Luis Carandell, el inolvidable periodista y cronista parlamentario, describió la colección de cuadros que han servido para ilustrar los calendarios de Unión Española de Explosivos desde el año 1900, señalando que, por su difusión, se ha considerado como “el museo de los que nunca van al museo” [1].
Recientemente, los autores de esta contribución, publicamos dos trabajos, recogidos en la bibliografía, donde proponíamos el empleo de esta colección pictórica como recurso para la enseñanza y difusión de diversos aspectos de ciencia y tecnología en general, y de la química y del sector de explosivos en particular. En este sentido, consideramos que es un ejemplo de relación o enfoque que podríamos denominar CHAT (ciencia, historia, arte y tecnología).
Para la población en general, la palabra “explosivos” a menudo conlleva connotaciones negativas, porque se suele identificar con aspectos como violencia, guerra o terrorismo. Sin embargo, los explosivos constituyen una de las grandes aportaciones de la industria química al desarrollo y progreso de la humanidad en los últimos dos siglos. Aparte de su uso para el ocio (caza y pirotecnia), han sido y son esenciales para minería y construcción (autopistas, edificios, túneles, canales, presas, etc.). Además, el empleo de explosivos en minería y obras públicas permite reducir significativamente el consumo de hidrocarburos, las emisiones de gases de efecto invernadero y la duración de los trabajos. Entre otros usos específicos se puede destacar, a modo de ejemplo, la fabricación de air bags para automóviles.
Aunque el imaginario colectivo es propenso a identificar los descubrimientos científicos y tecnológicos con un único investigador (Marconi y la radio, Edison y la bombilla incandescente, Pasteur y las vacunas, etc.), deberíamos ser conscientes de que, en la mayor parte de los casos, se han debido al esfuerzo de equipos de trabajo de diferentes entornos y generaciones (la ciencia y la técnica son grandes obras colectivas). En el tema que nos ocupa, la labor de Alfred Bernhard Nobel está asociada al invento de la dinamita, que permitió manejar explosivos con mucha mayor seguridad.
La nitroglicerina fue preparada por el químico italiano Ascanio Sobrero, en 1847, por reacción de glicerina con una mezcla de ácido nítrico y ácido sulfúrico. Pronto se dio cuenta tanto de la potencialidad del nuevo compuesto químico como de su peligrosidad, pues detonaba fácilmente al menor movimiento o cambio de temperatura. Nobel conoció el descubrimiento de Sobrero durante su estancia en París en el laboratorio de Théophile-Jules Pelouze (discípulo de Joseph-Louis Gay-Lussac). Patentó un nuevo explosivo, la dinamita, que según sus propias palabras, se trataba de nitroglicerina combinada con un silicato muy poroso, lo que lo hacía más seguro y manejable, pero proponía un nombre diferente para enfatizar que se presentaba en una nueva forma. Lo denominó a partir del término griego dýnamis (δύναμις), potencia o fuerza.
A finales del siglo XIX había ya más de cien instalaciones de Nobel en el mundo. En concreto, en 1872 se constituyó la Sociedad Anónima Española de la Pólvora Dinamítica Privilegios Alfred Nobel, con fábrica en Galdácano (“cerca de Bilbao”, según recogen los documentos de la época). En las fábricas de dinamita se producía tanto la nitroglicerina como algunos de sus componentes, como el ácido nítrico, y el resultado del proceso era una masa que se envolvía en papel de parafina. Este trabajo solían realizarlo manualmente mujeres (conocidas como “cartucheras”), lo que hizo de esta industria química uno de los primeros sectores en los que se inició la integración laboral de la mujer [2].
En 1896 la Sociedad de Alfred Nobel se unió a otras ocho empresas españolas productoras de explosivos, creando la Unión Española de Explosivos (UEE). Tras décadas de expansión y reestructuraciones, se constituyó como MAXAM en 2006. La compañía inició pronto la fabricación de cartuchería deportiva y de caza, sector en el que es actualmente el mayor productor mundial, con más de 500 millones de cartuchos anuales utilizando diferentes marcas comerciales.
El lema de la compañía es “shaping the world you live it”, que resume la idea de que los productos como la dinamita permiten darle forma al mundo en que vivimos “removiendo” el suelo para construir importantes infraestructuras. MAXAM está formada actualmente por más de 140 compañías con instalaciones industriales en cerca de cincuenta países, ventas en más de cien y unos seis mil empleados. Su ámbito de producción abarca la producción de explosivos y sistemas de iniciación (servicios para minería, canteras y obras públicas), cartuchos y pólvoras de caza, productos y servicios para la industria de defensa, materias primas claves en la actividad de nitroquímica, y soluciones en materia de seguridad y medio ambiente. Actualmente es el segundo suministrador global de explosivos.
Hace más de un siglo, concretamente en 1899, UEE encargó al pintor Arturo Mélida la elaboración de una pintura para reproducirse en un calendario (del año 1900) que permitiría promocionar los productos de la compañía. Con ello, se pretendía hacer llegar, a través del arte, información comercial a todos los rincones de España con potenciales clientes (esencialmente cazadores).
Desde entonces, cada año (con la excepción del periodo de la Guerra Civil) se ha repetido la iniciativa con distintos pintores de prestigio, constituyendo una singular colección que refleja la evolución de los gustos pictóricos de la sociedad española durante este tiempo. Así, los conocidos popularmente como “Calendarios de Explosivos” han constituido un canal para llevar el arte al conjunto de la sociedad, permitiendo la difusión de obras de autores como Álvaro Alcalá-Galiano, Cecilio Plá, Julio Romero de Torres, Carlos Sáenz de Tejada, Eduardo Úrculo, Pedro Bueno, Manolo Valdés, y Manuel Benedito, entre otros.
La Fundación MAXAM se encarga del cuidado y proyección de la colección pictórica, así como de la selección del autor que sirve para realizar el calendario anual de la compañía. El pintor tiene libertad absoluta a la hora de seleccionar el tema, con el único requisito de que tenga relación con la actividad de la empresa. Se contribuye así al arte con una cultura de mecenazgo que no es demasiado común hoy día. Además, algunos cuadros de la colección son solicitados por museos y exposiciones de todo el mundo para formar parte de muestras temporales.
De este modo, en más de un centenar de cuadros se representan escenas relacionadas con los explosivos, como el ámbito de la caza, a menudo reflejado a través de mujeres (como las retratadas en las obras de Romero de Torres).
También hay cuadros que recogen escenas de canteras, minería, pirotecnia y fuegos artificiales, barcos de la Armada, así como sobre química e industria química, entre otros temas.
El cuadro El proyecto, recogido a continuación, está relacionado con las voladuras submarinas en la ampliación de la presa de Asuán en Egipto, en las que participó la empresa.
Por otra parte, uno de los cuadros más famosos de Alfred Nobel es el que pintó Emil Österman en 1915 (19 años después de la muerte de Nobel) y que está depositado en la Fundación Nobel de Estocolmo. Se cita esta cuestión porque la obra seleccionada para el calendario de 2015 tenía relación precisamente con dicho cuadro (ver la figura inicial de este trabajo). Su autora, Isabel Quintanilla, representante de la escuela realista de Madrid, alude al paisaje que, según el retrato de Österman podría haber contemplado el inventor desde su puesto de trabajo. En palabras de Quintanilla, Nobel “tiene su brazo y mano derecha sobre un tenue cuadernillo blanco donde apunta, con toda seguridad, conclusiones y notas halladas en algún preciso experimento”. Por ello, pensó que “sería interesante hacerle un homenaje ampliando el universo que le acompaña en el cuadro”. Se ha resaltado que la obra de Quintanilla refleja una atmósfera íntima de excepcional calidad y un exquisito estudio de la luz, y este cuadro es buena prueba de ello.
Aunque aquí se han esbozado solo algunas ideas, remitimos al lector a los dos artículos incluidos en la bibliografía, para conocer el tema con mayor profundidad. En dichos trabajos se exponen aportaciones que se refieren a aspectos educativos y de divulgación científica que abarcan temas de: historia de la química (desarrollo de explosivos, evolución de la industria química española, etc.); química aplicada (síntesis de nitrocompuestos, obtención de explosivos, descubrimiento de la dinamita, pirotecnia, química de la explosión, elemento nobelio, y fisiología de la nitroglicerina, entre otros); y de relaciones de esta ciencia con la ingeniería (fabricación de explosivos, industria química, ingeniería civil, etc.).
En relación a aspectos divulgativos y también para posible aplicación en otras materias educativas, estos cuadros pueden servir para estudiar aspectos como: la biografía de Alfred Nobel, el origen de los premios que llevan su nombre, la historia de la pintura española contemporánea, la ética de la ciencia (usos de los explosivos, ciencia aplicada a la guerra, etc.), o el desarrollo de la publicidad, entre otros.
Este artículo nos lo envían Gabriel Pinto Cañón y Amalio Garrido Escudero. Gabriel Pinto es Doctor en CC. Químicas por la Universidad Complutense de Madrid y Catedrático de Ingeniería Química en la Universidad Politécnica de Madrid. Aparte de su investigación sobre preparación y caracterización de materiales compuestos de matriz polimérica, ha dedicado un esfuerzo desde hace tres décadas a la didáctica y divulgación de la química, la física y la tecnología. Amalio Garrido es Doctor Ingeniero Químico por la Universidad de Murcia y Director de la Cátedra de Ingeniería y Toxicología Ambiental de la Universidad Católica San Antonio (UCAM) de Murcia. Durante años ha sido Director de Tecnología, Calidad y Medio Ambiente de MAXAM. Además de investigaciones sobre el desarrollo de modelos QSAR para predecir estructuralmente el comportamiento ambiental de una sustancia potencialmente contaminante y prevenir los efectos mutagénicos, también dedica esfuerzo al desarrollo de métodos de enseñanza de la Química.
NOTAS:
[1] Tribuna publicada por Luis Carandell en el diario El País el 13 de septiembre de 1998 con el título de “Explosivos”.
[2] En la Casa del Explosivo, sección patrocinada por MAXAM dentro del Museo de la Minería y de la Industria de Asturias (ubicado en el pueblo de San Vicente, cerca de El Entrego) se exponen piezas de la época para la producción de dinamita.
[3] Una breve reseña de cada pintor se puede encontrar en la sección de “autores” de la Web de la colección MAXAM donde, además, se puede visitar la colección de forma virtual.
BIBLIOGRAFÍA:
– G. Pinto, A. Garrido-Escudero, “Ciencia y Arte: las Pinturas de los Calendarios MAXAM (antes Unión Española de Explosivos) como recursos para la difusión y la enseñanza de la química”, Anales de Química, 111, 104-108 (2015). Este trabajo, accesible en abierto (http://analesdequimica.es/index.php/AnalesQuimica/issue/view/54/showToc) se complementa con un anexo con la colección completa de los cuadros MAXAM hasta 2015.
– G. Pinto, A. Garrido-Escudero, “Chemistry and Explosives: an Approach to the Topic through an Artistic and Historical Contribution made by a Spanish Global Supplier”, Journal of Chemical Education, 93, 103-110 (2016).
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