Al igual que el Abraracúrcix de los cómics de Astérix, la NASA también teme que algún día el cielo caiga sobre nuestras cabezas. No sería la primera vez que un asteroide entrado en carnes toma mal una curva y nos monta un cirio. Si nos vamos a llevar un guantazo, lo mínimo es al menos saber cuándo será, e intentar evitarlo o mitigarlo en la medida de lo posible.
Este organismo apoya varios programas de descubrimiento y seguimiento de objetos cercanos a la Tierra (NEO, Near-Earth Object en sus siglas en inglés) como LINEAR, NEAT o Spacewatch. En 1998 aspiraban a catalogar todo elemento susceptible de presentar un peligro con un diámetro mayor de 1 kilómetro (de los que se piensa que hay unos 1000) y mayor de 140 metros desde 2005 (más de 15000).
La tarea no es fácil. Muchos recordarán el meteoro que terminó impactando en suelo ruso en febrero del año pasado. Existen múltiples grabaciones del evento gracias a la abundancia de vehículos en ese país con una cámara instalada en el salpicadero. Antes de su entrada en la atmósfera, su presencia había pasado completamente desapercibida.
En junio de 2013, la NASA anunció su Asteroid Grand Challenge, una iniciativa destinada a centrar todos los esfuerzos posibles en encontrar todos los asteroides potencialmente peligrosos y diseñar posibles respuestas. Como dicen en el siguiente vídeo, los dinosaurios no tenían un programa espacial.
[youtube]https://www.youtube.com/watch?v=xki5Q_LRfeg[/youtube]
Parte de este Grand Challenge comienza hoy, 17 de marzo, y echa mano de lo que se conoce como crowdsourcing, o reunir la mayor cantidad de gente posible para resolver un problema determinado.
Existen muchas formas de colaborar para evitar una pedrá cósmica en la medida de lo posible y para varias de ellas no es necesario disponer de grandes recursos. Por ejemplo, un programador podría escribir código para mejorar los algoritmos de detección de asteroides a partir de imágenes. Hace ahora una semana se anunció el Asteroid Data Hunter Contest, un concurso que ofrece 35000 dólares en premios a la persona o personas que sean capaces de hacer precisamente eso mejorando el estado del arte. Se buscan soluciones que sean capaz de obtener un porcentaje mayor de aciertos que lo que ya existe actualmente o que sean más eficientes computacionalmente.
Si algún lector decide que le gustaría arrimar el hombro pero no dispone de conocimientos de programación, que no desespere: es incluso posible participar sin necesidad de picar código. La primera etapa del concurso consiste en escribir de la forma más precisa posible las propias reglas de la competición, empezando por definir un problema muy concreto como es el del rechazo de falsos positivos (nuestro algoritmo decide que un asteroide potencialmente peligroso en realidad no lo es).
Más información: aquí está la agenda de seminarios del Grand Challenge. La mayoría están todavía por impartir y los que ya han pasado tienen disponible el vídeo on-line.
Doctor en Bioingeniería por la Universidad Carlos III de Madrid. Trabajó en el Laboratorio de Imagen Médica del Hospital Gregorio Marañón desde 2005 hasta 2014. Fue colaborador de la sección de ciencias del diario Público desde 2008 hasta su desaparición en 2012 y editó su blog personal, ‘Las penas del Agente Smith’, desde 2003 hasta 2014. Ahora vive relajado y de vez en cuando deja caer algún texto aquí o en su página de Medium.