Con deGrasse Tyson  interpelando así al espectador comienza el décimo episodio de «Cosmos. A spacetime odyssey»: «The electric boy». Y lo traigo aquí porque creo que el avance científico que más ha hecho avanzar a la humanidad ha sido el descubrimiento y manejo del electromagnetismo.

Estás leyendo esto, muy probablemente, en un dispositivo que se está comunicando de forma inalámbrica con otros dispositivos en red, tal vez a miles de kilómetros desde mi oficina de Murcia donde lo escribí en enero. La capacidad actual de generar, almacenar y transmitir información es una herramienta tan poderosa que muchos postulan que no estamos en una época de cambios sino en un cambio de época.

Sin los trabajos de Faraday sobre electromagnetismo y su posterior modelización matemática por Maxwell, el siglo XX no hubiera podido ser tal y como los conocimos. Es el siglo de la comunicación de masas, comenzando por la radio, siguiendo por la televisión y terminando en Internet y la World Wide Web.

Cada vez tenemos menos pobres en un mundo cada vez más alfabetizado. El acceso general al conocimiento es lo que lo ha posibilitado, Ikeresjimenez y Sandrosrey aparte. Somos capaces de vivir de día aunque en el exterior sea la noche más oscura (con sus ventajas y sus inconvenientes), somos más productivos y el mundo vive, objetivamente, mejor año tras año.

Y no debemos olvidarnos de que la gran mayoría de los avances científicos, de unas décadas a esta parte, deben su éxito, directa o indirectamente, a toda la comprensión y manejo de las ondas electromagnéticas o de la revolución que supusieron en física, dando lugar a la cuántica y la relatividad. No solo tenemos aparatos más precisos (somos capaces de pesar una simple célula) sino que la comunicación instantánea entre científicos ha hecho brotar y desarrollarse ideas que que otra manera hubiera sido imposible.