Migraña, bótox y pelo

Por jralonso, el 22 marzo, 2013. Categoría(s): Historia • Medicina

Galeno de Pérgamo, uno de los médicos más famosos de la Antigüedad, describió un problema neurológico al que llamó hemicrania. El término se refería a un fuerte dolor de cabeza que aparecía normalmente solo en un lado del cerebro –de ahí el nombre- y cuya denominaciónfue derivando a la palabra “migraña”.

La migraña puede ir asociada a dolor en los ojos o el cuello, a náuseas y vómitos y también a no soportar la luz (fotofobia), los sonidos (fonofobia) o algunos olores determinados.

Louis Hyacinthe Thomas, un bibliotecario francés clasificó en 1887 las migrañas en dos tipos que siguen en uso: migraña con aura o clásica y migraña sin aura o común. El aura es una fase preliminar al dolor pulsante donde el paciente ve flashes, puntos o líneas brillantes, algunas con trayecto en zig-zag o como si fuera la silueta de una fortaleza. Ocasionalmente el aura puede incluir una pérdida temporal de la visión, problemas en el habla, el que se quede dormida la cara o los brazos o sentir un hormigueo que sube desde los dedos hasta el rostro. El aura puede durar de pocos minutos a una hora y normalmente hay un tiempo tranquilo, una fase intermedia de una hora aproximadamente, antes de que la migraña aparezca. En ambos tipos de migrañas puede haber otros síntomas previos como cambios en el ánimo (depresión o irritabilidad), sensación de hambre, deseos frecuentes de orinar, trastornos del sueño, sinusitis o un antojo por determinadas comidas.

Los ataques de migraña duran normalmente de 2 a 72 horas y durante ese tiempo las personas afectadas desean estar tumbadas o sentadas en una habitación a oscuras y sin ruidos. Algunas mujeres con experiencia al respecto consideran que el dolor de la migraña es peor que el del parto o el producido por la rotura de un hueso. El dolor de cabeza empeora con los movimientos incluso cosas sencillas como caminar o subir unas escaleras, y también con los ruidos o la luz. Además de estos ataques que se repiten con mayor o menor frecuencia existen también las migrañas crónicas en las cuáles la persona tiene un dolor de cabeza durante quince o más días de cada mes, y en ocho al menos ese dolor alcanza por su intensidad la categoría de migraña.

Las migrañas son tres veces más comunes en mujeres que en hombres y afectan a en torno a un 12% de la población. La proporción entre sexos no es estable sino que varía con la edad. En los niños es más frecuente en los varones pero la proporción se invierte al llegar la pubertad. Aumenta mucho en las adolescentes y decrece a partir de los 45 años, lo que sugiere una conexión con los niveles hormonales. También se han descrito diferencias raciales siendo más frecuente en la población caucásica que en los afroamericanos o asiáticos de los Estados Unidos.

Las migrañas son el trastorno neurológico con mayor coste económico en los países occidentales. En la Unión Europea se ha calculado que supone un daño económico superior a los 27.000 millones de euros al año. Los mayores problemas son el impacto sobre la productividad laboral, generando un fuerte absentismo y una caída de la eficacia y eficiencia en las personas que acuden al trabajo sufriendo migraña y el gasto en medicamentos.

No se conoce el sustrato biológico de este trastorno neurológico pero se considera que está relacionado con cambios en el calibre de los vasos sanguíneos cerebrales y con un desequilibrio químico en los neurotransmisores. En particular se ha pensado que la serotonina podría ser un factor significativo puesto que su descenso produce vasodilatación que a su vez genera esa sensación pulsátil característica de muchas migrañas. Se piensa que hay factores genéticos implicados y que algunos factores como el cansancio, el estrés, los cambios hormonales, los desajustes en la alimentación, la deshidratación y algunas comidas como el queso o el chocolate, y algunas bebidas como el vino tinto y otras bebidas alcohólicas y las estimulantes como el café o el té pueden desencadenar la aparición de una migraña.

Las migrañas son algo más que fuertes dolores de cabeza. Nouchine Hadjikhani de la Universidad de Harvard encontró que las fibras nerviosas que llevan señales de dolor de la cabeza al cerebro eran más gruesas en las personas con migraña que en voluntarios. Estos pacientes con migraña tienen también una corteza somatosensorial, la región cerebral que procesa las sensaciones, un 21% más gruesa que el grupo control. Dicho de una forma sencilla, el cerebro de las personas con migraña es diferente de las personas que no lo sufren pero no sabemos si es distinto a causa de la migraña o sufre migraña por esa estructura diferente.

La migraña no tiene cura por lo que el objetivo es limitar en lo posible la frecuencia, duración e intensidad de los ataques. Algunos pacientes notan mejoría tomando fármacos cuando empieza un ataque y también es frecuente tomar una medicación preventiva en las personas con migrañas recurrentes. Muchas personas se tratan las migrañas con analgésicos pero es necesario ir al médico si, por ejemplo las migrañas empeoran tras tomar la píldora anticonceptiva o si se observan síntomas como pérdida de visión o zonas del cuerpo que se quedan dormidas. También se utilizan otros fármacos llamados triptanos o agonistas de la 5-hidroxitriptamina que cambian los niveles cerebrales de serotonina. También se recetan contra la migraña betabloqueantes, neuromoduladores y antidepresivos a bajas doses. También se ha aprobado por agencias norteamericanas y europeas el uso de inyecciones de bótox (toxina botulínica) para el tratamiento de las migrañas crónicas. La toxina botulínica es una proteína producida por a bacteria Clostridium botulinum que bloquea la liberación de acetilcolina en la sinapsis neuromuscular con lo que el músculo deja de contraerse. El resultado de una inyección de bótox es una denervación química temporal del músculo sin producir ninguna lesión física en las estructuras nerviosas. Su uso para las migrañas crónicas se produjo tras una sugerencia de cirujanos plásticos de Hollywood que comentaron que sus pacientes que recibían inyecciones de bótox para disminuir las arrugas faciales señalaban una mejoría en sus ataques de migraña. Los estudios científicos han encontrado una mejora pero no muy significativa, aproximadamente una reducción del 10%.

La migraña ha afectado a muchas personas famosas incluyendo escritores como Gustave Flaubert, Virginia Wolf o Miguel de Cervantes, pensadores como Sigmund Freud o Friedrich Nietzsche o grandes líderes como Julio César, Napoleón Bonaparte y Thomas Jefferson así como el caso que quería comentar que es el del emperador Carlos V o como nos decían en el colegio Carlos I de España y V de Alemania. Carlos era el hijo mayor de Felipe el Hermoso y Juana la Loca y nieto de los Reyes Católicos. Era heredero de tres de las dinastías más poderosas de Europa: la casa de Habsburgo, la casa de Valois-Borgoña y la Casa de Trastámara.

El embajador veneciano Gaspar Contarini hacía la siguiente descripción del Emperador a los veinticinco años de edad:

Es de estatura mediana, mas no muy grande, ni pequeño, blanco, de color más bien pálido que rubicundo; del cuerpo, bien proporcionado, bellísima pierna, buen brazo, la nariz un poco aguileña, pero poco; los ojos ávidos, el aspecto grave, pero no cruel ni severo; ni en él otra parte del cuerpo se puede inculpar, excepto el mentón y también toda su faz interior, la cual es tan ancha y tan larga, que no parece natural de aquel cuerpo; pero parece postiza, donde ocurre que no puede, cerrando la boca, unir los dientes inferiores con los superiores; pero los separa un espacio del grosor de un diente, donde en el hablar, máxime en el acabar de la cláusula, balbucea alguna palabra, la cual por eso no se entiende muy bien.

Carlos tenía un fuerte prognatismo, una deformidad que empeoró en siguientes generaciones y que dio lugar al término “mandíbula Habsburgo”, un problema agudizado por los frecuentes matrimonios consanguíneos. El emperador tenía problemas para masticar por lo que sufría fuertes indigestiones y prefería comer solo. Otros problemas de salud eran los posibles ataques epilépticos, la gota y los fuertes dolores de cabeza.

Las migrañas de Carlos V debilitaban al emperador, el hombre más poderoso del mundo en su época y en busca de una solución optó por un remedio que causó una revolución en el aspecto personal como queda de manifiesto en las mejores pinacotecas del mundo: frente a las melenas de la nobleza hasta ese momento, para luchar con la migraña, el emperador se cortó el pelo. Inmediatamente toda la corte siguió su ejemplo y el pelo corto entre los nobles se convirtió en la referencia durante varios siglos.
En “Primera Década de las guerras de Flandes” (1681) Famiano Estrada cuenta así:

Que entrambos [el emperador Carlos y Juan de Austria] avian introducido alguna novedad en el aliño del cuerpo, y principalmente en ornato de la cabeza. Que Carlos primero, quando fue a coronarse Emperador, se cortó el cabello largo, para disminuir el dolor de cabeza: imitándole a porfía los señores de la Corte y a estos luego todos los demás, dando más que hacer a las tigeras, que aguellos siglos y los passados apenas las permitían despuntar las prolijas cabelleras.

En una edición de El Quijote de 1798 comentando la época de Cervantes también se recoge este suceso:

Una de las modas más permanentes del tiempo de Cervantes fue la del pelo. Traíase cortado a raíz de la cabeza, y esta moda duró en España más de 80 años. Introdúxola el emperador Carlos V por necesidad, según lo refiere el señor Sandoval en su Historia por estas palabras: Con estos caballeros, dice, salió el Emperador de Barcelona (el año de 1529.) donde porque él se cortó el cabello largo, por achaque de dolor de cabeza, se le quitaron todos los que le acompañaban, con tanto sentimiento, que lloraban algunos. Permaneció este uso de pelo corto todo el reynado de Felipe II. El de Felipe III en que murió Cervantes, y principios del de Felipe IV. En cuyo tiempo se fue introduciendo la barba larga, los copetes, los tufos, las guedexas o mechones, el cabello partido en crencha y las patillas.

Nos puede parecer sorprendente esa idea del emperador Carlos pero aún más sorprendente es que sigue vigente cinco siglos después. En numerosos foros de internet se vuelve a plantear la relación entre pelo largo y migrañas, indicándose incluso que algunos neurólogos recomiendan un buen corte de pelo. Y es que como escribió mi admirado William Faulkner, “El pasado nunca se muere, ni siquiera es pasado.”

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Por jralonso, publicado el 22 marzo, 2013
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