Vamos a morir todos, estamos condenados. Deja ahora mismo lo que estés haciendo y disfruta lo que te quede, porque un grupo de “Expertos alertan del mal estado de la magnetosfera de la Tierra”, según reza un titular de la sección Internacional de Europa Press de la pasada semana. Y no, esta vez no te salvaras con un casco de papel de aluminio, ni escondiéndote en un búnker subterráneo a lo Deep Impact.
¿Y qué es eso de la magnetosfera? ¿Es un alimento que puede ponerse en mal estado y nos va a intoxicar? ¿O es como cuando una carretera está llena de baches?. En mi cabeza suena un reportero televisivo a pie de calle diciendo: El mal estado de la magnetosfera complicará la operación retorno del puente de Mayo.
La magnetosfera, en términos astronómicos, es la zona que rodea a los distintos cuerpos donde domina su propio campo magnético (ya hablaremos de esto en otro post dedicado, porque al fin y al cabo el origen del campo magnético es geológico) frente a otro externo. Esta nos protege principalmente de las partículas cargadas del viento solar y que consigue desviar antes de que lleguen a la superficie terrestre.
¿Y qué está ocurriendo para que sea tan preocupante?. La intensidad del campo magnético terrestre ha estado descendiendo en las últimas décadas y en nuestro planeta, los mínimos en la intensidad del campo magnético pueden indicar que se acerca una ¡inversión en el campo magnético! ¡Apocalipsis!.
Las inversiones en el campo magnético son momentos en los cuales las posiciones de los polos magnéticos se invierten, es decir, el Norte pasa a ser el Sur y viceversa. Esto no es un hecho extraordinario, de tal manera que si uno observa el registro geológico de inversiones del campo magnético han ocurrido centenares de veces a lo largo de la historia de la Tierra.
Mucho se ha especulado sobre los efectos de estas inversiones del campo magnético sobre la vida en la Tierra ya que durante algún tiempo la intensidad de este disminuye hasta alrededor de un 5% la intensidad actual. De hecho hasta ha habido intentos de relacionar las inversiones del campo magnético con extinciones en masa, fuese esta la causa de las extinciones o no. Para que os hagáis una idea, desde que el género homo, al cual pertenecemos, apareció en la Tierra ha habido 27 inversiones del campo magnético terrestre con distinta duración. Casi ná, y aquí seguimos.
Los estudios más recientes sugieren que incluso en esas condiciones, la magnetosfera seguiría protegiéndonos en gran medida, puesto que en las simulaciones, a pesar de este hecho, tendría unas dimensiones de unos tres radios terrestres ya que, contrariamente a lo que se pensaba, para que la inversión ocurra no hace falta que se “apague” por completo el campo magnético terrestre. Ahora mismo, a pesar de este debilitamiento, el valor del campo magnético se encuentra por encima de la media del actual periodo de polaridad, por lo que no parece posible que en una escala relativamente corta ocurra una inversión. Así que de momento no, no tendremos que cambiar la inscripción de nuestras brújulas.
“La radiación podría ser entre 3 y 5 veces mayor que la que se produciría a través de los agujeros de ozono provocados por el hombre”, y yo añado: Y los que sobrevivan al apocalipsis, se convertirán en mutantes. Desconocía que “los agujeros” de la capa de ozono, esas zonas de la atmósfera donde hay una disminución del volumen de gas ozono que nos protege de los rayos ultravioleta, producían radiación. Además, precisamente la magnetosfera y la capa de ozono no nos protegen de las mismas amenazas.
Y espero que si os volvéis mutantes, crezcáis branquias y aletas, porque para rematar “apunta a que el calentamiento global está directamente relacionado con el campo magnético y no con las emisiones de CO2”. Los casquetes polares se derretirán, subirá el nivel de mares y océanos y el clima se volverá tórrido. O quizás no. Después la Tierra entrará en un efecto invernadero retroalimentado, al estilo Venus y nos freiremos todos. Si uno echa un vistazo a la edad de los últimos periodos glaciares e interglaciares, a la duración de las inversiones, e intenta correlacionar estos eventos, francamente lo tiene difícil, muy difícil, de creerse toda esta sarta de predicciones catastrofistas.
Pero si aun así sobrevivís, lo vais a tener realmente complicado, porque “La Tierra podría terminar como Marte”. Es cierto que Marte tiene un campo magnético mucho más débil que el de la Tierra, pero no porque esté de inversión magnética, no, sino porque el calor interno responsable de la generación del campo magnético seguramente se apagó hace un par de miles de millones de años, precisamente no antes de ayer. Eso, junto al menor campo gravitatorio del planeta ayudó a que parte de la atmósfera escapara al espacio… pero es un proceso largo en el tiempo. Y cuando me refiero a un proceso largo, estamos hablando de cifras de millones y millones de años para que todos estos procesos tengan efectividad sobre el volumen total de una atmósfera. Vamos, que los cambios no se dan en dos días, y el caso de la Tierra y Marte, hoy por hoy, se parece como el de un huevo y una castaña.
Desgraciadamente, esta no es la única vez que este tipo de noticia salta a la prensa, y es raro que al menos una vez al año no tengamos que leer barbaridades de este tipo, sobre todo cuando vemos a muchos medios usar como una fuente científicamente dudosa como el Daily Mail, sin molestarse en consultar críticamente ninguna de las afirmaciones. Aunque al menos, como ejercicio de humor, sirva para echarse unas risas.
1. Kurazhkovskii, A. Y., Kurazhkovskaya, N. A., Klain, B. I. & Bragin, V. Y. The Earth’s magnetic field history for the past 400 Myr. Russ. Geol. Geophys. 51, 380–386 (2010).
2. Constable, C. & Korte, M. Is Earth’s magnetic field reversing? Earth Planet. Sci. Lett. 246, 1–16 (2006).
3. Glassmeier, K.-H. & Vogt, J. Magnetic Polarity Transitions and Biospheric Effects. Space Sci. Rev. 155, 387–410 (2010).
Aunque paso más tiempo en la órbita y superficie de lunas y planetas, siempre he sido un tío con los pies en el suelo. Y es que uno no puede fiarse ni un pelo de la tectónica terrestre, porque siempre anda plegandolo y fracturandolo todo. Me apasiona la geología, y en concreto, la geología planetaria. Actualmente soy el coordinador de la sección de Jóvenes Investigadores de la Red Española de Planetología y Astrobiología.