Neurocosas capítulo 19: la plasticidad neuronal

Por Pablo Barrecheguren, el 25 diciembre, 2017. Categoría(s): Neurociencia • Vídeos

La plasticidad neuronal es la capacidad que tienen las neuronas de cambiar, tanto a nivel estructural como funcional, en respuesta a la experiencia. Lo cual es clave durante el desarrollo del cerebro, en los procesos de aprendizaje, de memoria y también cuando hay algún daño.

Está plasticidad, esta capacidad de generar nuevas estructuras o cambiar las que ya hay, se basa en dos pilares:

-La capacidad de generar nuevas neuronas.

-La capacidad de crear nuevas conexiones neuronales.

Vamos con la primera, ¿qué necesita un tejido para regenerar las células que va perdiendo? Pues necesita células capaces de dividirse, de producir nuevas células, y resulta que cuando somos adultos solo unas pocas células tienen esta propiedad: las células madre adultas.

En el cerebro adulto se creía que no había de estas células, que una vez llegabas a adulto tenías una cantidad determinada y con esas tenías que ir tirando toda la vida a ver cuánto te duraban. Ahora sabemos que esto no es así: el cerebro adulto tiene durante toda su existencia la capacidad de generar nuevas células PERO el cerebro, en comparación con otros tejidos como la piel o el hígado tiene muy pocas células madre y las que hay en general están localizadas en puntos muy concretos del cerebro (como por ejemplo las que hay por la zona del hipocampo que es una parte que interviene en la memoria). Así que la capacidad de regeneración del nuestro cerebro es muy limitada. Lo cual explica porque la rehabilitación es tan complicada cuando hay lesiones cerebrales.

Cuando perdemos una neurona se pierden sus conexiones, pero entonces otras neuronas pueden ramificarse un poquito más y compensar la pérdida. Este es el segundo pilar en el que se basa la plasticidad neuronal. Esto es un modo de que aunque no puedas reponer completamente la pérdida de neuronas, como en verdad lo que importa son los circuitos que generan las neuronas, pues mientras podamos reforzar los circuitos que ya tenemos para compensar la pérdida o crear nuevos circuitos neuronales con las neuronas restantes, no hay problema. Pero es verdad que crear nuevos circuitos neuronales es un trabajo lento.

Y desgraciadamente, esta estrategia tiene un límite: cuando el daño es muy grave, las neuronas supervivientes no pueden ramificarse lo suficiente como para compensar la pérdida de conexiones. Esto ocurre, por ejemplo, cuando empiezan a manifestarse los síntomas de una enfermedad neurodegenerativa o en las lesiones graves.

En definitiva, la plasticidad neuronal nos permite aprender, adaptarnos y si mantenemos una gran actividad intelectual durante toda nuestra vida llegaremos a la vejez con un buen cerebro que soportará bien los achaques de la edad, del mismo modo que lo hace el cuerpo de alguien que hace deporte toda su vida. Pero tiene sus límites, y de la misma manera que si a alguien le cae una viga en la pierna y le aplasta la rodilla pues por mucha rehabilitación que haga nunca le van a quedar secuelas, hay lesiones o enfermedades neurodegenerativas que desgraciadamente están por encima de la capacidad de recuperación del cerebro por muy plástico que este sea.