La década de 1880 fue muy prolífica para el químico y bacteriólogo francés Louis Pasteur, quien se encontraba inmerso en su trabajo de laboratorio tratando de buscar diferentes vacunas que pudiesen salvar la vida a miles de ciudadanos que morían a diario a causa de múltiples infecciones y enfermedades.
El 6 de julio de 1885 se presentaron, en el pequeño laboratorio que tenía Pasteur en la parisina calle de Ulm, tres personas a las que un perro rabioso había mordido. Entre ellos se encontraba Josef Meister, un niño de nueve años de edad que parecía ser el que se había llevado la peor parte.
El científico, en colaboración con Émile Roux, llevaba tiempo trabajando en el desarrollo de una vacuna contra la rabia pero ésta, hasta el momento, solo había sido probada en algunos animales (sobre todo perros y conejos) por lo que, al no tener la titulación de médico y la vacuna no estar reconocida por el organismo oficial correspondiente, se arriesgaba a tener serios problemas si los trataba y vacunaba con lo que de momento tenía elaborado. Tras consultarlo, y aconsejado por su colega, Pasteur se animó a hacerlo.
De los tres pacientes a los que atendió el único que logró sobrevivir fue el pequeño Josef, a quien estuvo suministrando el compuesto antirrábico durante los siguientes diez días. Pasado este tiempo el investigador vio con satisfacción que había hecho efecto y que el niño estaba totalmente curado y fuera de peligro. Había nacido la vacuna contra la rabia con la que, debido a su éxito, en los siguientes años Pasteur trataría y salvaría la vida a cerca de tres mil personas que habían sido víctimas de mordeduras de perros rabiosos.
Como nota anecdótica cabe destacar que, años más tarde y siendo ya adulto, Josef Meister entró a trabajar en el Instituto Pasteur que se crearía unos años después y allí ejerció de vigilante hasta el día de su muerte, el 16 de junio de 1940, fecha en la que se suicidó tras la entrada en París de los nazis y tras haber intentado impedir que miembros de la Wehrmacht (fuerzas armadas del Tercer Reich) accediesen a la cripta en la que reposaban los restos mortales de Louis Pasteur, fallecido en 1895.
Lo que no queda muy claro en las crónicas de la época, ya que hay mucha información contradictoria, es el motivo real por el que Josef decidió suicidarse. Algunas fuentes señalan que fue tras la impotencia de ver que no había podido impedir el paso a los nazis y otras que indican que fue por la pena de haber enviado a su familia lejos de París, imaginando que éstos acabarían muriendo a manos de los alemanes.
Alfred López (Barcelona 1965), coleccionista de curiosidades, anécdotas y chascarrillos desde finales de los años 70. Bloguero, escritor y divulgador freelance de curiosidades: 20Minutos, Yahoo!, Naukas, RAP107, Onda Vasca, Cope, Televisions locals de Catalunya y confereciante: Naukas Bilbao, TEDx, BcnSpiracy, IgniteBCN… | Autor de los libros ‘Ya está el listo que todo lo sabe de SEXO’ (abril 2018), ‘Vuelve el listo que todo lo sabe’ (2015 – 3ª edición) y ‘Ya está el listo que todo lo sabe’ (2012 – 6ª edición). | Ganador del Premio Bitácoras 2016 al Mejor Blog de Arte y Cultura por el blog ‘Ya está el listo que todo lo sabe’