Lleva casi dos mil años acompañando a los vecinos de Roma –unos ciento cincuenta años más si contamos al primer edificio, construido por Agrippa en tiempos de Augusto[1]–, y en la actualidad es visitado a diario por miles de turistas. Sin embargo, y por sorprendente que pueda parecer, los expertos todavía desconocen cuál pudo ser la auténtica función del célebre Panteón. De hecho, las únicas menciones de época romana sobre el recinto corresponde a breves citas de Plinio el Viejo –que se refirió al templo primitivo– y Dión Casio, quien precisamente habla de él respecto a las razones del origen de su nombre, señalando que el de Panteón –»templo de todos los dioses»–, no había sido el original.
En cualquier caso, una visita al antiguo edificio, especialmente en un día soleado, deja clara una cosa: la luz solar, que penetra únicamente a través del oculus -una abertura circular de 8’3 metros de diámetro situada en el centro de la cúpula semiesférica-, parece haber jugado un papel destacado en su función y simbolismo, fuera cual fuera.
Y de hecho, no han faltado en las últimas décadas algunos estudios que pretendían ahondar en este sentido. El último de ellos, y el más completo hasta la fecha, ha llegado de la mano dos investigadores –el italiano Giulio Magli, del Politécnico de Milán, y el neozelandés Robert Hannah, de la Universidad de Otago–, quienes en el último número de la revista Numen –especializada en historia de las religiones– proponen que el Panteón pudo haber sido diseñado en función de ciertas orientaciones astronómicas que sirvieran para dotarlo de un significado religioso que reafirmara el poder divino del emperador.
El origen de este estudio se remonta al año 2005, cuando Hannah –profesor de cultura clásica en la universidad neozelandesa– visitó el edificio durante el transcurso de una investigación. Fue entonces cuando se fijó con detenimiento en el curso que la luz solar que penetra por el oculus realiza a lo largo del año. Durante los meses de invierno, la luz del sol del mediodía realiza una trayectoria que va iluminando la parte interior de la cúpula. En verano, por el contrario, y con el astro rey en lo más alto, la luz impacta en los muros inferiores y el suelo.
Curiosamente, Hannah se percató de que coincidiendo con los equinoccios, la luz del sol que penetra a través del óculo al mediodía incide directamente en el punto concreto sobre la puerta de entrada del recinto, atravesándola e iluminando el atrio de entrada. Aquel curioso fenómeno juego de luces debía tener un significado, ¿pero cuál? Algunos años después, en 2009, y tras continuar con sus investigaciones, Hannah daba a conocer los primeros resultados de su estudio. En su opinión, el Panteón podía haber sido empleado como una especie de «reloj solar» gigante, pues algunos ingenios de la época –aunque en escala reducida–, tenían una forma similar y cumplían dicha función, permitiendo señalar las distintas épocas del año. Hannah, sin embargo, añadía un detalle más: el célebre templo romano no habría sido simplemente un reloj solar de dimensiones colosales, si no que habría jugado un importante papel religioso vinculado con la imagen divinizada del emperador.
En un intento por concretar y corroborar su hipótesis, el investigador neozelandés se puso en contacto con Giulio Magli, un profesor de matemáticas en el Politécnico de Milán que ha dedicado los últimos años al estudio de la arqueoastronomía o “astronomía cultural”, y que ha publicado distintos estudios en este campo, entre ellos varios trabajos relacionados con la orientación astronómica de templos y ciudades en época romana. Aunando esfuerzos y conocimientos, Magli y Hannah creen haber descubierto la posible función del Panteón en época imperial. Teniendo en cuenta el singular juego de luces que se produce en el recinto dependiendo de la época del año, los dos estudiosos proponen que su simbolismo fue especialmente señalado en dos momentos concretos: el equinoccio de primavera y el 21 de abril, respectivamente.
En el primero de estos momentos, durante el equinoccio de primavera y con el sol del mediodía a unos 48º, el haz de luz que atraviesa por el óculo ilumina justo el punto de unión entre los muros y el arranque de la cúpula, aunque parte de la luz incide justo sobre la puerta de entrada (en el lado norte), iluminando el atrio de columnas.
El hecho podría haber sido meramente anecdótico de no ser porque para los antiguos romanos, durante los equinoccios la relación entre el emperador (a quien se identificaba o se consideraba bajo la protección de Apolo, el dios de la luz y el sol) y la esfera celeste era mucho más estrecha, y de forma más especial en el equinoccio de primavera. Así, según proponen Magli y Hannah, en el Panteón de Roma se escenificaría, literalmente, la apoteosis del emperador: es decir, su elevación junto a los dioses. Al acudir a mediodía del equinoccio hasta el templo romano, “habría sido iluminado como si se utilizaran las luces de un estudio de cine”, explica Magli. Toda una hierofanía –manifestación de lo sagrado–, con la finalidad de representar la elevación del emperador al reino de los dioses, “una afirmación cosmológica de su poder divino cuando entraba en el edificio”, añade el investigador italiano.
Algo muy similar se habría registrado durante las visitas del emperador al templo cada 21 de abril. En esa fecha –en la que la tradición celebraba la fundación de Roma–, el efecto luminoso es muy similar al anterior, con la luz del sol de mediodía incide directamente en la puerta de entrada. En este caso, según el estudio publicado en Numen, la escenografía habría tenido como finalidad celebrar la fundación de la ciudad, vinculándola con los dioses. Al acceder al templo en dicha festividad, el emperador era “invitado” por el sol a penetrar en el mismo, “situando a Roma entre los dioses”.
Como respaldo a su hipótesis, Hannah y Magli señalan la existencia no sólo de instrumentos de la época con funciones astronómicas y un diseño similar al del Panteón (aunque en miniatura), si no también de recintos vinculados a distintos emperadores, como la Domus Aurea de Nerón, o el Ara Pacis, el horologium y el Mausoleo de Augusto, en los que también existen evidencias de un diseño influido por cuestiones astronómicas.
————————————
Para saber más:
-BELMONTE, Juan Antonio. Las leyes del cielo. Ed. Temas de Hoy. Madrid, 1999.
-GARCÍA BLANCO, Javier. Diez santuarios unidos al Cosmos, en Planeta Sapiens.
-HANNAH, Robert & MAGLI, Giulio. “The role of the sun in the Pantheon’s design and meaning”. Numen. Volúmen 58, nº 4, 2011 , pp. 486-513.
-MAGLI, Giulio. “The Pantheon, Rome, Italy”. Heritage Sites of Astronomy and Archaeoastronomy in the context of the UNESCO World Heritage Convention. Junio 2010. ICOMOS.
[1] El templo original, construido por Agrippa en tiempos de Augusto (en torno al año 27 antes de nuestra era) resultó destruido por un incendio en época de Domiciano. Más tarde se procedió a levantar un nuevo templo –el que podemos contemplar hoy en día–, ya durante el mandato de Adriano, cuya construcción se concluyó hacia el 128 de nuestra era.
Cursó estudios de Historia del Arte en la Universidad de Zaragoza y, tras varios años ejerciendo como redactor y jefe de edición en varias publicaciones, actualmente trabaja como fotógrafo y periodista freelance para distintos medios de comunicación, centrando su labor divulgativa en torno a la temática histórica y de viajes. Es también autor de varios ensayos, entre los que destacan ‘Historia negra de los Papas’ (Ed. Espejo de Tinta, 2005), Gótica (como coautor, Ed. Aguilar, 2006) o Ars Secreta (Ed. Espejo de Tinta, 2006). En junio de 2009 puso en marcha la web ‘Planeta Sapiens’ (www.planetasapiens.com), un punto de encuentro para todos los amantes de la historia, la ciencia y la cultura, y desde diciembre de 2011 edita el blog ‘Arte Secreto’ en Yahoo! Noticias. ‘Viajes en el objetivo’ es su última aventura en el mundo digital.