Un estudio vergonzoso sobre la radiación de Fukushima

Por Ecos del futuro, el 20 abril, 2013. Categoría(s): Medio Ambiente • Tituláridos

Hace unas semanas, la cadena Ser publicaba la siguiente noticia:

Se han registrado casos en niños nacidos en los meses posteriores a la explosión de la central nuclear de Fukushima en Japón, en lugares tan dispares como la costa oeste de Estados Unidos, donde las precipitaciones radioactivas llegaron a rozar el 211% mas de lo normal. En Japón, los problemas de tiroides afectan al 44% de los niños nacidos en el 2011. Lo publica el ‘Open Journal of Pediatrics’

La noticia por supuesto recorrió rápidamente la red como ya nos tiene habituada cierta propaganda sin ninguna base en la evidencia científica. Claro que el lector dirá que al fin y al cabo se trata de una publicación en una revista académica y no podemos culpar a la prensa por trasladar una información procedente aparentemente de una fuente fiable, pero y ¿qué tal contrastar la información consultando a algún experto?

Lo primero que hubiese descubierto un periodista que practicase el pensamiento crítico es que tanto la reputación de los autores como de la revista están seriamente cuestionadas. La revista pertenece al grupo Scientific Research Publishing (SCIRP), acusado de unas prácticas que se han venido a conocer como editores rapaces:

1.  Un autor paga por publicar algo de ciencia-basura en una revista títere de la editorial habitualmente en formato open-access.

2. Los editores se encargan de colocar una nota de prensa sensacionalista dirigida especialmente a todos los medios de comunicación iletrados en ciencia (desgraciadamente la inmensa mayoría)

3.  Aprovecha para recaudar donaciones de gente concienciada e ingenua que suelen tener muchos más euros que sentido común.

Prácticas que casan bien con dos investigadores (por llamarlos de algún modo) con una reputación más que cuestionable. Se trata del epidemiólogo Joseph Mangano y la doctora en medicina Janette Sherman. Mangano es el director del proyecto Radiación y Salud Pública, una organización cuya (falta de) seriedad ya puede intuirse a partir del aspecto de su web.

Joseph Mangano junto a Alec Baldwin. Fuente radiation.org

A finales de 2011, los mismos autores publicaron un estudio que afirmaba que el accidente de Fukushima había provocado la muerte de unos 14000 norteamericanos, cebándose especialmente con los bebés. El estudio recibió cierta atención a partir de una versión que escribieron para el boletín político Counterpunch. La revista académica que admitió su artículo fue International Journal of Health Services, una publicación que figura entre las últimas de su disciplina según su factor de impacto (una medida de la credibilidad y la influencia de una publicación académica) y que sorprendentemente está dirigida por Vicent Navarro, el catedrático de economía que se ha hecho relativamente popular por sus artículos de prensa críticos con las políticas económicas actuales y que también ha publicado en Counterpunch. Navarro contestó a las críticas, pero sus argumentos no parecen compatibles con los datos que veremos a continuación, además de no parecerme demasiado honesto que en la publicidad de la página principal de la revista declare:

Of the major English-language health policy journals, the IJHS ranks in the top five for frequency of citation of its articles in the scientific literature

Los apellidos Mangano y Sherman deberían haberlo alertado de un prolífico historial de ciencia-basura. Claro que Navarro no debe verla como tal, puesto que él mismo figura como coautor en algún escrito junto a Sherman y el epidemiólogo Samuel Epstein, que escribe habitualmente en The Huffington Post y ha colaborado en varias ocasiones con Mangano. Epstein es miembro del panel editorial de la revista y cuenta con todos los números para haber sido uno de los revisores del artículo, puesto que ya lo ha sido en el pasado (¡El mundo es un pañuelo!), hecho que ponen más en entredicho la credibilidad de Navarro como director de la publicación.

El lector se estará preguntando si en algún momento voy a hablar de ciencia y no de credibilidad de personas. Y tiene razón. Que Mangano sea un charlatán no tiene por qué significar necesariamente que la radiación de Fukushima no esté afectando realmente a la salud de los norteamericanos. Vayamos entonces con la ciencia.

Michael Moyer, un periodista de Scientific American que ni siquiera es investigador, dejó bien claro con una simple hoja de cálculo el cherry-picking descarado de Mangano y Sherman (M&S) en su artículo de 2011. En la figura a continuación vemos los datos seleccionados por M&S, en verde las cuatro semanas anteriores al accidente de Fukushima y en rojo las 10 semanas posteriores. Entre ambos datos se ve un aumento significativo que desaparece una vez añadimos unas cuantas semanas más de datos.

Imagen

Michael Moyer ha realizado un análisis que cualquier alumnos de un primer año de estadística podría hacer, lo que deja a M&S a la altura del betún como investigadores… o algo peor.

Vayamos ahora con el estudio que publicaba la noticia de la Cadena Ser. El dato del aumento de las precipitaciones radiactivas es sobrecogedor: un 211%. ¿Es creíble? Por supuesto. Estamos hablando del I-131, un isótopo que apenas está presente en el medio salvo por algunas excreciones de aquellos que han sido sometidos a alguna prueba o terapia médica. Vamos, que, parafraseando a Groucho, pasamos de la nada a la más absoluta miseria.

Pero la cosa no se queda ahí. M&S han vuelto a hacer un análisis impropio de un diseño experimental de primer curso de carrera escogiendo medidas de radiación de algunas estaciones estadounidenses. Algunas de ellas son capaces de medir directamente la concentración de I-131. Sin embargo, muchas sólo detectan la cantidad de radiación beta en los depósitos que quedan en un filtro por el que pasa el aire. M&S han hecho una cosa que carece de sentido para un investigador serio. Han desechado las medidas directas de la concentración de I-131 y han seleccionado las de radiación beta bajo una hipótesis completamente injustificada: el nivel de radiación es una medida de la concentración de I-131. Sin embargo, la radiación beta puede proceder de otras fuentes como el radón. ¿Dónde se encuentra entonces la justificación de esa hipótesis en el análisis de M&S? En ninguna parte.

Pero ignoremos ese error de aficionados, y supongamos que tienen una medida de los niveles de radiación en esas estaciones. ¿Cómo lo relacionan con los niveles medios de una gran parte del territorio a considerar y cómo estiman las dosis absorbidas por las mujeres embarazadas? La respuesta sencilla es que con los datos que manejan no pueden. Sus estudio sobre grupos de población no resiste el análisis más burdo. Encontrándose a varios miles de kilómetros de Fukushima, ¿qué diferencia podría existir con un grupo de control que se encuentra unos centenares de kilómetros más al oeste? ¿Cómo es que en el grupo de control la tasa de problemas de tiroides se mantiene constante y unos centenares de kms más al este aumenta ligeramente? ¿Entiende la dispersión del I-131 de fronteras entre estados? Ridículo.

Por supuesto M&S no deben tener sentido del ridículo y publicarán próximamente un estudio donde afirman encontrar una disminución de las tasas de cáncer en Sacramento County después del cierre de una central nuclear, a pesar que la emisión esté por debajo del 1% de los niveles legales. Claro que la publicación se hará en otra de esas oscuras revistas que uno encuentra siguiendo el rastro de los autores, una especie de contabilidad B para el currículum de algunos mal denominados investigadores.

La noticia de la Cadena Ser va aún más lejos con un dato estremecedor que afirma que un 44% de los niños japoneses nacidos en 2011 presentan problemas de tiroides. ¿De dónde sale el dato? Procede de otra noticia sensacionalista que ha circulado en al menos un par de ocasiones, básicamente cada vez que el Radiation Medical Science Center actualiza los datos del seguimiento que está haciendo a la tiroides de los niños de Fukushima.

Lo que están haciendo es examinar con ultrasonidos la tiroides de todos los menores de 18 años que vivían en la prefectura de Fukushima el día del accidente para saber cual es su situación actual y luego poder seguir su evolución. Ésta es la primera vez que se hace un análisis de estas características con ultrasonidos de alta resolución y a un número tan alto de personas (360.000 de los que ya llevan algo más 133.000)

Los resultados se agrupan por el tamaño de los quistes y nódulos detectados. El grupo B es el grupo de riesgo mientras que el grupo A, que engloba a los niños que no se les ha detectado quistes/nódulos (A1) o son nódulos inferiores a 5 mm y/o quistes inferiores a 20 mm (A2), no está en riesgo. El grupo C es de los niños con alguna anomalía muy importante que requieren un segundo examen de inmediato.

A los niños de los grupos B y C se les realiza de nuevo un análisis más detallado para determinar si tienen cáncer y a los del grupo A se les hará un seguimiento a partir de 2014 con análisis cada dos años para seguir su evolución.

Fuente

Los datos que están recogiendo ahora son la primera fase del estudio para tener la base sobre la cual ver la evolución y estudiar si el accidente tiene o no impacto en la tiroides de los niños, porque, como ya aprendimos en Chernobyl, los efectos del I-131 no aparecen de un día para otro sino que tienen un periodo de latencia largo. Es por esto que en los informes no se valora si estos resultados son anormales y mucho menos provocados por el accidente de Fukushima.

El 44,2% que cita la SER es la suma de los grupos A2 y B para los niños analizados entre abril de 2012 y enero de 2013 (se olvida de los de abril 2011-marzo 2012). Es decir que para la «periodista» de la SER todo quiste/nódulo es un problema de tiroides y está indefectiblemente ligado al accidente en la central nuclear (el grupo de riesgo es el B, con un 0,5% de los niños analizados, tal y como señalamos más arriba) ¿Para qué necesitaremos a los médicos y a la ciencia si ya tenemos periodistas que ofrecen sus propias conclusiones y establecen la causalidad a ojímetro?

Pero como todo buen periodista debería saber,  la verdad está en los detalles y se puede poner esa cifra en contexto comparando con los mismos análisis que se están llevando a cabo grupos de control en otras tres ciudades japonesas (Hirosaki, Kofu y Nagasaki).

¿Resultados hasta el momento? Los porcentajes son más altos en las zonas de control con un 56,6% de grupo A2 y un 1% de grupo B con 4.365 niños analizados. Es más, yendo ciudad a ciudad Kofu llega a tener un 69,4% en el grupo A2.

Por supuestísimo, el «estudio» de M&S no hace referencia a todo este asunto y parece la «periodista» la que se lo ha sacado de la manga.

Así que me permito dos consejos para periodistas:

1. No todos los resultados, ni mucho menos, que están en revistas académicas son ciertos (algunos incluso ni siquiera respetables)

2. Pregunten a uno –o mejor a varios– expertos antes de publicar un dato alarmista.

Y para terminar, ¿qué es lo que dice la ciencia de verdad sobre este asunto? Slate me ha puesto en bandeja la respuesta con un resumen fantástico

No pocos expertos en salud creen ahora que los problemas de salud mental y no el cáncer, puede llegar a ser el legado de Fukushima. Un informe reciente de la Organización Mundial de la Salud sugiere que la mayor parte de Japón no va a enfermar por la radiación liberada por el accidente de Fukushima. La consecuencia más grave será un aumento previsto del 70 por ciento en el riesgo de cáncer de tiroides en las mujeres lactantes que vivían cerca de la planta en el momento del accidente. Dado que la tasa inicial de cáncer de tiroides en las mujeres japonesas es 0,75 por ciento, esto significa que la tasa puede aumentar en aproximadamente un 0,5 por ciento. Este aumento es probablemente demasiado pequeño para ser detectado estadísticamente. Mientras tanto, los psiquiatras y los funcionarios de salud pública están preocupados por el futuro de los más de 150.000 desplazados que permanecen en evacuación.

Los efectos de la radiación sobre la salud según la bibliografía académica fueron objeto de una entrada anterior Radiación: Mitos y Realidades

Mi agradecimiento a Yepa, un comentarista habitual de mi blog, por sus valiosas aportaciones.



Por Ecos del futuro, publicado el 20 abril, 2013
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