Hacia las 21:38 hora local en la Península Ibérica de anoche, 13 de noviembre de 2012, sucedía la fase total de un precioso eclipse solar que sólo ha tocado tierra en el nordeste de Australia.
El eclipse comenzaba con la fase total al amanecer visible al este de Darwin (Territorio del Norte) para luego atravesar de oeste a este el norte del estado de Queensland. Después la sombra de la Luna cruzaba el Pacífico sin volver a tocar tierra hasta desaparecer a centenares de kilómetros de la costa oeste de Chile.
Aquí en Queensland eran las 6:38 de la mañana del 14 de noviembre cuando la sombra de la Luna pasaba sobre nosotros y yo, astrónomo aficionado desde que tengo uso de razón, disfrutaba de mi primer Eclipse Total de Sol. Con el permiso de los lectores me gustaría orientar el texto que acompaña estas fotos (lo verdaderamente importante del artículo) con un breve resumen de la aventura que he vivido en los últimos cinco días para conseguir obtener este material y observar, por fin, uno de los mayores espectáculos que ofrece la Naturaleza.
Dado mi trabajo como astrofísico en el Australian Astronomical Observatory y en la Universidad de Macquarie (Sydney, Australia), en esta ocasión tenía una excelente oportunidad para contemplar un eclipse total de sol. Así que desde hace meses tenía reservado tanto mi transporte (vuelo a Cairns desde Sydney y coche de alquiler desde ahí) como mi alojamiento en el pueblo turístico / costero de Port Douglas, a escasos kilómetros de la línea central de la totalidad del eclipse.
El equipo astronómico ya lo había adquiriendo a principios de año para poder estudiar el Tránsito de Venus del 6 de junio de 2012. Se trata de un Telescopio Skywatcher Black Diamond, distancia focal de 600 mm y apertura 80 mm, provisto de una montura ecuatorial alemana con motores en ambos ejes, más mi cámara digital CANON EOS 600D que usaría a foco primario (acoplada directamente al telescopio, como si lo usara como un teleobjetivo usual).
El mayor problema al que sabía de antemano que me enfrentaba eran las condiciones meteorológicas. La costa nordeste de Australia está dominada por bosques tropicales y montañas bajas muy cerca del océano, lo que provoca en esta época del año, con la primavera bien entrada en el hemisferio sur, que las nubes aparezcan rápidamente y, casi sin aviso, comience a llover. Además, desde estas posiciones el eclipse comenzaba justo pocos minutos después de salir el Sol, por lo que acontecerá muy bajo sobre el horizonte. Había que buscar un lugar seguro de nubes, cerca de la totalidad y con un horizonte limpio al este. Port Douglas podría ser un buen lugar, así también lo decidieron miles de astrónomos de todo el mundo.
Llegué a Port Douglas el viernes por la noche. En efecto se confirmaban los temores: las predicciones meteorológicas no eran nada halagüeñas, llueve intermitentemente, hay nubes de forma continua y parece que la cosa iba a ir a peor durante la semana. Desde el mismo domingo comencé a conducir a diversos lugares de la zona en busca de lugares alternativos de observación, para ir a alguno de ellos dependiendo del último parte meteorológico antes del eclipse. En total hice unos 800 kilómetros yendo de un lado a otro. El martes, ayer, comprobé que lo más seguro era conducir lejos de la costa, hacia el interior, quizá adentrándome 200 kilómetros hacia el nordoeste, para dejar lejos del océano, las montañas, el rain forest y las dichosas nubes. Hablando con otros amigos astrónomos confirmo que esta idea parece ser la mejor opción. Así que anoche intenté dormirme pronto (al final no lo conseguí hasta las 9 y pico de la noche) y me desperté a las 1:30 de la madrugada. Tras conducir de noche, bajo lluvia al principio, y esquivando wallabies más tarde, hacia las 4 de la madrugada me encontraba en un lugar aceptable a sólo 50 km al sur del pueblecito perdido en la nada de Lakeland. Tiempo suficiente para montar y alinear correctamente el telescopio con el Polo Sur Celeste y prepararme para observar el eclipse.
Sabía que pagaba un precio «extra» al irme al oeste: no iba a tener horizonte marino, por lo que el Sol iba a salir ya con el eclipse empezado sobre las montañas al este. Pero me aseguraba de que las nubes no aparecerían en el momento de la totalidad, que en este eclipse y en este lugar era de escasos 2 minutos. El cielo era excelente: con las Nubes de Magallanes al Sur y Orión con Tauro y Júpiter bajando hacia el oeste. Paciencia, más gente llegando al lugar también escapando del mal tiempo, y ¡eclipse observado en su totalidad!
El momento de la totalidad fue muy emocionante. Hay que vivirlo para realmente tener la visión de lo que ocurre, cuando cae la noche de repente y aparecen las estrellas brillantes, mientras que el Sol muestra su capa más externa y difusa, la corona solar, y todo el horizonte posee luz crepuscular.
El eclipse terminó hacia las 7:40 de la mañana, pero el día no acabo ahí para mí. Después de recoger y felicitarnos por el éxito tocaba conducir de vuelta. La conexión móvil es difícil en esas regiones: no pude ni retransmitir por Twitter mis pensamientos y sensaciones, compartir las primeras tomas brutas o saber cómo había ido en la costa.
Hacia las 11 de la mañana llego a un pueblecito con MacDonalds en busca de su wifi gratis. Desgraciadamente, los compañeros del Departamento de Astrofísica de la Universidad Complutense de Madrid, Jaime Zamorano, Alejandro Sánchez de Miguel y Jaime Izquierdo, quienes retransmitían el eclipse vía web, tuvieron nubes justo en el momento de la totalidad. Pero llegaban muchas imágenes de multitud de astrónomos que habían obtenido estupendas tomas. Por supuesto, no se hablaba de otra cosa.
Desde el mismo MacDonals, con un capuchino aguado y el portátil casi sin batería, descargué unas pocas imágenes, las procesé y las subí a mi blog. Pero realmente tocaba llegar al hotel concertado (otro distinto en un lugar distinto), descargar todas las imágenes, procesar algunas, preparar una secuencia y escribir una crónica. No importaba haber dormido pocas horas hoy y haber tenido tanta presión por las malditas nubes en los últimos cinco días.
Y heme aquí. A mis 8:15 de la noche hora local he pasado toda la tarde preparando estas imágenes, y la última hora escribiendo esta crónica. Ha sido también un reto, dado que el hotel donde me hospedo hoy tiene problemas con internet, por lo que he tenido que buscar otro sitio con conexión a internet…
He tenido que desplazarme a un pueblo cercano, para poder mostraros este trabajo hoy cuando aún es noticia. Y si para eso tengo que estar en un porche de un pub con una silla alta mientras llueve a metro y medio del portátil, conectado a la red eléctrica gracias a la amabilidad de los dueños, pues aquí estoy. Espero que el resultado os guste.
Ángel López-Sánchez es astrónomo y comunicador científico en la Escuela de Ciencias Matemáticas y Físicas de la Universidad de Macquarie (MQ) con sede en Sydney, Australia. Es un reconocido experto en el estudio de cómo el gas se convierte en estrellas en galaxias cercanas y cómo esto afecta la evolución de las galaxias, particularmente el enriquecimiento químico. Dirige el programa «HI KOALA IFS Dwarf galaxy Survey» (Hi-KIDS), que utiliza el instrumento KOALA en el Telescopio Anglo-Australiano (AAT) de 3,9 m para diseccionar 100 galaxias enanas cercanas ricas en gas para comprender su historia y evolución. También brinda apoyo a los astrónomos visitantes del AAT. Es un miembro activo en grandes estudios de galaxias espectroscópicas y los próximos estudios de galaxias ópticas y de radio.
Tras recibir la licenciatura en Física Teórica en Granada en 2000 completó su Tesis Doctoral en Astrofísica en el prestigioso Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC, España) en diciembre de 2006. Se trasladó a Australia en 2007, cuando se incorporó al CSIRO «Astronomy and Space Science» para trabajar en el «Local Volumen HI Survey ”(LVHIS), que realizó observaciones radio-interferométricas de galaxias ricas en gas en el Australian Telescope Compact Array. En 2011 se unió al Australian Astronomical Observatory (AAO) y a la Universidad de Macquarie combinando soporte de instrumentación telescópica, investigación, conferencias y divulgación. En mayo de 2023 fue incorporado como investigador académico a tiempo completo en la Escuela de Ciencias Matemáticas y Físicas de la Universidad de Macquarie.
Es el actual presidente de la asociación de Investigadores Españoles en Australia-Pacífico (SRAP, Spanish Researchers in Australia-Pacific), entidad de la que es miembro fundador, y participa activamente en RAICEX (Red de Asociaciones de Investigadores Españoles en el Extranjero) dentro de la comisión de comunicación y en diplomacia científica. Es el vicepresidente de la Agrupación Astronómica de Córdoba (AAC), representante de la Red Andaluza de Astronomía (RAdA) y miembro de la Unión Astronómica Internacional (IAU), la Sociedad Española de Astronomía (SEA) y la Australian Astronomical Society (ASA).
Es miembro de la comisión ProAm (relaciones entre astrofísicos profesionales y astrónomos aficionados) de la SEA, de la que fue coordinador entre 2016 y 2020, y participa activamente en poner en contacto el mundo de la astrofísica profesional y de la astronomía aficionado. Es un apasionado astrónomo aficionado que utiliza su propio equipo para capturar la belleza del Cosmos.
Fue el primer astrofísico español en tener un blog de divulgación astronómica («El Lobo Rayado», en 2003) y es miembro fundador de la red Naukas, donde tiene el blog «Universo Rayado» desde 2015.