La falacia de las dos palabras

Por javierpanadero, el 19 julio, 2017. Categoría(s): Divulgación • Escepticismo
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Imagen extraída del estupendo portal Falacias

Una falacia lógica es una argumentación que parece estar bien hecha, pero que tiene algún fallo que la vuelve incorrecta.

Hay multitud de ejemplos: «Cuando llueve la calle está mojada. La calle está mojada, por lo tanto ha llovido». No necesariamente, puede haber sido regada. Fíjate en que una cosa es que el razonamiento sea válido y otra que haya llovido efectivamente o no.

A veces caemos en ellas sin querer, pero en multitud de ocasiones se usan intencionadamente para engañarnos con los más diversos fines.

Quería hablaros hoy de un tipo que se llama anfibología y que consiste en jugar con varios significados de una palabra o bien decir la frase de manera que dé lugar a ambigüedad (algunos recordarán a Lola Flores en La Clave).

Yo he rebautizado una variante como la «Falacia de las dos palabras».

Un ejemplo sencillo:

¿Cómo llamamos a que un conocido le pase tu currículum a una empresa para que te conozcan, que luego pases una entrevista, y te acaben contratando por tu valía, que demostrarás trabajando? ¿Cómo lo llamamos? ¿Enchufe?

De acuerdo, pero eso facilita que gente que cobra sueldos públicos sin ir a trabajar, por ejemplo, diga frases como: «Casi todo el mundo trabaja por enchufe». Aludiendo al primer significado que dijimos, pero incluyéndose en esa categoría…

Hacen falta dos palabras, ¿verdad? Son dos conceptos… pues dos palabras. En ciencia nos gusta la precisión.

Si queréis a los primeros los llamamos «contactados» (jeje) o a los segundos, directamente, «chorizos», pero está claro que esa ambigüedad respecto a lo que es un «enchufe» facilita declaraciones como la anterior con las que se ocultan o minimizan sus delitos.

Hay otra modalidad en la que nosotros «salimos al encuentro» de la ambigüedad, eligiendo cuidadosamente nombres.

Ya os lo contamos aquí cuando hablamos de la «Tasa de pobreza».

Tu defines un indicador, de la manera que consideres, bajo un cierto modelo, con un porrón de cálculo… pero luego le llamas «Tasa de pobreza», indicando de manera más o menos implícita que efectivamente MIDE de manera objetiva la pobreza. Por lo tanto cuando el indicador suba diremos que la pobreza ha subido y viceversa. Falaz.

Lo mismo ocurre con el «índice de precios al consumo (IPC)», con los informes PISA, etc.

Incluso las propias notas de los alumnos son calculadas haciendo porcentajes y pesando de manera distinta el trabajo en clase, los exámenes o las prácticas. Es curioso que cuando la gente protesta por su calificación suele ser por cómo está corregido un examen, pero no por ese modelo (discutible, como todos). Si no hubiera tanto anumerismo sabrían que es posible que un cambio de modelo de cálculo hiciera que aprobara y podría pedirse que se justificara «la holgura» en esos porcentajes de acuerdo con el modelo… en fin. Y, por cierto, ¿por qué aprobar es conocer la «mitad» de la asignatura? Otro modelo que nunca se discute.

¿Seguimos? Hay multitud de ejemplos

Natural = ¿sin procesar o bueno?

Normal = ¿adecuado o frecuente?

Serio = ¿importante o aburrido?

Recuperación de la crisis = ¿mejora de indicadores macroeconómicos o mejora de la vida de la gente común?

Gente común = ¿aquellos con lo que estoy de acuerdo/grupo al que pertenezco o mayoría de una población?

Sentido común = ¿razonamiento adecuado o percepción/prejuicio más frecuente?

Querer = ¿deseo voluntario o inducido?

Decidir = ¿capacidad de elegir o capacidad de elegir libremente?

Para poder discutir algo razonablemente hay que pactar y definir los términos que vamos a usar.

No  os entretengo más, pero no dejéis de estar atentos, su principal arma es que nos creemos mucho más listos de lo que en realidad somos. No bajéis la guardia.

 



Por javierpanadero, publicado el 19 julio, 2017
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