A vueltas con la energía

Por Teresa Valdés-Solís, el 13 abril, 2023. Categoría(s): Medio Ambiente • Tecnología

El verano pasado tuve la oportunidad de participar en un estupendo curso de verano de la Universidad del País Vasco UPV/EHU titulado «La domesticación de la energía» y dirigido por Ricardo Díaz y Juan Ignacio Pérez, acompañada de estupendos colegas y amigos, se pretendía dar una visión multidisciplinar de la energía (o las energías). En el momento en que nos encontramos, en la que el ahorro energético más que una necesidad es una obligación,  resulta de interés compartir aquí algunos de los datos que recopilé para esa charla, con alguna reflexión adicional, máxime con las polémicas opiniones que se pueden leer en algunos medios de comunicación estos días.

Desde el siglo XIX hemos estado quemando combustibles fósiles por todo lo alto. Comenzamos con el carbón  y seguimos con el petróleo y el gas natural. Este uso global y el abundante consumo ha hecho que las condiciones de habitabilidad de nuestro planeta está cambiando. No nos equivoquemos, no es el futuro del planeta el que está en juego, es nuestra supervivencia como especie y el mantenimiento de nuestras condiciones de vida la que se está viendo en cuestión. El cambio climático es una realidad, hay un consenso científico prácticamente unánime y llevamos décadas viendo efectos concretos de este cambio climático, también en España (ver por ejemplo Evidencias y efectos potenciales del cambio climático en Asturias de 2009 o  Evidencias del Cambio Climático y sus efectos en España, de 2012) y por supuesto en Europa, como muestra la infografía que se incluye a continuación. Hay consenso también en que la causa no es natural, sino antropogénica, el ser humano ha provocado este cambio acelerado de clima, así que es nuestra responsabilidad (por nuestro propio bien) reparar el daño causado.

Infografía en la que se recoge el efecto del cambio climático en las distintas regiones climáticas europeas. En cada una de ellas (ártica, subártica, de montaña, mediterránea, atlántica, continental y de zonas costeras) se describen los cambios observados, los efectos económicos de los cambios y los riesgos a los que nos enfrentamos
El impacto del cambio climático en Europa (Disponible aquí)

No me quiero enrollar en esto, así que os dejo la definición más gráfica (y una de las más certeras sobre la situación)

Timeline del cambio climático: 0-45% aprox: el cambio climático no es real; 45-90% aprox "Ok, el cambio climático es real pero no estamos seguros de que esté causado por los humanos"; 90-96% aprox: ¡uy!; 97-100% "mierda"
El timeline del cambio climático, según @semi_rad; por si alguien duda, estamos en el «oops»

Tenemos que actuar sobre las causas del cambio climático y eso implica actuar sobre las emisiones de gases de efecto invernadero, y para poder actuar el primer paso es conocer «al enemigo».

La situación en Europa

La Unión Europea mantiene un portal donde se proporciona información muy interesante sobre las emisiones de gases de efecto invernadero (el 80% de ellas son de CO2), y dónde se produce. Los datos han variado un poco en los últimos años debido, entre otros, a la salida de UK de la Unión Europea, pero esencialmente el 77% de las emisiones están asociadas al sector energético. Del total de emisiones de CO2 el 25% están asociadas con el sector transporte y de ellas alrededor del 72% con el transporte por carretera (Emisiones de CO2 de los coches: hechos y cifras). Veámoslo en detalle.

Origen de las emisiones de CO2 en la UE 2019. Energía 77.03%, Procesos industriales 9.1%, Agricultura 10.55% Gestión de residuos 3.32%. El 25% del total se produce debido al sector transporte
Origen de las emisiones de CO2 en la UE 2019
Distribución de emisiones asociadas al sector transporte, UE 2019

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Esto implica que, en números redondos, el 10% de todas las emisiones de CO2 de la Unión Europea se deben a automóviles. Además estas emisiones han crecido un 25% desde 1990, año de referencia de la UE, mientras que las del resto de sectores (industria, agricultura, residencial o suministro energético) han disminuido entre el 25-40%. La Unión Europea tiene muy claro que es en el sector transporte donde tenemos que actuar lo antes posible, una necesidad que en España es todavía mayor, ya que nuestro consumo energético en el sector transporte es mayor que la media europea.

Los objetivos europeos

Desde 1992 con el Protocolo de Kyoto se han ido proponiendo distintos objetivos de reducción de emisiones para contener el aumento de la temperatura global. El Acuerdo de París,  adoptado en diciembre de 2015 y que entró en vigor en 2016, es el acuerdo global más reciente en el que se busca la neutralidad en el carbono. La UE se ha comprometido a alcanzar dicha neutralidad (que en la práctica se considera reducir las emisiones de CO2 un 90% respecto a las de 1990) en 2050. Esto significa que las emisiones de CO2 en 2050 tienen que estar equilibradas con la capacidad de absorción del planeta y que es necesario que en ese momento las emisiones globales netas de CO2 sean nulas o incluso negativas, aplicando tecnologías que permitan una retirada efectiva del CO2 atmosférico, tecnologías comúnmente denominadas de captura y secuestro de CO2 (CCS).

Como pasos intermedios se han fijado objetivos para el año 2030 respecto a la reducción de emisiones de CO2 y del grado de penetración de energía renovable en el sistema. En concreto, en 2030 se pretende alcanzar un 55% de reducción de emisiones de CO2 respecto a las de 1990 y que el 32% de toda la energía final consumida sea de origen renovable. Para poder alcanzar estos objetivos resulta conveniente conocer cómo es en la actualidad el consumo de energía.

El año 2020 supuso una disminución del consumo energético en Europa de un 9% y un 12% en el caso español, respecto a la media de los anteriores 5 ejercicios, que se atribuye principalmente a la influencia del COVID sobre la economía y no a un cambio de ciclo, por lo que es más realista analizar la situación hasta el año 2019. Los datos del Statistical Review of World Energy  muestran que el consumo de energía en Europa es similar al de 1990, mientras que en España ha aumentado un 47% y en el mundo un 70%. Además, la utilización de las fuentes de energía es diferente en las distintas regiones. Así, a nivel global solo el 13% de la energía utilizada es renovable, valores que ascienden al 17% en Europa y el 20% en España.

La situación en España

La situación en España es si cabe más crítica pues el sector transporte en nuestro país tiene un peso mayor que el de la media europea y el 44% de nuestro consumo energético se emplea en este sector. Cabe señalar que el consumo en el sector residencial es solo el 17% y de este aproximadamente el 5% es en iluminación, pero todos nos hemos pasado a bombillas de bajo consumo, cuando el efecto global sobre la contaminación es este sí, muy pequeño (Se puede obtener información detallada en la página del IDAE Consumo por usos residencial (idae.es))  

En lo que se refiere a los compromisos adquiridos España se ha comprometido a alcanzar, en 2030, un 42% de energías renovables sobre el uso final de la energía y un 74% de renovables en la producción de energía eléctrica (en 2020, el 43% de la electricidad se produjo en España a partir de energías renovables), lo que daría lugar a una reducción del 23% de las emisiones de GEI respecto a los niveles de 1990.

Para alcanzar el objetivo previsto de implantación de energías renovables tenemos que hacer un importante esfuerzo, especialmente en el sector transporte. Actualmente menos del 3% del parque móvil español son vehículos híbridos o eléctricos, y únicamente el 30% de los vehículos nuevos son híbridos o eléctricos por lo que el reto es evidente ya que es necesario aumentar en gran medida la utilización de energías renovables en el transporte para cumplir los objetivos planteados. Pero además es necesario reducir nuestro consumo energético y en nuestro caso, de nuevo, implica actuar sobre el transporte y cambiar nuestros hábitos de movilidad. El cumplimiento de estos objetivos pasa por potenciar al máximo posible el transporte público colectivo y el transporte compartido y movernos en medios más ligeros como las bicis o los patinetes.

Y no debemos olvidar que la contaminación mata. Se estima que cada año se producen en España 30000 muertes prematuras debidas a la contaminación atmosférica. Las fuentes móviles y dispersas como los vehículos de gasolina o de gasóleo son en este caso un problema doble. Resulta mucho más eficiente aplicar las tecnologías de limpieza de gases en grandes fuentes estacionarias (es decir, en las centrales productoras de electricidad) que en todos y cada uno de los vehículos que se mueven en nuestras ciudades. La pérdida de la calidad de vida no debe atribuirse a los problemas que aún tienen los vehículos eléctricos y a la infraestructura que necesita ser mejorada, si no a mantener comportamientos vitales y laborales propios de siglos pasados, sin tener en cuenta el coste que eso tiene para nuestra vida en el planeta.