En los últimos días hemos tenido ocasión de leer en numerosos artículos los estudios que se están llevando a cabo con distintos tratamientos para afrontar la pandemia que en estos momentos asola al mundo. Entre estas potenciales soluciones destaca, por llamativa, la posibilidad de que algún antibiótico se muestre eficaz contra este coronavirus, lo cual, a priori, contradice la premisa de que los antibióticos sólo son eficaces frente a las bacterias.
Intentemos arrojar un poco de luz sobre lo que hay de cierto en ello:
Los antibióticos son substancias naturales que sintetizan bien bacterias bien hongos y que emplean para luchar entre sí. Son tóxicos que estos microorganismos producen para eliminar a sus competidores y obtener así una ventaja competitiva. Estas substancias son muy heterogéneas desde un punto de vista químico y actúan de modos muy diversos. Así, la penicilina destruye la pared celular de ciertas bacterias mientras otras como la eritromicina actúa sobre las síntesis de proteínas y conduce irremisiblemente a la muerte de la bacteria en contacto con el antibiótico.
Pero del mismo modo que algunas bacterias producen antibióticos para ser más competitivas, otras desarrollan mecanismos de defensa que las hacen resistentes a los mismos. Por eso, el uso de estos medicamentos debe hacerse siempre bajo prescripción y siguiendo lo que la OMS definió en 2011 como las 4 Ds (por sus siglas en inglés):
- Diagnóstico adecuado (qué bacteria produce la enfermedad)
- Droga (antibiótico) adecuado
- Dosis adecuada
- Duración del tratamiento correcta
No seguir estas normas facilita que las bacterias se hagan resistentes, detrayendo eficacia a estos productos y generando, potencialmente, casos para los que el abanico de antibióticos eficaces se reduzca a uno o dos o sea directamente inexistente.
Vayamos ahora a los virus. Estos gérmenes carecen de metabolismo, de hecho, son parásitos estrictos, por lo que utilizan el metabolismo de la célula que invaden. Al no tener rutas metabólicas propias los antibióticos no les afectan.
Sin embargo; recientemente algunos estudios apuntan a que algunos antibióticos como la azitromycina (en combinación con otros fármacos) serían útiles para luchar contra el COVID-19. Si, en función de lo visto hasta ahora, los virus son refractarios a los antibióticos, cómo explicar esta paradoja.
Algunos antibióticos más allá de sus propiedades antibacterianas tienen también una acción anti-inflamatoria. Esto es relevante pues en algunas infecciones víricas lo que resulta más perjudicial para el paciente es su propia reacción inmune, por ello atenuarla es muy importante. No obstante, hay numerosas medicinas anti-inflamatorias, luego esta característica, por sí sola, de algunos antibióticos, no justificaría su uso en infecciones virales.
Ahora bien, algunos antibióticos tienen la facultad de estimular una serie de respuestas inmunes en el individuo que recibe la medicación. Así, por ejemplo, se ha demostrado en ganado vacuno que la presencia del antibiótico evita que los macrófagos (células defensivas) se rompan en su lucha contra los patógenos, por el contrario, mueren por un proceso llamado apoptosis. Al no romperse, no liberan moléculas que aumentarían aún más la respuesta inmune con las consecuencias negativas que esto podría suponer. Por otra parte, en presencia de estos antimicrobianos, los macrófagos se muestran más activos, con lo que su capacidad de luchar contra los gérmenes sería superior.
Otra razón que podría explicar la acción de algunos antibióticos frente a ciertos virus la hallamos en la capacidad de algunas de estas medicinas de acumularse en alta concentración allí donde el virus se replica, por ejemplo, los macrófagos, este acúmulo cambia las propiedades físico-químicas de la célula, por ejemplo, supone, tal y como se ha demostrado en cerdos, un cambio de pH que limita la capacidad invasiva de ciertos virus.
Estos ejemplos ponen de manifiesto que, efectivamente, en algunos casos la terapia antibiótica puede resultar interesante en el tratamiento de algunas infecciones virales. Sin embargo; es muy importante recalcar que esto es sólo válido para algunos antibióticos, algunos virus y algunos pacientes. La eficacia depende de muchos factores como dosis, duración del tratamiento, lugar de la infección, etc. Es por ello trabajo exclusivo de los especialistas el determinar cuándo este tipo de actuaciones debe llevarse a cabo.
Este artículo nos lo envía Juan Pascual (podéis seguirlo en twitter @JuanPascual4 o linkedn). Me licencié en veterinaria hace unos cuantos años en Zaragoza y he desarrollado mi vida profesional en el mundo de la sanidad animal, de ahí mi interés en divulgar lo que los animales aportan a nuestro mundo actual. Soy un apasionado de la ciencia. Creo que es fundamental transmitir el conocimiento científico de una manera sencilla para que los jóvenes se enganchen pronto y para que la sociedad conozca más y mejor lo mucho que la ciencia aporta a nuestro bienestar. Viajar es otra de mis pasiones junto con la literatura, que no deja de ser otro modo de viajar.
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- https://www.clinicaltrialsarena.com/news/pfizer-data-azithromycin-covid-19-trial/
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