Versión íntegra del artículo originariamente publicado el domingo 29 de enero de 2017 en el Suplemento «El Zoco» de Diario Córdoba.
Es un dicho popular que “en gustos, no hay nada escrito”. Esto es cierto para multitud de aspectos en todos los ámbitos. Por eso resulta curioso que si preguntas a un astrofísico o a un astrónomo aficionado qué tipo de objetos astronómicos son los más vistosos te llevarás una sorpresa: comprobaras que muchos de ellos responden que son las nebulosas planetarias. Y es que, desde luego, la variedad de formas, colores y estructuras que poseen estos objetos son de las más delicadas del Cosmos.
Las nebulosas planetarias marcan el final de la vida de estrellas parecidas al Sol. Una vez que una estrella de baja masa quema todo el hidrógeno de su núcleo (convirtiéndolo en helio cumpliendo las reacciones termonucleares de fusión que suceden en los hornos estelares) las capas exteriores de la estrella se escapan al espacio. Esto forma una envoltura gaseosa que brilla con luz propia por la acción de la intensa radiación ultravioleta que recibe del núcleo desnudo de la estrella (una enana blanca). Las nebulosas planetarias sólo viven por poco tiempo, pocos cientos de miles de años, un suspiro cuando se compara con las escalas astronómicas típicas en el Universo. Su breve vida es consecuencia de la pérdida del gas nebular, que poco a poco se escapa irremediablemente al frío espacio interestelar.
Aún así, las imágenes de las nebulosas planetarias deleitan a profanos y expertos. Y, en particular, supone un reto a los astrofísicos, que deben explicar las formas tan caprichosas y, en muchas ocasiones, altamente simétricas, que poseen. Un buen ejemplo es la nebulosa planetaria IC 4406, apodada como la “Nebulosa Retina”. Se localiza en la constelación austral de Lupus (El Lobo Celeste), a una distancia de unos 1900 años luz de nosotros. La imagen que mostramos aquí fue conseguida con datos del Telescopio Espacial Hubble (NASA/ESA) y revela la alta simetría que posee este objeto de apariencia rectangular. En efecto, si dividimos la nebulosa por la mitad, una parte sería justo el reflejo de la otra.
Observaciones realizadas con otros telescopios han permitido comprobar que la estructura que vemos en IC 4406 es algo parecido a un “donut” gigante que vemos proyectado sobre el cielo. Si pudiéramos estudiar la Nebulosa Retina en una dirección perpendicular (por ejemplo, como vemos la famosa nebulosa planetaria de la Lira, M 57) veríamos precisamente ese “donut” formado por gas que se expande por la acción de la estrella moribunda central. El gas dentro del donut es más caliente, por lo que la emisión del oxígeno dos veces ionizado (codificada en azul) es más brillante en su centro. Por otro lado, la partes externas del donut son más frías, y el gas nebular dominante es nitrógeno una vez ionizado (codificado en rojo en esta imagen). La emisión del hidrógeno una vez ionizado, predominante en toda la nebulosa menos en sus zonas más externas, está codificada en color verde.
Lo peculiar de ver el “donut” de IC 4406 de perfil es que así podemos apreciar los sutiles detalles del polvo que está mezclado con el gas. El polvo aparece como intrincadas líneas oscuras perpendiculares a la dirección principal de la nebulosa. Estos rasgos destacan particularmente en las partes centrales del objeto. Se ha estimado que el tamaño de estas líneas de polvo es de sólo unas 160 unidades astronómicas (160 veces la distancia entre el Sol y la Tierra) y, en realidad, también poseen gran cantidad de gas, pero más frío y mucho más denso que el gas brillante que domina en la nebulosa. Este gas frío se ha detectado con radiotelescopios. Son precisamente estos rasgos oscuros y alargados los que han otorgado el apodo a IC 4406, pues así el objeto recuerda a la retina de un ojo humano. Pero esto es algo completamente subjetivo que, posiblemente, no guste a todo el mundo. Ya lo dice el dicho…
Ángel López-Sánchez es astrónomo y comunicador científico en la Escuela de Ciencias Matemáticas y Físicas de la Universidad de Macquarie (MQ) con sede en Sydney, Australia. Es un reconocido experto en el estudio de cómo el gas se convierte en estrellas en galaxias cercanas y cómo esto afecta la evolución de las galaxias, particularmente el enriquecimiento químico. Dirige el programa «HI KOALA IFS Dwarf galaxy Survey» (Hi-KIDS), que utiliza el instrumento KOALA en el Telescopio Anglo-Australiano (AAT) de 3,9 m para diseccionar 100 galaxias enanas cercanas ricas en gas para comprender su historia y evolución. También brinda apoyo a los astrónomos visitantes del AAT. Es un miembro activo en grandes estudios de galaxias espectroscópicas y los próximos estudios de galaxias ópticas y de radio.
Tras recibir la licenciatura en Física Teórica en Granada en 2000 completó su Tesis Doctoral en Astrofísica en el prestigioso Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC, España) en diciembre de 2006. Se trasladó a Australia en 2007, cuando se incorporó al CSIRO «Astronomy and Space Science» para trabajar en el «Local Volumen HI Survey ”(LVHIS), que realizó observaciones radio-interferométricas de galaxias ricas en gas en el Australian Telescope Compact Array. En 2011 se unió al Australian Astronomical Observatory (AAO) y a la Universidad de Macquarie combinando soporte de instrumentación telescópica, investigación, conferencias y divulgación. En mayo de 2023 fue incorporado como investigador académico a tiempo completo en la Escuela de Ciencias Matemáticas y Físicas de la Universidad de Macquarie.
Es el actual presidente de la asociación de Investigadores Españoles en Australia-Pacífico (SRAP, Spanish Researchers in Australia-Pacific), entidad de la que es miembro fundador, y participa activamente en RAICEX (Red de Asociaciones de Investigadores Españoles en el Extranjero) dentro de la comisión de comunicación y en diplomacia científica. Es el vicepresidente de la Agrupación Astronómica de Córdoba (AAC), representante de la Red Andaluza de Astronomía (RAdA) y miembro de la Unión Astronómica Internacional (IAU), la Sociedad Española de Astronomía (SEA) y la Australian Astronomical Society (ASA).
Es miembro de la comisión ProAm (relaciones entre astrofísicos profesionales y astrónomos aficionados) de la SEA, de la que fue coordinador entre 2016 y 2020, y participa activamente en poner en contacto el mundo de la astrofísica profesional y de la astronomía aficionado. Es un apasionado astrónomo aficionado que utiliza su propio equipo para capturar la belleza del Cosmos.
Fue el primer astrofísico español en tener un blog de divulgación astronómica («El Lobo Rayado», en 2003) y es miembro fundador de la red Naukas, donde tiene el blog «Universo Rayado» desde 2015.