La fotosíntesis es un proceso que ocurre en las plantas (además de en algas y diferentes bacterias), gracias al cual son capaces de sintetizar hidratos de carbono con los que crecer y desarrollarse, utilizando como materias primas agua, dióxido de carbono y energía lumínica del sol. Todo ello gracias a un pigmento presente en sus células, denominado clorofila, que les da su color verde característico.
Pero existen plantas que han perdido evolutivamente la capacidad para realizar la fotosíntesis, al no tener clorofila, y, por lo tanto, no pueden sobrevivir por sí mismas. Entonces ¿cómo son capaces de crecer, desarrollarse y seguir formando semillas, año tras año, estas plantas? Me refiero a las denominadas como plantas parásitas, no de humanos, sino de otras plantas.
Estas plantas deben crecer muy cerca de otras con capacidad para realizar la fotosíntesis y autoabastecerse por sí mismas. La semilla de la planta parásita reconocerá la presencia cercana de un posible hospedador y comenzará a crecer sus “raíces” en esa dirección. Una vez entre en contacto con la otra planta, desarrollará una especie de agujas (denominadas haustorios) que penetrarán su tallo o sus raíces hasta los haces vasculares (lo que serían nuestras venas) que transportan la savia elaborada con los productos sintetizados en la fotosíntesis (conducto denominado floema). Estas serían las denominadas como plantas holoparásitas, mientras que si los haustorios penetran los haces vasculares que llevan el agua y los nutrientes que la planta está cogiendo del suelo para llevarlos a las hojas y hacer la fotosíntesis, serían plantas hemiparásitas, pues sólo le están quitando a la planta agua y minerales, teniendo que realizar ellas mismas la fotosíntesis, al no haber perdido toda su clorofila.
Como planta hemiparásita, la más conocida es el muérdago (Viscum album). Aparte de la fama que tiene por las películas americanas, en las que los enamorados se besan en navidad bajo los tallos de esta planta, representa en algunos lugares del mundo una plaga muy importante para árboles como los pinos. Sus tallos crecen desde el propio tronco del árbol al que están parasitando, con un aspecto como de planta artificial de plástico. Sus frutos son pequeñas bayas viscosas muy consumidas por diferentes pájaros que, cuando las han digerido y quieren defecarlas se les queda la semilla pegada en el ano y deben restregarse contra el tronco de un árbol para deshacerse de ella. Es en ese momento en el que las semillas de esta planta son diseminadas por el bosque, parasitando otros árboles.
Por otro lado, como planta holoparásita, tenemos el jopo u orobanche (Orobanche sp.), que parasita las raíces de una amplia gama de cultivos, sobresaliendo a la superficie unas plantas de hasta medio metro de altura y forma similar de la antorcha de la estatua de la libertad, destacando, además, sus flores en forma de lengua de dragón y su color amarillento, al carecer totalmente de clorofila.
Por último, una planta muy curiosa dentro de las holoparásitas la podemos encontrar en la cuscuta (Cuscuta sp.), que introduce sus haustorios en los tallos de varias plantas, creciendo por todas ellas y por sus vecinas, extendiéndose en forma de un enorme ovillo de pequeñas cuerdas de colores amarillos-rojizos, entre las cuales puede transmitir diferentes enfermedades al representar un conducto de unión entre los haces vasculares de sus hospedadores.
Como veis, no sólo existen parásitos de animales, como la tenia solitaria (Taenia solium) o los protistas de la malaria (Plasmodium), sino que entre las propias plantas existen individuos capaces de parasitar a sus vecinas y aprovecharse de su actividad fotosintética, pues sino, no sobrevivirían por sí mismas. Pero estas plantas no sólo representan una plaga muy importante en diferentes lugares, sino que también son utilizadas, algunas de ellas, para la obtención de flores ornamentales e, incluso, para el consumo humano.
“La ciencia que no es divulgada hacia la sociedad es como si no existiera”
Este artículo nos lo envía Jorge Poveda Arias, Graduado en Biología y trabaja en una empresa dedicada a la cría a nivel industrial de insectos con fines de alimentación. Además, realiza una tesis doctoral en el estudio de las interacciones planta-microorganismo. Entre sus campos de interés, destacan la biotecnología, la agricultura, la alimentación, la microbiología, la entomología y la divulgación científica en general, dentro de los cuales presenta una variada formación, destacando un Máster Universitario en Agrobiotecnología, un Máster Europeo en Calidad y Seguridad Alimentaria, o diferentes Posgrados de Experto Universitario, en Biotecnología Alimentaria, Entomología Aplicada, Diagnóstico Molecular Ambiental y Divulgación Científica.
Referencias bibliográficas y más información:
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Pignone, D., & Hammer, K. (2016). Parasitic angiosperms as cultivated plants?. Genetic resources and crop evolution, 63(7), 1273-1284.
Yoshida, S., Cui, S., Ichihashi, Y., & Shirasu, K. (2016). The haustorium, a specialized invasive organ in parasitic plants. Annual review of plant biology, 67, 643-667.
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