Versión íntegra del artículo publicado originariamente en Suplemento Zoco de Diario Córdoba el domingo 28 de febrero de 2016.
Cuando escuchamos la palabra “galaxia” nuestra mente inmediatamente salta a esas visiones espectaculares de galaxias grandes, brillantes y cercanas, como la Gran Galaxia de Andrómeda o la Galaxia del Remolino. Sin embargo, en muchos casos la visión real de las galaxias es muy distinta. Y ya no porque, en general, las galaxias están a decenas, centenares, miles de millones de años luz de distancia, o porque son del tipo elíptico donde la formación estelar y sus fenómenos asociados son inexistentes, sino porque la ingente mayoría de las galaxias del Universo son enanas. Esto es, son galaxias muy pequeñas, de baja masa, y difíciles de detectar, sobre todo si están compuestas por estrellas maduras y viejas. Así es sorprendente que, aún en 2016, existan grupos de investigación buscando con ahínco esas galaxias enanas y difusas en las vecindades de galaxias más grandes. Esta investigación es muy importante dado que la teoría cosmológica aceptada hoy día y que funciona a gran escala en el Universo predice muchas más galaxias enanas de las que conocemos. ¿Dónde están?
Un ejemplo de esta clase de galaxia esquiva y difusa es IC 1613. Proyectada sobre la constelación de Cetus (la Ballena o monstruo marino), IC 1613 fue descubierta en 1906 por el astrofísico alemán Max Wolf. Para ello Wolf usó la “nueva” técnica fotográfica (de la que él era pionero, aunque sobre todo buscaba asteroides y estrellas raras) en el telescopio de 40.6 cm del Observatorio Astronómico de Heidelberg (Alemania). Max Wolf sólo fue capaz de distinguir un objeto borroso y muy difuso en esas fotografías. Y esto es lo único que verían hoy día astrónomos aficionados experimentados usando buenos telescopios: la luminosidad de IC 1613 es tan baja y la galaxia se reparte por un área tan grande (la mitad del tamaño de la luna llena) que es casi imposible de distinguir con nuestros ojos acoplados al telescopio (de hecho, IC 1613 está incluida en el libro “Desafíos Cósmicos” del astrónomo Philip S. Harrington por el reto que supone observarla visualmente). Y eso que IC 1613 está a sólo 2.3 millones de años luz de nosotros, esto es, a casi la misma distancia que la Galaxia de Andrómeda. Tal es así que se pueden distinguir estrellas individuales en IC 1613. Esto ya lo hizo Walter Baade en 1928 usando el Telescopio de 2.5 metros del Observatorio de Monte Wilson (California, EE.UU.).
IC 1613 pertenece al llamado “Grupo Local de Galaxias”, al que pertenecen la Vía Láctea, la Galaxia de Andrómeda, la Galaxia del Triángulo, las Nubes de Magallanes y más de medio centenar de galaxias enanas. Irónicamente la distancia a IC 1613 se sabe con gran precisión. Esto se debe a que en esta galaxia se han detectado dos tipos de estrellas variables: Cefeidas y RR Lyrae. Ambos tipos de estrellas cambian su brillo de forma muy regular, dependiendo el ritmo de variación de las características físicas de cada estrella, en particular, de su brillo absoluto. Comparando el brillo absoluto esperado de dicha estrella con el observado se puede calcular muy bien la distancia a la que se encuentra. Este método para medir distancias ha sido fundamental para poder establecer no sólo la expansión del Universo (la Ley de Hubble) sino también conocer que la expansión es acelerada (usando explosiones de supernova del tipo Ia). Precisamente IC 1613 jugó un gran papel hace varias décadas en el establecimiento de esta “escalera de distancias cósmicas”.
La imagen que acompaña este artículo es una toma reciente de la galaxias IC 1613 conseguida usando la cámara OmegaCAM (de 256 millones de píxeles) montada en el telescopio de rastreo de 2,6 metros del complejo VLT en el observatorio Paranal (Chile). Esta fotografía muestra las estrellas individuales de IC 1613, muchas de color azul, otras (las que están en la parte central) de color anaranjado, al igual que varias nebulosas (en rosado): las regiones donde están naciendo nuevos soles. Se estima que IC 1613 tiene una masa de unas 80 millones de veces el Sol, una nimiedad en comparación con las grandes galaxias del Universo. Además posee muy poco polvo cósmico, indicando que su material no se ha reciclado tanto como en las galaxias típicas. Muchos de sus secretos esperan aún a ser desvelados: ¿de dónde viene esta peculiar galaxia enana? ¿Por qué el gas no se ha condensado en estrellas? Cada objeto en el Cosmos es un apasionante Universo completo por descubrir.
Ángel López-Sánchez es astrónomo y comunicador científico en la Escuela de Ciencias Matemáticas y Físicas de la Universidad de Macquarie (MQ) con sede en Sydney, Australia. Es un reconocido experto en el estudio de cómo el gas se convierte en estrellas en galaxias cercanas y cómo esto afecta la evolución de las galaxias, particularmente el enriquecimiento químico. Dirige el programa «HI KOALA IFS Dwarf galaxy Survey» (Hi-KIDS), que utiliza el instrumento KOALA en el Telescopio Anglo-Australiano (AAT) de 3,9 m para diseccionar 100 galaxias enanas cercanas ricas en gas para comprender su historia y evolución. También brinda apoyo a los astrónomos visitantes del AAT. Es un miembro activo en grandes estudios de galaxias espectroscópicas y los próximos estudios de galaxias ópticas y de radio.
Tras recibir la licenciatura en Física Teórica en Granada en 2000 completó su Tesis Doctoral en Astrofísica en el prestigioso Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC, España) en diciembre de 2006. Se trasladó a Australia en 2007, cuando se incorporó al CSIRO «Astronomy and Space Science» para trabajar en el «Local Volumen HI Survey ”(LVHIS), que realizó observaciones radio-interferométricas de galaxias ricas en gas en el Australian Telescope Compact Array. En 2011 se unió al Australian Astronomical Observatory (AAO) y a la Universidad de Macquarie combinando soporte de instrumentación telescópica, investigación, conferencias y divulgación. En mayo de 2023 fue incorporado como investigador académico a tiempo completo en la Escuela de Ciencias Matemáticas y Físicas de la Universidad de Macquarie.
Es el actual presidente de la asociación de Investigadores Españoles en Australia-Pacífico (SRAP, Spanish Researchers in Australia-Pacific), entidad de la que es miembro fundador, y participa activamente en RAICEX (Red de Asociaciones de Investigadores Españoles en el Extranjero) dentro de la comisión de comunicación y en diplomacia científica. Es el vicepresidente de la Agrupación Astronómica de Córdoba (AAC), representante de la Red Andaluza de Astronomía (RAdA) y miembro de la Unión Astronómica Internacional (IAU), la Sociedad Española de Astronomía (SEA) y la Australian Astronomical Society (ASA).
Es miembro de la comisión ProAm (relaciones entre astrofísicos profesionales y astrónomos aficionados) de la SEA, de la que fue coordinador entre 2016 y 2020, y participa activamente en poner en contacto el mundo de la astrofísica profesional y de la astronomía aficionado. Es un apasionado astrónomo aficionado que utiliza su propio equipo para capturar la belleza del Cosmos.
Fue el primer astrofísico español en tener un blog de divulgación astronómica («El Lobo Rayado», en 2003) y es miembro fundador de la red Naukas, donde tiene el blog «Universo Rayado» desde 2015.