Esta semana tenemos doble ración del astrónomo indignado.
En el tercer capítulo de la segunda temporada de la serie de moda, el astrónomo recibe (por error) un mail donde le invitan a dar una charla de divulgación en la casa de las ciencias de A Coruña. ¿Divulgación? ¿Cómo va a mezclarse él con el vulgo?
Divulgar no es sencillo. Sin embargo, las instituciones públicas de investigación tienen la obligación de hacer llegar a la gente la ciencia de una manera rigurosa y accesible a todo el mundo. En esto los museos científicos y planetarios hacen una labor impecable para mejorar la cultura científica del país. En este capítulo se reflexiona acerca de qué es divulgación, quién debe hacerlo, y con qué instrumentos contamos para ello.
El cuarto capítulo trata de un tema dolorosamente actual. La contaminación lumínica hace que cada vez sea más difícil ver el cielo nocturno desde nuestros pueblos y ciudades. Lejos de afectar únicamente a la astronomía, esta fuente de contaminación se ha convertido en una preocupación para diversas disciplinas científicas por sus implicaciones en nuestro día a día. Al astrónomo indignado, desde luego, le llevan los nervios.
El astrónomo indignado es un proyecto del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC), los museos científicos coruñeses y el Gran Telescopio de Canarias, con la colaboración de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología – Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades (antes Ministerio de Economía, Industria y Competitividad).
(Madrid, 1981) Licenciado en Físicas por la Universidad Complutense de Madrid y Doctor en Astrofísica por el Observatorio de París, se ha especializado los últimos años en radioastronomía, trabajando en el telescopio de 30m de IRAM, en Granada, y en el 40m del Observatorio Astronómico Nacional, en Yebes, Guadalajara. Actualmente trabaja en el Instituto de Astrofísica de Andalucía donde se dedica a tareas de comunicación y divulgación. Coplero, en sus ratos libres.