Versión íntegra del artículo originariamente publicado el domingo 27 de noviembre de 2016 en el Suplemento «El Zoco» de Diario Córdoba.
El Universo no es estático e inmutable. Muy al contrario. Todo, absolutamente todo lo que el Cosmos posee está en continuo movimiento, en continuo cambio, en continua evolución. Las estrellas nos parecen estáticas para nosotros, seres mortales que pasamos como una exhalación en el devenir cósmico, pero también se mueven, muy lentamente, sobre el fondo del cielo, y evolucionan poco a poco. Si, por cualquier motivo extraño de esos que tanto gustan en ciencia ficción pero que tienen muy poco de ciencia, nos trasladáramos de repente 100 000 años adelante o atrás en el tiempo no seríamos capaces de reconocer las constelaciones del cielo de la Tierra: todas las estrellas estarán muy lejos de donde las vemos ahora.
Además, algunas estrellas no habrán nacido aún y muchas de ellas aún no habrán muerto. La muerte de las estrellas es un proceso clave en Astrofísica: el material que se ha procesado en su interior es devuelto al medio difuso interestelar, y servirá a nuevas generaciones de estrellas. Los nuevos soles tendrán una composición química mucho más rica que sus predecesores. Todo está en cambio continuo, aunque pase muy lentamente para nosotros.
Pero, muy de tarde en tarde, sí ocurre algo que podemos ver como cambio repentino en el Cosmos. Algunas estrellas terminan sus días explotando: son las supernovas. Las explosiones de supernova son de los sucesos más energéticos del Universo. Tal es así que las vemos en galaxias muy distantes, a miles de millones de años luz de nosotros. Estos objetos proporcionan una información muy valiosa a los astrofísicos: sirven para medir distancias cosmológicas, se usan para entender la evolución de las estrellas y la creación de nuevos elementos químicos, y son fundamentales a la hora de entender cómo evolucionan galaxias como la Vía Láctea.
¿Qué queda después de que una estrella explote como supernova? Simplemente los restos difusos, calentados por la energía y los violentos choques que provoca la explosión, formando una nube difusa que se expande rápidamente. Un bonito ejemplo de resto de supernova es el objeto N 49 de la Gran Nube de Magallanes (galaxia satélite de la Vía Láctea). Este amasijo de gas filamentoso brillando en colores es lo que queda de una estrella masiva (más de 10 veces la masa del Sol) que explotó hace varios miles de años. La imagen la consiguió el Telescopio Espacial Hubble (NASA/ESA) en 2000 pero muestra muy bien la suerte final de las estrellas masivas, todas destinadas a morir en una pirotecnia celestial. Los colores en la imagen vienen dados por la emisión del hidrógeno (en verde), del oxígeno (en azul) y del azufre (en rojo). Los gases brillan calentados por las tremendas ondas de choque, algunas moviéndose a más de 500 kilómetros por segundo, que se originaron cuando la explosión alcanzó material que la estrella había liberado varias decenas de miles de años antes (por eso parece que hay una zona algo hueca en el centro de la nebulosa).
El resto de supernova N 49 esconde algo más: en su centro queda el núcleo comprimido de la estrella muerta. Girando a una velocidad de 7.5 veces por minuto, con un campo magnético 100 billones de veces más intenso que el terrestre, y con casi toda su masa transformada en neutrones, el púlsar central de N 49 es un objeto extraordinario que desafía las leyes físicas que conocemos en la actualidad. El brillo del púlsar también es variable, particularmente cuando se observa en colores muy energéticos como rayos X o rayos gamma, ilustrando de nuevo el continuo vaivén al que todo lo que el Cosmos contiene está sometido.
Ángel López-Sánchez es astrónomo y comunicador científico en la Escuela de Ciencias Matemáticas y Físicas de la Universidad de Macquarie (MQ) con sede en Sydney, Australia. Es un reconocido experto en el estudio de cómo el gas se convierte en estrellas en galaxias cercanas y cómo esto afecta la evolución de las galaxias, particularmente el enriquecimiento químico. Dirige el programa «HI KOALA IFS Dwarf galaxy Survey» (Hi-KIDS), que utiliza el instrumento KOALA en el Telescopio Anglo-Australiano (AAT) de 3,9 m para diseccionar 100 galaxias enanas cercanas ricas en gas para comprender su historia y evolución. También brinda apoyo a los astrónomos visitantes del AAT. Es un miembro activo en grandes estudios de galaxias espectroscópicas y los próximos estudios de galaxias ópticas y de radio.
Tras recibir la licenciatura en Física Teórica en Granada en 2000 completó su Tesis Doctoral en Astrofísica en el prestigioso Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC, España) en diciembre de 2006. Se trasladó a Australia en 2007, cuando se incorporó al CSIRO «Astronomy and Space Science» para trabajar en el «Local Volumen HI Survey ”(LVHIS), que realizó observaciones radio-interferométricas de galaxias ricas en gas en el Australian Telescope Compact Array. En 2011 se unió al Australian Astronomical Observatory (AAO) y a la Universidad de Macquarie combinando soporte de instrumentación telescópica, investigación, conferencias y divulgación. En mayo de 2023 fue incorporado como investigador académico a tiempo completo en la Escuela de Ciencias Matemáticas y Físicas de la Universidad de Macquarie.
Es el actual presidente de la asociación de Investigadores Españoles en Australia-Pacífico (SRAP, Spanish Researchers in Australia-Pacific), entidad de la que es miembro fundador, y participa activamente en RAICEX (Red de Asociaciones de Investigadores Españoles en el Extranjero) dentro de la comisión de comunicación y en diplomacia científica. Es el vicepresidente de la Agrupación Astronómica de Córdoba (AAC), representante de la Red Andaluza de Astronomía (RAdA) y miembro de la Unión Astronómica Internacional (IAU), la Sociedad Española de Astronomía (SEA) y la Australian Astronomical Society (ASA).
Es miembro de la comisión ProAm (relaciones entre astrofísicos profesionales y astrónomos aficionados) de la SEA, de la que fue coordinador entre 2016 y 2020, y participa activamente en poner en contacto el mundo de la astrofísica profesional y de la astronomía aficionado. Es un apasionado astrónomo aficionado que utiliza su propio equipo para capturar la belleza del Cosmos.
Fue el primer astrofísico español en tener un blog de divulgación astronómica («El Lobo Rayado», en 2003) y es miembro fundador de la red Naukas, donde tiene el blog «Universo Rayado» desde 2015.