Es triste “de pedí”, pero más triste es “de pedí” y “de pedí”, una y otra vez, hasta ser insoportablemente plasta… Es mi caso, lo reconozco. Mea culpa. En mi afán por hacer que la cuenta de Facebook de ASTROMOL (guiño-guiño) tenga cada vez más seguidores/as, me embarqué en una aventura maloliente en la que prometía artículos sobre gases pestosos si superaba cada reto. El primero, “Flatulencias espaciales (I)”, se publicó en esta casa en agosto del año pasado. Enero de 2016 vio nacer (o, más bien, olió nacer) a “Flatulencias espaciales (II)” y, como no hay dos sin tres, lo volvimos a intentar. El último ha costado, pero lo hemos conseguido. Y como yo cumplo lo que prometo, aquí tenéis la tercera (y quién sabe si la última, snif) entrega de “Flatulencias espaciales”. ¿No os doy penica? 😉
“La naturaleza no deja de sorprendernos”. Como si del guion de un documental se tratase, me veo pronunciando esta frase mientras elijo el título de este reportaje. Sé que es algo escatológico, pero es totalmente cierto: vamos a hablar de algunos de los gases que están en nuestras flatulencias. Ojo, que en nuestras flatulencias no sólo hay gases, hay más cosillas, pero de esas no vamos a hablar. Los compuestos que dan a los pedos ese olor (que no todos huelen igual, todo dependerá de lo que hayamos ingerido) se conocen bien. Y algunos de ellos también están en el espacio. Ahora entenderán por qué yo, que suelo hablar de astrofísica y astroquímica, me meto en estos temas”.
El sulfuro de hidrógeno y el sulfuro de carbonilo son los dos compuestos pestilentes de los que ya hemos hablado en esta serie. Pero hoy no traemos sulfuro, hoy traemos mercaptano de metilo o metanotiol (CH3SH), un primo segundo del metanol (CH3OH), que sustituye el azufre (S) por el oxígeno (O). Este mercaptano, de la familia de los tioles, es un gas incoloro que huele a col podrida (aunque, la verdad, yo nunca he olido una col podrida, ¿alguien con experiencia? A comentarios, por favor).
Al parecer está en numerosos tejidos animales y vegetales y se produce en algunos procesos de descomposición bacteriana de las proteínas a partir de la metionina (eso, según nos cuenta fielmente la Wikipedia), es decir, un zombi apestaría a CH3SH. Está en la caca y en los pedos (y en los alientos pestosos), pero ojo, que también está en el cerebro (ya veo venir la broma) y en la sangre.
También hay algunos quesos que lo contienen y huelen así, a mercaptano de metilo (porque yo lo valgo, díselo al queso de Beaufort) debido a la acción de algún microorganismo asalvajado. Los pantanos emanan este compuesto oloroso, pero la exposición solo sería peligrosa si hablamos de cuestiones industriales (y, aun así, no está demostrada la peligrosidad del mercaptano de metilo). Se utiliza como precursor de pesticidas, en la fabricación de plásticos y de piensos, para descomponer madera en las fábricas de papel y se añade a los carburantes de los aviones a reacción.
El metanotiol es uno de los gases que se añaden al butano (recordad que el butano no huele a nada) para que nos salten las alarmas olfativas en caso de fuga. (Eso me recuerda a una alarma olfativa contra incendios pensada para personas sordas que soltaba un spray de wasabi. Este estudio ganó un Ig Nobel en 2011).
¿Y en el espacio?
El mercaptano de metilo fue detectado en 1979 por Linke y colaboradores en Sagitario B2, una nube molecular del centro galáctico conocida por ser una de las zonas de formación de estrellas masivas más productiva de la galaxia. Así que ya podíamos decir que se había detectado en el medio interestelar.
Gracias a posteriores estudios, también se detectaba la presencia de mercaptano de metilo hacia el núcleo caliente de G327.3-0.6, una región de formación de estrellas masivas (esta fue la primera vez que se hallaba metanotiol fuera del centro galáctico).
Asimismo, fue detectado en la nube molecular fría B1 (esta nube se encuentra en el estadio denominado de Primer Núcleo Hidrostático, First Hydrostatic Core, que se forma cuando se detiene la fase de colapso en la etapa de nacimiento de la estrella. Ya habíamos hablado antes de esta detección).
Y, muy recientemente, se ha encontrado mercaptano de metilo en la protoestrella IRAS 16293-2422. Su hallazgo sugiere que puede haber familias enteras de moléculas portadoras de azufre que aún no han sido detectadas en las protoestrellas y que se formarían a partir del CH3SH.
Se ha buscado en otros entornos pero, hasta el momento, sigue sin haberse detectado. Aunque hay propuestas para utilizarlo como biomarcador a la hora de investigar la superficie de Marte. Como resultado de un proceso biológico (ya saben, los pedos y demás) este, y otros compuestos de su tipo, pueden ayudar a encontrar signos de vida en Marte o en las atmósferas de exoplanetas. El trabajo enlazado más arriba explica que el metanotiol puede estar implicado en el origen de la vida en lugares con actividad hidrotermal a bajas temperaturas provocada por la serpentinización (un proceso que consume agua y libera calor). Este proceso podría tener lugar en Marte, en océanos helados de lunas o satélites y en otros cuerpos menores, además de en la Tierra.
Así pues, detectar la presencia de mercaptano de metilo podría ser una herramienta para detectar signos de vida. Aunque, sinceramente, volvemos a lo de siempre: detectar un compuesto determinado que nosotros asociemos a la presencia de vida no necesariamente implica que la haya. Hay muchos procesos, además de los pedos, que pueden dar lugar a la formación de mercaptano de metilo. En esta serie de flatulencias espaciales llegamos siempre al mismo punto: el origen de la vida.
Y es que, queridos amigos, parece que la vida, aunque puede ser maravillosa, a veces huele que apesta. 😉
Enlaces de interés:
– Lista de moléculas detectadas en el espacio en la web astrochymist.
– El mercaptano de metilo en la web astrochymist.
– Información sobre la toxicidad del mercaptano de metilo en la web de la “Agencia para sustancias tóxicas y registro de enfermedades” de los “Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades” (Atlanta, EE.UU.). Resumen de salud pública.
– Imagen: Mercaptano de metilo o metanotiol (CH3SH). Crédito: Ben Mills.
Natalia Ruiz Zelmanovitch (París, 1972) se dedica a la divulgación de la ciencia. Se licenció en Traducción e Interpretación (Francés/Inglés) por la Universidad de Granada y es Experta en Planificación y Gestión Cultural y Experta en Comunicación Social y Divulgación de la Ciencia. Ha trabajado en radio y televisión. Sus labores en comunicación científica se han desarrollado en el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), el Centro de Astrobiología, CSIC-INTA (programa Consolider del Gran Telescopio Canarias (GTC) y programa AstroMadrid), el Instituto de Ciencia de Materiales de Madrid (CSIC) (programa Consolider ASTROMOL y NANOCOSMOS_ERC) y el Instituto de Física Fundamental (CSIC). Es miembro de la ESO Science Outreach Network en España. Ha colaborado en programas de radio como «Galaxias y Centellas» (Radio Autonómica de Canarias), «El canto del grillo” (RNE) y «Carne Cruda Radio». Cuando puede, elabora audiovisuales de divulgación científica. Es miembro de la Asociación Española de Comunicación Científica (AECC). Tiene una cuentofilia febril (http://www.cuentofilia.com/) y desde que descubrió la astrocopla vive sin vivir en sí misma. Y le encanta «El enigma Agustina».