Versión íntegra del artículo originariamente publicado el domingo 18 de diciembre de 2016 en el Suplemento «El Zoco» de Diario Córdoba.
Estamos en fechas de Navidad. Adornos y luces de colores inundan nuestros salones, lugares de trabajo y calles para recordarnos una y otra vez que estamos en una época especial del año. La tradición de la Navidad se remonta mucho más atrás que al origen religioso que le otorgamos en la actualidad. En efecto, sabemos que el nacimiento de Jesús (la Natividad) no ocurrió en esta época del año, y que tampoco ocurrió en el año 1 de nuestra era (no existe el “año cero”, por lo que los siglos acaban siempre en un año que sí acabe en cero: 2000 fue el último año del siglo XX y del segundo milenio de nuestra era); posiblemente el nacimiento de Jesús ocurrió entre marzo y abril de los años -7 a -5. Estos son los caprichos del calendario, una herramienta más que nos sirve para medir el paso del tiempo para conseguir una organización correcta de las tareas humanas.
El verdadero origen de la Navidad hay que buscarlo en el solsticio de invierno. Es el momento en el que el Sol alcanza la altura más baja sobre el horizonte durante su culminación (cuando cruza el meridiano, la línea Norte-Sur pasando por el cenit). Era una fecha muy importante para las culturas antiguas, dado que a partir de ese momento el Sol comienza a ascender día a día en el cielo, aumentándose paulatinamente las horas de luz y disminuyendo las horas de oscuridad.
Los romanos celebraban el solsticio de invierno con la festividad del “Sol Invictus”, que daba alusión al “renacimiento” del Sol, justo después de un período de 7 días, la “Saturnalia” (festividad dedicada al dios de la agricultura, Saturno) que ya tenía muchas similitudes a lo que hoy es la Navidad (uso extensivo de velas y antorchas, celebraciones con mucha comida y bebida e intercambio de regalos). Hacia mitad del siglo IV los cristianos movieron la fiesta de la Natividad para que coincidiera con la Saturnalia, hasta que en el siglo V la nueva festividad se impone completamente a los ritos anteriores.
En 2016 el solsticio de invierno ocurre el 21 de diciembre a las 11:44 de la mañana, hora local peninsular española. Con la libertad religiosa de las últimas décadas acaecida en algunas partes del mundo, se está cambiando la frase “Feliz Navidad”, que conlleva un significado religioso, con “Feliz Solsticio”, más acorde a nuestro entendimiento de la Naturaleza.
Pero el miedo a la oscuridad ha desaparecido completamente en nuestras sociedades. Quizá la esencia de la Navidad como un momento de paz y felicidad en familia, con comidas especiales que no se pueden hacer durante el resto del año, o regalos muy particulares, también ha cambiado con respecto a épocas pretéritas no muy lejanas. Ahora vivimos un consumismo exagerado que comienza a principios de noviembre en el que se incita que lo importante no es el disfrutar de nuestra familia y amigos sino gastar lo más posible.
Y gastamos de todo, por ejemplo luz y energía, iluminando durante semanas en exceso todo lo que nos rodea, sin pensar en las consecuencias que toda esa iluminación extra tiene sobre el medioambiente y sobre nosotros mismos. Si de por sí la contaminación lumínica es nociva, en las épocas navideñas su efecto se acentúa. Por supuesto, es muy bonito y estético ver la miríada de diminutas luces de colores (LEDs en su inmensa mayoría) que decoran nuestras ciudades, y está bien disfrutarlas unas pocas horas unos pocos días, pero con ello perdemos aún más el gran espectáculo que, día a día, noche a noche, nos regala el Universo.
Cielos oscuros, como lo son los del Observatorio del Roque de los Muchachos en La Palma, el Observatorio de Siding Spring en Australia o el Observatorio de Paranal en Chile, no necesitan aderezos ni luces artificiales para celebrar la Navidad. Desde estos lugares cualquier noche sin luna y sin nubes se convierte en un espectáculo por sí misma, con un cielo cuajado de estrellas Esos soles lejanos, extendidos sobre el terciopelo negro del cielo cual diminutas y coloridas luces de Navidad, nos recuerdan que la verdadera esencia del Cosmos está siempre ahí, dispuesta a ser estudiada.
Es lo mismo que ocurre con la Navidad. Su esencia de transmitir paz y felicidad a nuestros congéneres y un mundo mejor para nuestros hijos y todos los seres que nos acompañan en la Nave Tierra debería ser algo cotidiano de cada día y no sólo los deseos fugaces de este momento señalado sobre un calendario inventado para sincronizar nuestros quehaceres con el movimiento de los cielos.
Ángel López-Sánchez es astrónomo y comunicador científico en la Escuela de Ciencias Matemáticas y Físicas de la Universidad de Macquarie (MQ) con sede en Sydney, Australia. Es un reconocido experto en el estudio de cómo el gas se convierte en estrellas en galaxias cercanas y cómo esto afecta la evolución de las galaxias, particularmente el enriquecimiento químico. Dirige el programa «HI KOALA IFS Dwarf galaxy Survey» (Hi-KIDS), que utiliza el instrumento KOALA en el Telescopio Anglo-Australiano (AAT) de 3,9 m para diseccionar 100 galaxias enanas cercanas ricas en gas para comprender su historia y evolución. También brinda apoyo a los astrónomos visitantes del AAT. Es un miembro activo en grandes estudios de galaxias espectroscópicas y los próximos estudios de galaxias ópticas y de radio.
Tras recibir la licenciatura en Física Teórica en Granada en 2000 completó su Tesis Doctoral en Astrofísica en el prestigioso Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC, España) en diciembre de 2006. Se trasladó a Australia en 2007, cuando se incorporó al CSIRO «Astronomy and Space Science» para trabajar en el «Local Volumen HI Survey ”(LVHIS), que realizó observaciones radio-interferométricas de galaxias ricas en gas en el Australian Telescope Compact Array. En 2011 se unió al Australian Astronomical Observatory (AAO) y a la Universidad de Macquarie combinando soporte de instrumentación telescópica, investigación, conferencias y divulgación. En mayo de 2023 fue incorporado como investigador académico a tiempo completo en la Escuela de Ciencias Matemáticas y Físicas de la Universidad de Macquarie.
Es el actual presidente de la asociación de Investigadores Españoles en Australia-Pacífico (SRAP, Spanish Researchers in Australia-Pacific), entidad de la que es miembro fundador, y participa activamente en RAICEX (Red de Asociaciones de Investigadores Españoles en el Extranjero) dentro de la comisión de comunicación y en diplomacia científica. Es el vicepresidente de la Agrupación Astronómica de Córdoba (AAC), representante de la Red Andaluza de Astronomía (RAdA) y miembro de la Unión Astronómica Internacional (IAU), la Sociedad Española de Astronomía (SEA) y la Australian Astronomical Society (ASA).
Es miembro de la comisión ProAm (relaciones entre astrofísicos profesionales y astrónomos aficionados) de la SEA, de la que fue coordinador entre 2016 y 2020, y participa activamente en poner en contacto el mundo de la astrofísica profesional y de la astronomía aficionado. Es un apasionado astrónomo aficionado que utiliza su propio equipo para capturar la belleza del Cosmos.
Fue el primer astrofísico español en tener un blog de divulgación astronómica («El Lobo Rayado», en 2003) y es miembro fundador de la red Naukas, donde tiene el blog «Universo Rayado» desde 2015.