Éxito coyote

Por Juan Ignacio Pérez, el 22 abril, 2011. Categoría(s): Biología • Curiosidades
Canis latrans

Los coyotes (Canis latrans) son cánidos que habitan en Norteamérica y Centroamérica. Surgieron en el Pleistoceno (hace unos 1’8 millones de años) en esa zona, donde evolucionaron junto con otro cánido ya extinguido, Canis dirus (lobo gigante o lobo terrible). El coyote es pariente próximo del lobo (Canis lupus), aunque éste es originario de Eurasia.

Los coyotes son de menor tamaño que los lobos. Esa diferencia de tamaño condiciona, seguramente, la especialización alimenticia de cada epecie. Los coyotes son depredadores de presas pequeñas, mientras que los lobos prefieren grandes presas y cuando pueden las abaten. Al contrario que los lobos, los coyotes han tenido bastante éxito tras la llegada de los europeos a Norteamérica. Es, de hecho, una especie en expansión, y eso a pesar de que ha estado fuertemente perseguida. La razón de su éxito es, al parecer, que es muy hábil atacando pequeños animales domésticos y que ha sido capaz de explotar con cierto éxito los basureros.

En los últimos 90 años los coyotes, partiendo de las grandes llanuras del centro de Norteamérica, se han expandido hacia el este del país, hasta llegar a los territorios del noreste. Ese proceso ha sido muy rápido, y al parecer, se ha visto favorecido por los cambios habidos durante el siglo pasado en esas áreas de los Estados Unidos, y por el hecho de que su pariente, el lobo, había sido exterminado previamente.

Lo curioso de este fenómeno de expansión es que si bien ha seguido dos rutas diferentes, es posible que una de las dos haya proporcionado mucho más éxito que la otra. Una ruta es la que dirigió de manera directa a los coyotes desde las grandes llanuras hasta el oeste de los estados de Pensilvania y Nueva York. La otra, tras atravesar el río de San Lorenzo, pasó por la rivera norte de los Grandes Lagos para, volviendo hacia el sur una vez superados los Lagos, alcanzar también los estados de Nueva York y Pensilvania.

Decía más arriba que la exitosa expansión de los coyotes se ha visto favorecida por factores ambientales y por la ausencia de lobos. Pero al parecer hay un factor adicional. Un análisis del ADN mitocondrial, -el que solo se hereda por vía matrilineal-, ha revelado que los coyotes que habían atravesado el río de San Lorenzo habían sido unos pocos ejemplares que, en su demabular por la rivera norte de los Grandes Lagos, han estado en contacto con los lobos de esa zona (Canis lupus lyacon, o lobos de los Grandes Lagos) y han hibridado con ellos.

Canis lupus lyacon

Resulta verdaderamente sorprendente que se haya producido hibridación entre lobos y coyotes, dada la hostilidad que hay entre las dos especies y que no es raro que los coyotes sean presa ocasional de sus primos de mayor envergadura. Si se me permite la broma, podría decirse que en este caso estas especies prefirieron hacerse el amor en vez de la guerra. Pues bien, por extraño que parezca, que se ha producido hibridación es la conclusión a la que se ha llegado tras examinar el ADN mitocondrial de 686 coyotes del noreste y de comparar ese ADN mitocondrial con el de los coyotes del oeste, con el de los lobos de los Grandes Lagos, y con el de los lobos grises. Además del ADN mitocondrial, también se han examinado los cráneos de 186 coyotes y se ha observado que los coyotes que habían hibridado con los lobos de los Grandes Lagos, tienen el cráneo diferente, más ancho y robusto. Y además, estos coyotes son algo más grandes y presentan mayor dimorfismo sexual.

Como se ha dicho, los coyotes del noreste han seguido una doble trayectoria. Pero lo interesante del caso es que los que han llegado tras rodear los Grandes Lagos, presentan una tasa de colonización que es cinco veces más rápida que la de los coyotes que llegaron directamente de las grandes planicies del centro del país.

Así pues, unos coyotes han hibridado con lobos y esa hibridación, posiblemente, introdujo una variación adaptativa que contribuyó a que tengan un tamaño algo mayor, lo que a su vez les permite cazar ciervos y otras presas de gran tamaño. La anchura del cráneo proporciona ventajas evidentes a la hora de atrapar, inmovilizar y abatir grandes presas, mayores que las que normalmente cazan los coyotes; y ese elemento diferencial habría sido clave para que los híbridos tengan una tasa de expansión tan alta.

En conclusión, los datos indican que la hibridación experimentada por los coyotes del noreste, procedentes, -vía Canadá-, de las grandes llanuras del centro de los Estados Unidos, ha permitido a estos animales ocupar una porción importante del nicho que los lobos habían dejado vacante tras su exterminio o desplazamiento de aquellas zonas. No deja de ser irónico que sean, precisamente, genes de la especie desplazada de una zona los que han permitido a otra especie colonizarla.

Al escribir esta historia me han venido a la cabeza dos cuestiones. Una es, una vez más, la del concepto de especie. Porque en esta historia intervienen dos cánidos que no solo hibridan, sino que además tienen descendencia fértil. Y la otra cuestión tiene que ver también con dos especies que hibridaron muchos miles de años antes; me refiero a dos especie de homínidos, la nuestra y la de nuestros primos. Porque tal y como supimos el año pasado, los seres humanos que procedían de África hibridaron con los neandertales hace unas decenas de miles de años. Pues bien, se me ocurre que quizás esa hibridación tuvo algo que ver con el enorme éxito que cosechó nuestra especie a partir de entonces. Al fin y al cabo, algo así es lo que, al parecer, ha ocurrido con los coyotes de nuestra historia.

Lo que me resulta ciertamente difícil es imaginar a esos coyotes-lobo del noreste persiguiendo desesperadamente correcaminos. Geococcyx californianus puede dormir tranquilo.

Fuente: Roland Kays, Abigail Curtis y Jeremy J. Kirchman (2010): “Rapid adaptive evolution of northeastern coyotes via hybridization with wolves” Biology Letters 6: 89-93



Por Juan Ignacio Pérez, publicado el 22 abril, 2011
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