La respuesta magnética al estrés, la fibromialgia y todo lo demás

Por Arturo Quirantes, el 6 julio, 2012. Categoría(s): Alerta Magufo

La historia de hoy comienza con un correo de la lista de amazings.es.  Entre alertas naranja y planes para la dominación del mundo visitar Atapuerca, a veces nos intercambiamos mensajes o peticiones de información.  La de aquel día provenía de un viajero que leyó en una revista sobre del último invento para dormir bien, algo que había sido adoptado por la cadena de hoteles Silken como servicio a sus clientes.

El dispositivo se llama Relax.art, y según este artículo de El Mundo es una especie de gorro que emite ondas cerebrales capaces de preparar el cuerpo para el descanso.

Nuestro interlocutor quería preguntarnos sobre la efectividad de esa técnica.  Él ya nos  adelantaba su opinión: “Cuando lo leí pensé: otros que se aprovechan de la ignorancia de la gente para crear expectativas en la gente y vender algo sin resultados empíricos que lo soporten.”  Yo tendí a coincidir con él, pero no me preocupó demasiado el asunto.  Yo mismo tengo un cacharro con gafas que emiten luces de colorines y sonidos relajantes, y bien pudiera ser algo por el estilo.  Me relaja, me tiene un rato entretenido y no le pido más.  Si los hoteleros de Silken quieren usar algo parecido para agasajar a los cansados viajeros que llegan a sus establecimientos, bien poco me importaba eso a mí.

Sin embargo, nuestro amigo anónimo se sorprendió cuando oyó decir a su jefe que había leído algo sobre ese sistema nada menos que en la revista Science, “en el que supuestamente se demostraba la utilidad de esta tecnología… un estudio en el que estaban involucrados dos grupos de estudio bajo condiciones claras, etc. Yo intenté discutirlo, pero no tenía forma cada vez que él nombraba el estudio y tuve que callarme.”

La revista Science son palabras mayores, y al sumarlo al artículo de El Mundo (donde se incluyen referencias a estudios de las Universidades de Zaragoza y la Complutense y Politécnica de Madrid) comencé a recordar el caso del Informe Mamberry (con su segunda parte)

¿Tenemos a otros vendedores de humo que intentan aparentar una respetabilidad inexistente?  ¿Hay realmente base científica en este asunto?  ¿Tengo algo mejor que hacer esta tarde que meterme a averiguarlo?

Esta última pregunta tuvo para mí una respuesta negativa durante algún tiempo.  Finalmente, y después de haberle echado tiempo al asunto (más de una tarde, os lo aseguro), puedo dar una respuesta.  O, mejor dicho, puedo enseñaros lo que encontré.  Al final, llegaré a una conclusión, y por supuesto vosotros podéis llegar a la vuestra propia.  Comenzamos.

DE LA NEURONA …

La referencia del artículo de El Mundo (y otros muchas otras webs) a la “manta Zentria” me dio pie para comenzar a buscar.  Mi meta última era averiguar si había base científica con constancia documental.  No esperaba encontrar un artículo en Science, por supuesto, pero algo habría.  Mi experiencia en estos casos me dice que, cuando algún fabricante de productos … er … no completamente ortodoxos alude a propiedades científicamente probadas, suele haber un artículo o una comunicación a un congreso detrás, que como mínimo permite salvar las apariencias.

No me resultó fácil, pero me ayudó la documentación de una empresa llamada Azenta Salud (www.azentasalud.es), que comercializa sistemas terapéuticos para el tratamiento del estrés, entre otras cosas. A tenor de lo descrito en la memoria de uno de los productos de Avanza Salud, numerosos estudios han demostrado un efecto significativo de los campos magnéticos de extremadamente baja frecuencia (ELF MFs) sobre diferentes aspectos del comportamiento animal y humano.

No se incluían referencias para respaldarlas, pero pude encontrar alusiones a congresos y reuniones en otros documentos, y a partir de ahí llegué hasta los artículos que demuestran ese efecto significativo en … hmmm … bueno, vayamos por partes.

Encontré tres trabajos, presentados a congresos sobre electromagnetismo.  Están firmados por María Jesús Azanza, Rodolfo Pérez Bruzón y Agustín del Moral Gámiz, investigadores de la Universidad de Zaragoza (los dos primeros trabajan en el Departamento de Anatomía e Histología Humanas, y el tercero en el Departamento de Física de la Materia Condensada).  La doctora Azanza, catedrática, ha realizado estudios epidemiológicos de los efectos de la telefonía móvil sobre la salud, y ha dirigido dos proyectos de investigación, con financiación del Ministerio de Defensa y de la Diputación General de Aragón para estudiar los efectos biológicos de las radiofrecuencias y los campos electromagnéticos ambientales.  Fruto de esas investigaciones, Pérez Bruzón hizo una tesis doctoral sobre la “dinámica neuronal bajo exposición a campos magnéticos alternos de baja frecuencia e intensidad.”

Estos investigadores publicaron entre 2003 y 2005 unos artículos en los que examinaban la reacción de las neuronas  ante la presencia de campos magnéticos. Si los he entendido bien, los autores afirman que, en presencia de campos magnéticos de cierta frecuencia e intensidad (menos de 200 Hz y del orden de las militeslas), algunos tipos de neuronas muestran actividad. Su explicación es que, cuando la frecuencia se aproxima a un valor determinado, los iones calcio y potasio aumentan la polarización del potencial de la membrana.  Como físico no veo claras algunas cosas de esos artículos.

En mi opinión, el efecto experimental no está muy claro, la explicación teórica es más bien rudimentaria y, la verdad, no veo nada claro que se pueda aplicar a seres humanos … porque resulta que las neuronas estudiadas no son humanas, sino de Helix Aspersa, el humilde caracol de jardín.

Es muy posible que estos estudios sean rigurosos y bien hechos, y no voy a criticarlos en su esencia, sobre todo teniendo en cuenta que no soy neurólogo, biólogo o médico.  El problema estriba en que, a partir de varios estudios hechos sobre neuronas de caracol, una empresa (Azenta Salud) está aprovechando para vender artefactos antiestrés.  El procedimiento no es nuevo y lo hemos visto otras veces: se aprovecha algún resultado vagamente significativo en una prueba de laboratorio, y a partir de ahí se extrapola salvajemente.

En nuestro caso, se parte de una posible actividad de las neuronas de un caracol en ciertas condiciones de laboratorio, y se acaba concluyendo que “por lo tanto” los campos magnéticos son beneficiosos para el cerebro humano, y por consiguiente para nuestro bienestar; con el agravante de que el campo magnético aplicado a nuestro amigo el caracol era aproximadamente un millar de veces superior en intensidad al campo magnético terrestre, y además era un campo alterno (no constante).  Que eso sea malo para el cerebro humano es algo por demostrar, pero yo no jugaría tan alegremente con cerebros humanos sin hacer estudios de inocuidad antes.

… AL REMEDIO CONTRA EL ESTRÉS

Azenta Salud se atreve a ir más allá de lo meramente observado con nuestro amigo el caracol. Tomaré prestadas las palabras de sus propios informes.  Según parece, existe una cosa llamada impulsos bio eléctricos (ya no son magnéticos???) que permiten la resincronización de estructuras neuronales que se han observado alteradas en los procesos patológicos.  En este punto, lo siento pero me entra la risa floja, así que voy a copypastear tal cual:

La emisión de estos trenes de impulsos no es continua sino a intervalos regulares según los parámetros anteriormente estudiados y con la continuidad y frecuencia precisas para que la desincronización neuronal producida en los enfermos de estrés, y su sintomatología acompañante, como ansiedad, cefaleas tensionales, falta de concentración de sueño etc., pueda volver a sincronizarse con las frecuencias habituales de emisión de la propia estructura celular./cite]

Increíble todo lo que se puede sacar del cerebro de un caracol, ¿verdad?

Ahora revelaré el nombre del producto milagro: NOVOTRONIC-X. Se presenta como útil para el tratamiento de la ansiedad, estrés, trastornos del sueño y “tristeza vital” (no tengo ni idea de lo que es eso, lo escribo tal cual lo leo). Lo de “producto milagro” se lo gana a pulso, a juzgar por la descripción que hace la empresa en su página web:

A partir de la inducción de impulsos bioeléctricos, el Tratamiento Anti-Estrés Azenta reequilibra, regula y fortalece el Sistema Nervioso. Este funcionamiento ordenado junto con un estado de relajación y descanso favorece la disolución progresiva del estrés. La estimulación de las ondas Alfa, características de la actividad, produce en el paciente un alto grado de vitalidad. Como resultado el paciente recibe un fuerte aporte energético que le permite afrontar con mayor facilidad su actividad diaria.

Vean qué fácilmente hemos saltado, de un pequeño campo magnético aplicado a la neurona de un caracol, a la gran esperanza de una sociedad moderna estresada.  Por cierto, eso de enchufar un cachivache a una persona, medir cambios en sus ondas cerebrales y concluir de ahí un beneficio para la salud es algo que he visto en otros productos de otras empresas.  Eso sí, es la primera noticia que tengo de que las ondas Alfa proliferan en las neuronas del caracol de jardín.

Pero es usted malo, señor Quirantes, puede pensar usted.  El Novotronic-X ha sido avalado en un estudio científico por un médico colegiado.  ¿Qué tiene que responder a eso?

Está bien, me han pillado.  En efecto, existe una memoria confidencial, propiedad de la empresa fabricante Laboratorios BZ I&D, que según afirman ellos no puede difundirse sin su autorización escrita.  Yo he conseguido una copia.  Me gustaría contarles un relato de arrojo y valor, contactos secretos en un aparcamiento oscuro y demás historias tipo Watergate.  Pero la verdad es que la memoria está colgada en la web de Azenta Salud, así que muy confidencial no es. El documento consta de:

  • Cinco páginas sobre lo pernicioso que resulta el estrés en nuestra vida moderna, con muchas alusiones a estudios sobre el efecto de los campos electromagnéticos en el comportamiento humano y animal; eso sí, sin dar la menor referencia a artículo o libro alguno.
  • Veintitantas páginas para describir el aparato en sí, incluyendo la limpieza del gorro, la carga de la batería y todo tipo de especificaciones técnicas.
  • Y el plato fuerte, un estudio realizado en pacientes reales.

En este último punto, el estudio, hay mucho que criticar.  En realidad, lo llamo “estudio” con cierto grado de generosidad.  Se trata de un ensayo sobre 14 pacientes que ya estaban siendo tratados con psicofármacos.  Nada de grupo de control, placebo o similares.  El único modo de evaluar la eficacia del tratamiento es mediante dos clases de cuestionarios efectuados a los pacientes a lo largo de cuatro semanas.  Cuando voy a ver la sección de resultados, me doy cuenta de que no hay sección de resultados.  Ni una palabra.  Lo único que se incluye, al final de todo el documento, es un paquete de cuatro páginas con multitud de acrónimos, gráficas de colores y cifras con muchos decimales.  ¿Es demasiado pedir que, en una muestra con catorce personas, NO incluyan los resultados con dos cifras decimales porcentuales?  Yo siempre les digo a mis alumnos que incluir demasiadas cifras decimales lo único que demuestra es que la calculadora tiene un display muy chulo.  Espero que el autor no haya sido alumno mío.

Por cierto, ¿quién es el autor de este estudio?  Según el documento confidencial colgado en Internet, que no estoy autorizado a difundir sin autorización por escrito, el responsable es Manuel Rodrigo Carrillo, médico colegiado que trabaja en el Centro Sanitario Taurosalud de Puertollano.  Licenciado en psicología clínica, por más señas.  En mi ignorancia de temas médicos, me pregunto si un psicólogo es la persona idónea para evaluar la efectividad de un tratamiento con impulsos bioeléctricos cuyo trasfondo científico yace en la neurona de un caracol de jardín. Será por eso de interpretar los cuestionarios.

FIBROMIALGIA Y CAMPOS MAGNÉTICOS

O bien será porque el señor Rodrigo se presenta como psicólogo de la Asociación Provincial de Fibromialgia y Síndrome de Fatiga Crónica de Ciudad Real.  El propio Centro Taurosalud tiene una unidad dedicada a tales dolencias.  ¿Por qué menciono eso?  Pues porque Azenta Salud también tiene un aparato para el tratamiento de la fibromialgia, el RBF-01.  Supuestamente se han realizado ya dos pruebas epidemiológicas que avalan su eficacia: un estudio clínico en la Clínica Sagrado Corazón (USP) de Sevilla, con 52 pacientes, y un estudio observacional conjunto en tres clínicas (La Milagrosa, Madrid; Sagrado Corazón, Sevilla; Gabinete Médico Quirúrgico Hernán Cortés, Zaragoza), con casi mil pacientes.

La fibromialgia es una dolencia sin causas conocidas, y cuyos síntomas principales son dolor, fatiga, depresión y trastornos del sueño (MedlinePlus).  Es decir, son síntomas difíciles de medir objetivamente y que, entre otras cosas, son muy susceptibles al efecto placebo.  Es lo que sospecho que pasa con el estudio observacional.  Mil personas se prestan para una investigación.  Los médicos les informan del objeto del estudio y les piden su consentimiento.  No es difícil pensar que los pacientes, que por fin encuentran unos médicos que puedieran tener un tratamiento efectivo para su dolor, reaccionen favorablemente.  El efecto placebo, el impulso de agradar y el “a mí me funciona” conspiran para impedirnos hacer conclusiones razonadas.  Por eso es tan importante tener un grupo de control, del que carecía ese estudio. Los autores eran conscientes de ello, y defendieron la validez de la medicina basada en evidencia (MBE) frente a los estudios controlados aleatorizados.  Pero, en mi opinión, la evidencia no puede apuntar a la causa, ni sugerir un mecanismo, sin que las mismas pruebas se hagan a un grupo de control.

El estudio clínico de Sevilla sí tiene grupo de control, y ambos grupos ya estaban sometidas a tratamiento previo (bromazepán y paracetamol).  El estudio muestra mejoras en puntos como el umbral del dolor, mejorías al levantarse, tiempo de sueño, etc.  Con todo, una muestra tan pequeña se presta a un error estadístico muy elevado.

Sé que me estoy mostrando poco receptivo hacia los dos estudios, y lo reconozco.  Quizá un buen médico pueda explicarme hasta qué punto esos estudios son o no válidos.  Mi escepticismo viene por otro lado, ya que hay un par de detalles que me inquietan.  En primer lugar, los campos magnéticos aplicados a las pacientes son extraordinariamente pequeños.  No se dan cifras exactas, pero varían entre las microteslas y las picoteslas.  Una picotesla es un campo magnético 30.000.000 de veces más débil que el de la Tierra.  Ya dije que tenía mis dudas sobre el efecto que un campo magnético de militeslas pudiera tener sobre nuestros amigos los caracoles; pues  bien, la diferencia entre una picotesla y unas militeslas es la misma que hay entre el precio de una comida en el burguer de la esquina y los cien mil millones del rescate a la banca española.  Me resulta difícil que una célula (y no digo ya millones de ellas) pueda reaccionar ante un campo magnético tan minúsculo, y mucho menos que esa reacción sirva para aliviar los síntomas de una dolencia cuyo origen y tratamiento son desconocidos para la ciencia médica moderna.

Además de eso, y aunque odio los argumentos ad hominem, cabe dudar de la independencia de los estudios.  Es algo que suele pasarme cuando compruebo que el firmante de un artículo, poco después, pasa a trabajar para alguien que se beneficia de las ventajas de dicho artículo.  El estudio observacional citado antes viene firmado por Ignacio Marzo, Eva Soto y Manuel Blanco. Al menos dos de ellos se han incorporado desde entonces al equipo de Azenta Salud.  Marzo ha pasado de médico de la Clínica La Milagrosa a director de la Unidad de Fibromialgia de Azenta Salud en Madrid; su anterior jefe en La Milagrosa, Alberto Franco, es el actual director de Azenta Salud.  Eva Soto aparece como responsable de la clínica de Azenta Salud en Zaragoza.  Todo legal, por supuesto.  Dejo a ustedes que concluyan si cambiaron de clínica a la vista del increíble éxito del RBF-01 … o no.

En tercer lugar, los dos estudios clínicos citados no existen.  Al menos, no como artículos publicados en revistas científicas, o como pósters o ponencias en congresos.  Me he pateado la base de datos PubMed de arriba abajo, y nada.  El único lugar donde al parecer pueden obtenerse es la propia web de Azenta Salud.  Es decir, los dos estudios clínicos en que se basan para garantizar la validez del RBF-01 son dos artículos no enviados a publicar, no revisados por pares ni corregidos por ningún investigador independiente.  Uno de ellos, el estudio clínico de Sevilla, con grupo de control y todo ¡ni siquiera está firmado!

EL TINGLADO

Ya ven ustedes.  Unas investigaciones sobre las neuronas del caracol de jardín llevan a un aparato para reducir el estrés, y un par de estudios clínicos sin publicar concluyen en un remedio contra la fibromialgia.  Pero ¿quién está detrás de todo esto?

Comencemos a presentar a los actores. En primer lugar, tenemos a Zentria, los creadores del sistema Relax.art.  En segundo lugar, está Azenta Salud, que comercializa sistemas para el tratamiento del estrés y la fibromialgia.  Ambas empresas comparten teléfono (914550190) y dirección (Guzmán el Bueno 66, 1ºB, 28015 Madrid).

En tercer lugar, tenemos a Laboratorios BZ I&D.  ¿Recuerdan ese documento confidencial colgado en Internet, que no estoy autorizado a difundir sin autorización por escrito?  Pues son ellos los que han de concederme esa autorización.  En ese mismo documento aparecen como fabricantes del Novotronic-X (con servicio técnico y todo), y con dirección en Madrid, calle Guzmán el Bueno 66, 1ºB.  Todo ello a pesar de que su objeto social es: la realización de todo tipo de actividades relacionadas con la creación, ejecución y distribución de campañas publicitarias a través de cualquier medio de difusión.

Puede resultar raro ese cambio de actividad tan radical, pero es posible que con los años hayan ido cambiado su actividad y nombre. No hay nada raro en eso.  Lo que sí resulta extraño es que la dirección (y teléfono) de Laboratorios BZ I&D, Azenta Salud y Zentria coincidan con la de una asociación llamada Fundación Humanismo y Ciencia.  Se trata de una institución privada sin ánimo de lucro, fundada en 1997, con el fin de:

“fomentar, promover y divulgar los valores que contribuyen al progreso y desarrollo del ser humano y al aumento de su bienestar y felicidad personal; y realizar y difundir investigaciones y estudios científicos que asimismo contribuyan a un mejor crecimiento del hombre para un mayor desarrollo de sus capacidades”

Esta Fundación parece estar detrás de toda la movida.  La propia Avanza Salud reconoce que “procede de la Fundación Humanismo y Ciencia.”  La FHC es la que patrocina los estudios clínicos sobre fibromialgia, así como el proyecto de investigación “Dinámica de redes neuronales y campos electromagnéticos” de María Jesús Azanza.  Gracias a esos fondos, Azanza y sus investigadores de la Universidad de Zaragoza pudieron hacer sus estudios sobre las neuronas de caracol.  Por mi parte, genial. Ya saben que la Ciencia necesita todo el dinero que pueda conseguir.  Mi grupo trabajó en cierta ocasión con una subvención de la Fundación Ramón Areces (sí, el fundador de El Corte Inglés), y si alguien me viene con dineros para investigar, no están las cosas como para ponerse melindroso.

Con todo, hay un par de cosas que me resultan raras.  Lo primero es que una fundación que promueve el bienestar y la felicidad del ser humano patrocine un proyecto científico cuya investigadora principal disfrutaba en esos momentos de una subvención del Ministerio de Defensa.  Lo segundo, que una investigación realizada en caracoles con un campo magnético mil veces superior al terrestre tenga aplicación directa al cerebro humano, y ni los investigadores ni la fundación digan esta boca es mía.  Y lo tercero, que una fundación supuestamente sin ánimo de lucro comparta piso y mantel con una empresa lucrativa que está vendiendo por España e Iberoamérica los resultados de las investigaciones que ha patrocinado.

Porque no lo duden, hay mucho dinero en juego.  Muy hábilmente, los actores han escogido una enfermedad de origen desconocido y de la que solamente pueden tratarse los síntomas.  Al resto de la sociedad le ofrecen un dispositivo contra el estrés, algo que por supuesto padecemos todos en este mundo moderno y en estado de crisis permanente.  En mayo de 2011, aparecieron en el programa Saber Vivir de TVE, donde hicieron una prueba en directo que no demostraba absolutamente nada.  De ese modo, Azenta Salud obtuvo una valiosa publicidad gratuita y la cadena pública rellenó diez minutos mientras quedaban como unos reyes en el día de la fibromialgia.  Zentria está actualizando su web para vender sus productos para relajación.

Y la Fundación Humanismo y Ciencia consigue … bueno, ellos sabrán.  Y todo basado en una investigación cuyos beneficios sobre el ser humano no es que sean dudosos, es que ni siquiera se han demostrado.  Llámenme incrédulo, pero a mí tanta generosidad me resulta sospechosa.  No me gusta ver a tantas partes interesadas en el mismo piso (literalmente), con intereses tan contrapuestos y, lo más importante, todo basado en una investigación cuyos beneficios sobre el ser humano no es que sean dudosos, es que ni siquiera se han demostrado.

Si usted, o alguien que conoce, está afectado por la fibromialgia, lo lamento mucho y le deseo suerte, pero créame, no le irá mejor con un producto cuyas ventajas científicas son, cuando menos, endebles. Y a usted, señor, señora, víctima del estrés, si se trata de sentirse bien, mejor váyase a un buen spa y a que le den un masaje relajante.  Luego pónganse algo de música suave.  Mano de santo.  Ah, y recuerde que hemos ganado la Eurocopa.



Por Arturo Quirantes, publicado el 6 julio, 2012
Categoría(s): Alerta Magufo