrapolando, por tanto, los últimos datos obtenidos por HARPS, es muy posible que haya numerosos planetas algo más grandes que la Tierra alrededor de estrellas enanas rojas, que en la Vía Láctea suponen el 80% de las estrellas. Tienen menos del 40% de la masa del Sol y la que más luz emite sólo alcanza un 10% de su luminosidad, por lo que son estrellas más bien frías. Pero, a diferencia de nuestro Sol, dado que se “queman” mucho más despacio y son más pequeñas, tienen una vida larguísima.
Si se confirma que esto es así, llegamos a la gran pregunta: ¿qué edad podrían alcanzar los planetas que puedan estar orbitando estas estrellas? ¿Y de qué tipo de planeta estamos hablando?
Ya se estima que los planetas que giran en torno a enanas rojas son, en su mayor parte, rocosos, es decir, que gigantes gaseosos estilo Júpiter o Saturno no hay muchos (o hay menos). Por tanto, hay más opciones de que existan planetas similares a la Tierra. Pero ojo: al ser estrellas más frías, la zona de habitabilidad (esa en la que el agua puede estar en todas sus formas) está en una franja más cercana a la estrella… y por tanto estaría más expuesto a la emisión de radiación ultravioleta o a los temibles rayos X. Todo un lujo de planeta, si queremos freírnos…
Podríamos seguir elucubrando y sacando conclusiones sobre la cantidad, pero lo que aún no sabemos a ciencia cierta es la “calidad”, es decir, las características de estos planetas y su capacidad para albergar vida. Para eso hay que plantarse a esperar a que pasen delante de su estrella y estudiar la luz que nos llega de este fenómeno con el fin de identificar qué elementos hay en sus atmósferas. Seguiremos esperando, pero ya saben, lo más probable es que haya planetas a cascoporro.
Notas a pie de página:
* Esta frase ya aparecía en la novela 2001, una odisea del espacio, pero no en su versión cinematográfica.
** Precisamente en estos días se acaba de extender la misión Kepler, que va a seguir dando datos más allá del 2012 (en principio, se prolonga hasta el 2016). No está la cosa como para dejar cacharros vagabundeando por ahí, con la que está cayendo…
Artículos científicos relacionados:
Bonfils et al. – http://www.eso.org/public/archives/releases/sciencepapers/eso1214/eso1214a.pdf
Delfosse et al.– http://www.eso.org/public/archives/releases/sciencepapers/eso1214/eso1214b.pdf
Notas de prensa de ESO relacionadas:
Las estrellas enanas rojas de la Vía Láctea tienen miles de millones de planetas rocosos en sus zonas de habitabilidad: http://www.eso.org/public/spain/news/eso1214/
La población de planetas es abundante: http://www.eso.org/public/spain/news/eso1204/
Más información:
Caza tu planeta y saca los datos de su tránsito: http://kepler.nasa.gov/multimedia/Interactives/keplerFlashAdvDiscovery/flash.cfm
Índice de exoplanetas: http://exoplanet.eu/index.php
Natalia Ruiz Zelmanovitch (París, 1972) se dedica a la divulgación de la ciencia. Se licenció en Traducción e Interpretación (Francés/Inglés) por la Universidad de Granada y es Experta en Planificación y Gestión Cultural y Experta en Comunicación Social y Divulgación de la Ciencia. Ha trabajado en radio y televisión. Sus labores en comunicación científica se han desarrollado en el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), el Centro de Astrobiología, CSIC-INTA (programa Consolider del Gran Telescopio Canarias (GTC) y programa AstroMadrid), el Instituto de Ciencia de Materiales de Madrid (CSIC) (programa Consolider ASTROMOL y NANOCOSMOS_ERC) y el Instituto de Física Fundamental (CSIC). Es miembro de la ESO Science Outreach Network en España. Ha colaborado en programas de radio como «Galaxias y Centellas» (Radio Autonómica de Canarias), «El canto del grillo” (RNE) y «Carne Cruda Radio». Cuando puede, elabora audiovisuales de divulgación científica. Es miembro de la Asociación Española de Comunicación Científica (AECC). Tiene una cuentofilia febril (http://www.cuentofilia.com/) y desde que descubrió la astrocopla vive sin vivir en sí misma. Y le encanta «El enigma Agustina».