Medicinas bestiales: tratamientos de origen animal (parte 1)

Por Colaborador Invitado, el 30 enero, 2020. Categoría(s): Divulgación • Medicina

La medicina ha acompañado a la humanidad a lo largo de toda la historia. Hallar cura a los males que nos afligen ha sido empresa en la que se han embarcado druidas, magos, brujos y chamanes desde los tiempos más pretéritos quienes, para aliviar nuestras dolencias, han empleado las más diversas mixturas de plantas, minerales y –cómo no- también productos de origen animal.

Un ejemplo lo encontramos en el libro del antiguo testamento de Tobías, donde un anciano recupera la vista después de frotarse los ojos con hiel de pez. Más allá de las narraciones religiosas, tenemos el uso de polvo de la cantárida, un insecto, que aún hoy se comercializa como estimulante sexual –aunque tenga efectos secundarios realmente indeseables- y que pudo estar en la causa raíz de la muerte de Fernando I de Aragón tal y como se explica en este artículo.

A la izquierda, óleo que muestra la recuperación de la vista mediante el uso de hiel de pez. A la derecha cantáridas listas para ser molturadas y usadas como tratamiento de la impotencia

Tanta fama adquirió este remedio que relevantes galenos de tiempos renacentistas, como el segoviano Andrés Laguna, lo recomendaban y señala en su diario cómo en una botica de Francia fue preparado un medicamento que contenía cantáridas para un novio impotente, junto a otro para refrescar el hígado y riñones de un fraile. El boticario erró las direcciones de envío de modo que el novio quedó sin el pretendido efecto y el fraile hecho un endemoniado “que no bastaban pozos ni aljibes ni estanques para le resfriar”.

Anécdotas más o menos apócrifas aparte, los productos de origen animal cuentan también con un fiel –y lamentable- seguimiento en numerosas medicinas tradicionales donde se utilizan de manera recurrente desde la orina de vaca para múltiples patologías (como la lepra) o el polvo de hueso de tigre o cuerno de rinoceronte que han llevado a estas dos especies al borde de la extinción.

Pero más allá de los rituales mágicos o usos incluso contraproducentes para la salud derivados de la utilización de algunos insectos o fluidos de origen animal como terapia, hay centenares de medicinas contrastadas y aprobadas por las agencias regulatorias más exigentes del mundo que tienen su origen en los animales.

Compendiar todos los remedios aprobados por la Food and Drug Administration americana (FDA) u otras agencias del medicamento nos llevaría a escribir una auténtica enciclopedia, así que nos conformaremos con reseñar algunos ejemplos que sirvan de muestra de la importancia de la aportación animal en la medicina actual.

Comencemos pues con un ejemplo bien sencillo: los hilos de seda, ampliamente utilizados como material de sutura cutánea, no son otra cosa que fibras de seda segregadas por el gusano Bombix mori que, una vez trenzadas y recubiertas con cera de abeja, son herramienta de uso frecuente en los quirófanos para coser heridas. De hecho, es usual denominar a esta sutura por el nombre del material que la compone: “seda”.

La seda como material de sutura para heridas

Veamos más ejemplos: el medicamento anticoagulante más utilizado del mundo es la heparina. Declarado medicamento de primera necesidad por la Organización Mundial de la Salud, salva la vida a más de 100 millones de personas en todo el mundo cada año ya que sirve para tratar desde infartos de miocardio a trombosis pasando por distintos tipos de cirugía así como en hemodiálisis. Tiene su origen en la mucosa intestinal del cerdo y aunque puede sintetizarse en laboratorio bien resulta muy costoso o complejo puesto que hoy por hoy sigue siendo el cerdo el origen del medicamento. Para cubrir las necesidades globales, se necesita la aportación de 800 millones de individuos de la especie porcina. Por cierto, España produce el 20% de las necesidades mundiales de este medicamento.

La heparina tiene su origen en la mucosa del intestino de los cerdos

De hecho, la reciente y aún activa epidemia de peste porcina africana que asola el continente asiático y que ha causado el sacrificio de cientos de millones de cerdos supone una amenaza para el abastecimiento de este medicamento, de tal suerte que las autoridades norteamericanas lo han catalogado como medicamento en situación de escasez. Ya en el año 2008, una limitación en el suministro de este tratamiento dio lugar a la aparición de copias fraudulentas que causaron la muerte de 200 personas. Una manera de compensar esta posible carencia sería sintetizar heparina a partir de mucosa pulmonar bovina, sin embargo; las dudas que los productos vacunos generan como potenciales transmisores de la encefalopatía espongiforme (enfermedad de las vacas locas) pone freno a su uso por el momento.

También de los cerdos se extraen las enzymas (lipasas, proteasas, amilasas) pancreáticas que componen numerosos tratamientos para medicar a las personas que sufren afecciones en esa glándula y cuya función digestiva está comprometida.

De enorme importancia para los bebés que sufren el síndrome de dificultad respiratoria neonatal resulta la contribución, también aquí, de la especie porcina. Este síndrome se caracteriza por la ausencia de surfactante pulmonar, un líquido proteico que recubre los alveolos pulmonares –pequeñas bolsas dónde se da lugar el intercambio de gases con la sangre- permitiendo que estos se contraigan y expandan adecuadamente. La ausencia de este coloide se manifiesta con una respiración muy rápida que, en el peor de los casos, puede conducir a la asfixia. En estos casos, uno de los tratamientos aconsejados es administrar al pequeño surfactante de origen porcino. Producto disponible y comercializado por diferentes laboratorios farmacéuticos.

No menos interesante resulta el uso de válvulas cardíacas de origen porcino para trasplantar en personas que tienen lesiones importantes en estas membranas.

Válvula cardíaca de porcino para su uso en cardiología humana

Ahora bien, otras especies, como la vacuna, hacen numerosas contribuciones a la salud humana. Para dar un ejemplo, utilizaremos un medicamento hecho a base de poligelina. Este fármaco sirve para compensar o evitar una insuficiencia circulatoria producida por un déficit del volumen plasmático o sanguíneo absoluto o relativo, como sucede, entre otros, en casos de shock hipovolémico o por pérdida importante de sangre.

La poligelina es un derivado de la gelatina bovina (extraída de los huesos) compuesta por polipéptidos que se prescribe para los casos clínicos arriba descritos por vía intravenosa con el fin de recuperar rápidamente el volumen plasmático.

Las aves, como no podía ser de otro modo, también forman parte de esta farmacopea animal. Tenemos así que el ácido hialurónico, un polisacárido natural que se emplea en su forma inyectable en tratamientos cosméticos, pero también para tratar la artrosis de rodilla e incluso, entre los atletas de alto rendimiento, como cura para el esguince de tobillo. La síntesis de este producto es compleja y la fuente principal de la que se nutre la industria productora es de las crestas de gallinas y gallos, muy ricas en este componente.

Las crestas y barbillas de ciertas aves son la fuente de ácido hialurónico.

Siguiendo con las aves, no cabe duda de que, su contribución más importante la hallamos en la producción de vacunas. Estos medicamentos preventivos, posiblemente los que más han hecho por la prolongación de la esperanza de vida humana, están constituidos por microorganismos que, bien muertos, bien debilitados, estimulan nuestras defensas sin causarnos daño. Pero para que los virus se multipliquen, necesitan células vivas, por ello se usa frecuentemente huevos de gallina embrionados. El embrión en desarrollo suministra una fuente de células en rápida reproducción que son un cultivo ideal para numerosos virus.

Uso de huevos para replicar el virus del sarampión

Gracias a esta técnica tenemos vacunas como la de la rabia, sarampión, rubeola, fiebre amarilla o la de la gripe. Tan sólo para ésta última, una de las compañías líderes en su fabricación, emplea 360.000 huevos diarios.

Continuaremos mañana…

Este artículo nos lo envía Juan Pascual (podéis seguirlo en twitter @JuanPascual4 o linkedn). Me licencié en veterinaria hace unos cuantos años en Zaragoza y he desarrollado mi vida profesional en el mundo de la sanidad animal, de ahí mi interés en divulgar lo que los animales aportan a nuestro mundo actual. Soy un apasionado de la ciencia. Creo que es fundamental transmitir el conocimiento científico de una manera sencilla para que los jóvenes se enganchen pronto y para que la sociedad conozca más y mejor lo mucho que la ciencia aporta a nuestro bienestar. Viajar es otra de mis pasiones junto con la literatura, que no deja de ser otro modo de viajar.

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Bibliografía:

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Por Colaborador Invitado, publicado el 30 enero, 2020
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