
Si pudieses hacer una pregunta, solo una pregunta, a un extraterrestre de una civilización muy avanzada… ¿Cuál sería?
¿Qué hace alguien como tú en un sitio como este?
No, no es broma. Si solamente puedo hacer una pregunta, quisiera que sea una que le permita explayarse.
Por un lado, mi pregunta da pie a resolver algunas dudas sobre cómo estamos hablando. Me explicaré: dejando en un segundo plano los interesantísimos problemas culturales e idiomáticos (¡ríete tú del euskera, el húngaro o el mandarín!), el mero hecho de estar hablando con un ser extraterrestre, unido a la evidencia razonable de que somos la única civilización del sistema solar, implica que mi interlocutor viene de muy, muy lejos. Y es que la vastedad es la característica más notoria de nuestro querido universo, y el principal obstáculo para que nuestro supuesto contacto se llegue a producir.
Quizá se desplace muy rápido, más de lo que nuestro conocimiento actual marca como límite máximo: la velocidad de la luz. O quizá su biología sea tal que unos siglos de viaje no le resulten mucho más pesados que un vuelo Tokio – Los Ángeles. En ambos casos, la respuesta será tremendamente interesante.
Por otro lado, la pregunta también da pie a responder por qué estamos hablando. ¿Por qué la Tierra?, ¿no hay otros planetas más interesantes?, ¿qué le habrá llamado la atención de nuestro planeta azul?, ¿nuestras emisiones en radiofrecuencia?, ¿los gases antropogénicos?, ¿algo totalmente inesperado?
En fin, creo que el extraterrestre acabaría inventando una excusa para que le dejase en paz e irse sin darme su número.
Pablo Rodríguez (Guadalajara, España, 1984) se siente inclinado de un modo casi suicida hacia las cosas complicadas. Esta cualidad le ha llevado a convertirse en físico, malabarista, ilusionista aficionado y humorista de cuarta categoría. Actualmente trabaja como experto en computación científica en el Netherlands eScience Center. Más información aquí