La biodiversidad de la que nadie habla

Por Colaborador Invitado, el 14 octubre, 2019. Categoría(s): Biología • Divulgación
Ecosistema mediterráneo

Seguro que todos habéis oído hablar de la importancia de que nuestros ecosistemas sean biodiversos para poder afrontar los desafíos ambientales que nos esperan en los siglos venideros. Nuestra sociedad tendrá muchas mejores cartas para enfrentarse a la crisis ambiental que se nos viene encima cuantas más especies de animales y plantas pueblen los pocos medios naturales que nos quedan. De esa forma, los humanos podremos seguir beneficiándonos de bienes y servicios tan importantes como la producción de agua limpia o la descomposición de desechos ofrecidos por ecosistemas. En otras palabras, se podrán mantener los servicios ecosistémicos. Ese es un mensaje que la comunidad científica se ha esforzado en transmitir en las últimas décadas y que ha calado bastante bien en la sociedad. Sin embargo, más allá de animales y plantas, hay otros organismos que también contribuyen a estabilizar nuestros ecosistemas pero que pasan por alto para la mayoría de la población. Dentro de esta categoría de los grandes olvidados podemos incluir a los organismos que forman la costra biológica del suelo.

La costra biológica ha sido definida recientemente como una piel viva que cubre la superficie del suelo y que se encuentra principalmente en ecosistemas de baja productividad, como es el caso de los ecosistemas mediterráneos que están estacionalmente limitados por el agua. Esta cobertura del suelo puede estar compuesta por diferentes proporciones de líquenes, hongos, musgos, cianobacterias y algas entre otros organismos, y permite el establecimiento de redes tróficas realmente complejas a pequeña escala.

La costra biológica del suelo es un elemento clave en el ciclo del nutriente más importante en ecosistemas mediterráneos: el nitrógeno. Después del agua, el nitrógeno es el factor más importante en estos ecosistemas, ya que limita el crecimiento de las plantas y la descomposición de residuos. Entre las funciones de la costra relacionadas con el ciclo del nitrógeno están la fijación de nitrógeno atmosférico, la nitrificación y la emisión de nitrógeno en forma de gas. Además, la costra afecta a la abundancia y diversidad de los organismos del suelo, le confiere protección física y determina la infiltración del agua de lluvia, entre otras importantes funciones.

Costra biológica del suelo

Hasta los años 70 la comunidad científica no reparó en la importancia de la costra biológica del suelo. A partir de ese momento las revistas científicas empezaron a publicar cada vez más artículos destacando su importante papel. Sin embargo, en estos artículos se consideraba a la costra como un todo, como un único elemento que podía estar presente o no, pero sin atender a los diferentes tipos que había. Es probable que esta falta de atención en discernir los diferentes organismos formadores de costra superficial fuera la responsable, al menos en parte, de que las conclusiones de estos artículos científicos apuntaran a diferentes direcciones. Recientemente, la comunidad científica ha reparado en esta deficiente visión de la costra y ha comenzado a tomar en consideración los diferentes tipos de la misma según estén dominadas por un organismo u otro: costras biológicas formadas mayoritariamente por líquenes, musgos o cianobacterias. Incluso hay estudios que se adentran en las especies presentes en la costra, afinando mucho más en las especificidades de la misma. Con estos esfuerzos, se está llegando a ahondar en la complejidad de este elemento, considerándola un ecosistema completo en miniatura.

Recientes estudios han demostrado que los efectos que los grandes desafíos ambientales de hoy en día tienen sobre nuestros ecosistemas son diferentes según si la costra biológica está presente en el suelo o no. Es decir, la costra actuaría como como modulador de los problemas responsables del cambio global, tales como el cambio climático o la deposición atmosférica de nitrógeno generada por el consumo de combustibles fósiles. Esto confiere a la costra un papel clave en este contexto, ya que es posible que los distintos organismos que la forman lleven a los suelos de nuestros ecosistemas a responder de forma diferente ante los problemas ambientales a los que nos enfrentamos. Dicho de otro modo, una costra dominada por líquenes podría amortiguar el efecto que el cambio climático pueda tener sobre la descomposición de los desechos, mientras que una dominada por musgos podría exacerbarlo.

Conocer cuál es el papel específico de cada organismo que forma la costra biológica del suelo permitirá a los gestores del territorio establecer políticas ambientales y de restauración que protejan la composición de la costra más beneficiosa para el mantenimiento de nuestros ecosistemas. En vista del gran potencial que tiene identificar el papel de los diferentes componentes de la costra en respuesta al cambio global, la Comisión Europea ha financiado recientemente un proyecto para ahondar en este tema. Dicho proyecto, llamado Med-N-Change, estudiará cuál es el efecto conjunto de dos importantes factores de cambio global (cambio climático y deposición atmosférica de nitrógeno) en los procesos del suelo a través de la costra biológica en ecosistemas mediterráneos. Esperamos que las conclusiones de este estudio tengan importantes implicaciones para la política ambiental, el manejo de ecosistemas y las predicciones de los escenarios de cambio global en ecosistemas mediterráneos.

 

Este artículo nos lo envía Lourdes Morillas: Doctora en ecología por la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, actualmente trabaja como investigadora en la Universidad de Lisboa. En los últimos años se ha especializado en el estudio de los procesos del suelo en ecosistemas mediterráneos en un contexto de cambio global. En su página web mednchange.weebly.com escribe sobre el transcurso de su proyecto actual, Med-N-Change. Podéis seguirla también en Twitter: @Morillas_L o en @MedNChange.

 

Referencias científicas y más información:

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Por Colaborador Invitado, publicado el 14 octubre, 2019
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