La industria de la homeopatía: un ‘lobby’ de buen rollo

Por Eparquio Delgado, el 30 marzo, 2015. Categoría(s): Escepticismo

No seamos ingenuos: en el mundo hay lobbies. A veces parece necesario recordar que todo lo que consumimos ha sido fabricado y comercializado por alguien, un particular o una empresa, que busca obtener un beneficio con ello. Casi todos los sectores cuentan con sus propios lobbies o financian a personas y organizaciones que pueden beneficiar directa o indirectamente sus intereses. La industria alimentaria, la armamentística, la farmacéutica; las empresas de telecomunicaciones, el sector de la automoción y los fabricantes de maquinaria: todos cuentan con lobbistas que se reúnen con los representantes públicos para influir en sus decisiones. Son estos grupos que cuentan con abundante financiación privada los que copan las reuniones con los políticos y no escatiman en fondos para contratar cabilderos, ya que el sentido de una decisión política puede ser determinante para sus beneficios.

Pero a veces también nos olvidamos que en el sector de la crítica a los lobbies hay otros lobbies con sus propios intereses empresariales y económicos. A diferencia de los primeros, estos últimos se suelen presentar como defensores de nuestros intereses y víctimas de las grandes industrias. Su objetivo es intentar atraer hacía sí a todos los que estamos preocupados porque las decisiones sobre cuestiones que afectan a la salud, la alimentación y la seguridad puedan estar siendo tomadas bajo criterios que no tienen en cuenta los intereses de la ciudadanía. Tenemos buenas razones para estar asustados, pero cuidado con los que prometen salvarnos mientras hacen caja con nuestro miedo.

El papel de los lobbies está siendo fundamental en la elaboración del TTIP
El papel de los lobbies está siendo fundamental en la elaboración del TTIP

EL LOBBY DE LA HOMEOPATÍA

Unos de esos lobbies del buen rollo es el de la homeopatía. No importa que la homeopatía no haya demostrado nunca tratar eficazmente ningún problema de salud, ni que sea un sistema médico precientífico, ni que la industria homeopática haya tenido que pagar millones de dólares para librarse de ir a juicio por la inefectividad de sus productos. La verdad no importa cuando lo que están en juego son los alrededor de mil millones de euros de facturación (según esta web prohomeopatía), que suman Boiron (sólo esta empresa facturó 617,73 millones en 2013), Heel, Dhu y otros fabricantes, a los que hay que sumar los beneficios que obtienen las farmacias y los médicos que han decidido ignorar los conocimientos obtenidos en su carrera para recetar este tipo de productos.

Si algún producto homeopático hubiera demostrado alguna vez curar algo, ya estaría integrado en el sistema sanitario, como ocurre con los medicamentos y las terapias no farmacológicas que sí han demostrado ser eficaces, como por ejemplo las psicológicas. Como no disponen de esas pruebas, los lobbies de la homeopatía han hecho lo que hace cualquier lobby: tratar de influir sobre los que toman las decisiones. ¿Quiénes son en este caso? Pues básicamente los políticos y los consumidores.

Sanidad admite que la homeopatía es nada, pero no pasará nada

A falta de estudios y con centenares de informes en contra (el último fue publicado hace unos días por el Consejo de Investigación Biomédica del Gobierno de Australia), los lobbies homeopáticos han optado por una estrategia comunicativa basada en los siguientes argumentos:

La homeopatía es una terapia natural: se intenta convencer a los consumidores de que la homeopatía es algo “natural”, lo que para muchas personas significa “es bueno y no hace daño”. Evidentemente, la homeopatía no hace daño (salvo que esté mal preparada, como ha ocurrido en algunas ocasiones), pero tampoco es “buena” en el sentido de servir para algo, y mucho menos es natural. Como todo el mundo sabe, un producto homeopático no lleva nada o prácticamente nada del producto original debido a que este se diluye una y otra vez. En algunos casos, estas sustancias son plantas (como el Rush toxicodendron, la hiedra venenosa, muy natural pero también muy tóxica), pero en otros podemos encontrar algunas verdaderamente absurdas y nada naturales, como el Trinitrotoluenum (el explosivo TNT) o trocitos diluidos del Muro de Berlín (este contra la sensación de opresión, y no es una broma).

Los fármacos tienen efectos secundarios, pero la homeopatía no: por supuesto, porque todo lo que tiene efectos primarios, tiene efectos secundarios. Sacar un fármaco al mercado es un proceso muy costoso porque hay que demostrar que no sólo es eficaz sino seguro. Esto lleva una media de 10 años y supone un coste de más de 2.000 millones de euros. Muy pocas empresas tienen la capacidad de invertir esa cantidad, lo que provoca a su vez que la industria farmacéutica se convierta en un auténtico oligopolio, con todos los problemas que eso provoca (escasa investigación sobre enfermedades no rentables, presiones para que los tratamientos farmacológicos sean considerados de primera elección, problemas derivados de las patentes, etc.). Existe un miedo razonable en muchas personas a la hora de consumir fármacos, en parte por los abusos de las farmacéuticas y en parte por las campañas de de los lobbies vinculados a las llamadas “terapias alternativas”, que no han dudado en utilizar este miedo en sus propio beneficio. En el caso de los productos homeopáticos, no provocan efectos secundarios porque no hacen nada, ni para mal ni para bien.

Se debe garantizar el derecho de todo el mundo a acceder a la homeopatía: evidentemente todo el mundo tiene derecho a usar homeopatía, como tiene derecho a que le echen las cartas del tarot o a visitar a la Virgen de Lourdes. Nadie les va a quitar ese derecho, pero no se puede pretender que se destine financiación pública para ello o que las autoridades sanitarias la acepten sin que hay demostrado servir para nada. Quien quiera magia, estupendo, pero que se la pague de su bolsillo. A lo que todo el mundo tiene derecho es a contar con una Sanidad Pública donde se le trate con terapias que han demostrado curar. Afortunadamente en España tenemos uno de los mejores sistemas sanitarios públicos del mundo, aunque en los últimos años se haya visto seriamente afectado por los recortes. Quizá sería mejor que defendiéramos la sanidad pública en lugar de jugar a los médicos con placebos.

La homeopatía es una terapia integral que no atiende a la enfermedad sino al paciente: a veces no valoramos lo que tenemos porque nos falta una referencia con la que compararlo. A muchas personas les parece deficiente la atención que reciben en el sistema público de salud, a pesar que de que cuenta con una cobertura enorme y es razonablemente rápido y eficaz. Habría que ver qué pasaría si hubiera que pagar por cada consulta, cada prueba diagnóstica y cada fármaco que tomáramos, como ocurre en países como EEUU. El lobby homeopático ha vendido la idea de que la homeopatía no atiende a la enfermedad sino al paciente, y en sus consultorios se dedica mucho tiempo a cada persona, a la que se realiza una supuesta evaluación que incluye toda su vida, no solamente su problema. Esto hace que resulte difícil diferenciar la calidez de una sesión con la eficacia de una terapia (algo más frecuente aún en la psicología clínica), y que se acabe pensando que la homeopatía funciona porque uno se siente comprendido cuando habla con su homeópata, que más que médico se convierte en un amigo (un amigo que nos cobra cada sesión, pero cada uno sabrá cómo concibe la amistad).

Es difícil encontrar una farmacia en la que no se venda homeopatía
Es difícil encontrar una farmacia en la que no se venda homeopatía

La homeopatía está muy extendida: se utiliza en muchos países, es recetada por médicos, se vende en farmacias y la consume mucha gente: ¿Cómo es posible que la homeopatía esté tan extendida? Décadas de campañas por parte de una industria que se ha hecho multimillonaria a base de vender pastillas de azúcar han tenido que dar sus frutos. La verdadera pregunta es cómo es posible que los médicos, farmacéuticos y la sanidad pública de algunos países financie la homeopatía. Este es un asunto espinoso, pero que vale la pena analizar con detenimiento.

¿Por qué la homeopatía está reconocida como un “acto médico” a pesar de que no cura nada?

En el mundo del derecho, se suele utilizar la locución latina “Qui prodest?” para indicar que una buena forma de encontrar las causas de un acontecimiento es descubrir a quién beneficia. Que la homeopatía esté declarada como “acto médico” sólo se entiende como una acción corporativa por parte de los Colegios de Médicos, cuya función es la defender los intereses de sus colegiados. Si hay muchos médicos que receten esta terapia, habrá que darles el aval del Colegio Profesional y asumir que lo que hacen es un acto médico, porque si no podría pensarse que los homeópatas titulados en medicina están haciendo algo diferente a lo que se les supone, más cercano al curanderismo que a su profesión, y eso podría dañar la imagen de los médicos en general. Es la misma razón por la que en los Colegios de Psicología no se reprueba a quien hace psicoanálisis o Psicología Transpersonal, por más que su práctica profesional viole varios principios del propio Código Deontológico del Psicólogo. Por cierto, no hace falta ser médico para recomendar homeopatía porque no es un medicamento.

¿Por qué la homeopatía se vende en farmacias a pesar de que no cura nada?

No hace falta recordar que las farmacias también son un negocio y que obtienen sus beneficios de vender cosas. Cada vez encontramos en ellas más productos que no son fármacos, desde chupetes para niños a cortauñas, cremas antiarrugas (también de dudosa eficacia), preservativos y otras cosas. La homeopatía se vende en farmacias por una sola razón: porque es un negocio para los farmacéuticos. En lugar de denunciar este hecho, la mayoría de farmacias se han apuntado a vender homeopatía, y las pocas veces que algún farmacéutico ha levantado la voz y se ha opuesto públicamente a esto ha generado una polémica enorme, como le ocurrió a Jesús Fernández de la Farmacia Rialto en Madrid.

¿Por qué la homeopatía es financiada en algunos países por la sanidad pública? 

Este es el asunto más espinoso. Algunos países europeos decidieron hace años financiar la homeopatía con fondos públicos. Así ha ocurrido en Francia, Suiza, Reino Unido y Alemania, donde la homeopatía tiene una gran aceptación por parte de los consumidores. Lo primero que llama la atención es que las principales industrias de homeopatía se encuentran en estos países (Boiron y Lehning son francesas y Heel y Dhu son alemanas). Es difícil que un gobierno de un país legisle en contra de sus propias industrias, y mucho menos cuando hay un importante sector de la población a favor del uso de estos productos. ¿Significa eso que a los alemanes, franceses y suizos la homeopatía sí les funciona a pesar de los estudios o que las campañas publicitarias a favor de la homeopatía han tenido efecto? Decidan ustedes.

¿En qué gasta Boiron sus ingresos? Fuente: quemalpuedehacer.es
¿En qué gasta Boiron sus ingresos? Fuente: quemalpuedehacer.es

A pesar de esto, se empiezan a levantar voces críticas que piden que la homeopatía deje de estar financiada con fondos públicos. En el Reino Unido se ha retirado la financiación a raíz de un  informe del Parlamento Británico que se denuncia la ineficacia de estos productos, a pesar de que la potente industria ha contado con el apoyo del mismísimo Príncipe Carlos, creyente en esta terapia. En Francia cada vez hay más voces críticas con esta financiación, desde la Academia Nacional de Medicina hasta el Partido Pirata, que recuerda la falta de apoyo científico a estos productos y señala a los intereses de la millonaria industria homeopática como responsable de la situación. Como veremos ahora, los partidos políticos españoles no son tan responsables con este tema.

EL LOBBY DE LA HOMEOPATÍA EN ESPAÑA

El lobby de la homeopatía también es muy activo en nuestro país, donde ha conseguido algunos éxitos. Entre ellos, encontramos la financiación pública de la reforma de un Instituto y Hospital homeopático gracias a la expresidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre; la compra de una cátedra en la Universidad de Zaragoza por parte de la empresa Boiron; la declaración por parte de todos los grupos políticos del Parlamento de Canarias (Coalición Canaria, Partido Popular y Partido Socialista Obrero Español) a favor de la homeopatía y su inclusión en la sanidad pública y la inclusión de la Sociedad Española de Medicina Homeopática entre las sociedad científicas de la web del Ministerio de Sanidad.

También encontramos la organización de cursos por parte de universidades (La Laguna, León, Murcia, Barcelona y Navarra, entre otras) y Colegios Oficiales (Colegios de Farmacéuticos de Valencia y Pontevedra, Colegios Oficiales de Médicos de Madrid y Zaragoza, y muchos otros). Los artículos en periódicos de tirada nacional y revistas son incontables.

El Ayuntamiento de La Matanza de Acentejo está promoviendo un consultorio social homeopático.

Y no podían faltar los partidos políticos. En España, el lobby homeopático se ha llevado a su terreno a prácticamente todo el arco parlamentario. Ya hemos visto el apoyo de PP, PSOE y CC  en Canarias, pero no queda ahí. Hemos visto al PSOE hablar en el Congreso de los Diputados de “medicina oficial”, un término habitual de los amigos de las falsas terapias. También hemos visto al PP intentando regularizar la homeopatía y a ERC recomendando al rey su uso para las hemorroides. Cabe recordar que IU ha sido la primera organización política en rechazar la inclusión de la homeopatía y otras pseudoterapias en la Sanidad Pública.

La última estrategia de este potente lobby es buscar su apoyo por parte de los ayuntamientos, y ya han comenzado en el municipio de La Matanza de Acentejo (Tenerife), donde se han propuesto que el ayuntamiento promueva un consultorio social homeopático. Pero como este tema es largo y tengo mucho que contar sobre ello, lo dejaré para un próximo artículo.